Oriente Medio en vilo: la tensión entre Israel e Irán amenaza la estabilidad regional

junio 13, 2025
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Se pensaba que Estados Unidos podría desempeñar un papel atenuante y contener un eventual ataque por parte de Israel. Sin embargo, ahora parece evidente que los cálculos realizados en el Golfo y en otras regiones han resultado erróneos. La pregunta que se impone es la siguiente: ¿conducirán estos ataques a una desescalada, o responderá Irán con una reacción contundente que afecte a toda la región?

La noche del 12 de junio, mientras el Medio Oriente se sumía en un tenso silencio, persistía la esperanza de que el encuentro programado para el domingo en Omán entre Estados Unidos e Irán ofreciera una vía para descomprimir la escalada vivida durante la semana.

Tras las noticias del miércoles y jueves que informaban la retirada del personal del Departamento de Estado de Estados Unidos en Irak y el Golfo, muchos pensaron que se había evitado una amenaza inminente. Las declaraciones del entonces presidente estadounidense, Donald Trump, sugiriendo que era posible alcanzar un acuerdo con Irán, y los informes que indicaban que Washington no aprobaría e incluso podría no apoyar una ofensiva israelí, parecían abrir el camino hacia una desescalada más que hacia una guerra abierta.

Sin embargo, en lugar de cumplirse estas esperanzas, la región fue testigo de la materialización de su peor pesadilla. Poco después de las tres de la madrugada, las sirenas comenzaron a sonar por todo Israel, y el ministro de Defensa anunció el inicio de un ataque preventivo contra Irán. El Ministerio afirmó que se esperaba un ataque con misiles y drones contra el Estado de Israel y su población civil.

En 2024, Israel e Irán ya habían intercambiado ataques. Irán lanzó cientos de misiles y drones en dos ocasiones distintas, mientras que Israel respondió con ataques limitados y precisos dirigidos contra sistemas de defensa. Fue una muestra contenida de las capacidades militares de ambas partes. Israel demostró incluso que podía lanzar ataques aéreos a objetivos situados a miles de kilómetros de distancia, como en el caso de los hutíes.

Aunque la región es consciente del poderío militar israelí, Irán ha dejado claro que puede responder, ya sea directamente o a través de otras vías, lo que ha puesto en estado de alerta a EE.UU. en el Golfo y ha generado preocupación en Irak.

Irán mantiene una presencia significativa en Irak a través de las Fuerzas de Movilización Popular (PMF) y respalda a los hutíes en Yemen. A pesar de que grupos como la Yihad Islámica Palestina y Hezbolá se encuentran debilitados por la guerra en Gaza y la derrota sufrida frente a Israel en 2024, Irán conserva aún amplias capacidades militares y políticas. Además, cuenta con el apoyo tácito de actores internacionales como Rusia y China, que no desean su debilitamiento.

Irán pretendía llegar a la reunión del domingo con la frente en alto. Estaba indignado por una resolución adoptada por el OIEA y había amenazado con retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, anunciando también la construcción de nuevas instalaciones nucleares. Aunque muchas de estas declaraciones parecían fanfarronadas, Teherán prefería alcanzar un acuerdo y aliviar las sanciones. El régimen iraní ha evitado históricamente una guerra directa, temeroso de los efectos internos sobre su legitimidad.

Sin embargo, tras el 7 de octubre, Irán adoptó una postura más audaz. Percibió una oportunidad para una guerra multilateral contra Israel y consideró responder directamente a los ataques aéreos israelíes en Damasco en marzo de 2024. En octubre del mismo año, se mostró igualmente dispuesto a escalar. Aunque acusa frecuentemente a otros de arrogancia, el régimen iraní ha adoptado una actitud cada vez más altiva y agresiva.

Ya en 2025, con el retorno de Trump a la presidencia, Irán optó por un enfoque más cauteloso, viendo una oportunidad de reiniciar el diálogo con EE.UU. Washington, por su parte, negociaba con Rusia e intentaba mediar un alto el fuego en Gaza. Irán creyó que había llegado el momento de un acuerdo, y entre abril y mayo celebró cinco rondas de negociaciones con EE.UU. No obstante, seguía preocupado por mantener su capacidad de enriquecimiento nuclear, considerada una línea roja.

Teherán también observaba con atención las posibles fisuras entre Estados Unidos e Israel. Se interesaba por las reuniones entre Trump y Netanyahu, y por los rumores que sugerían que Washington no aprobaría una ofensiva israelí contra Irán. Creía que, mientras Israel jugaba el papel del “poli malo”, podría convencer a EE.UU. de alcanzar un acuerdo.

Pero esto no era una repetición de 2015. Irán se sentía diferente. Si bien había perdido parte de su influencia a través de sus fuerzas subsidiarias, también se había fortalecido en otros ámbitos gracias a sus vínculos crecientes con Rusia y China.

Así se desarrollaron los acontecimientos que desembocaron en la madrugada del 13 de junio. Los países de la región adoptaron una actitud expectante, confiando en que Trump pudiera alcanzar un acuerdo. Las naciones del Golfo lo recibieron en mayo, transmitiéndole su deseo de estabilidad, mientras seguían de cerca sus iniciativas diplomáticas con Siria.

Se pensaba que Estados Unidos podría reducir la tensión y frenar un ataque israelí. Sin embargo, ahora todo indica que los cálculos realizados en el Golfo y otras regiones eran erróneos. La pregunta ahora es: ¿estos ataques conducirán realmente a una desescalada, o provocarán una dura represalia por parte de Irán?

Irán, probablemente, es consciente de que le conviene modular su respuesta. Mantiene relaciones positivas con Catar y ha estrechado lazos con Arabia Saudita. Su canciller estuvo esta semana en Oslo y ha establecido contactos con Egipto y otros países de la región. Irán intentará responsabilizar a Israel por la escalada y presentarse como víctima ante la comunidad internacional.

También ha tomado nota de la votación en la ONU del 12 de junio, donde la mayoría de los países abogaron por un alto el fuego, y sólo unos pocos respaldaron a Israel. Israel ha perdido apoyos, incluso entre países europeos. La guerra en Gaza, que ya lleva 600 días, ha dejado de contar con respaldo popular. Trump ha intentado poner fin a este conflicto y alcanzar un acuerdo con Irán.

Ahora, Irán se encuentra en un momento decisivo. La región, por su parte, se sienta sobre un volcán que podría estallar en cualquier instante, rezando para que permanezca dormido.

Poco después de las tres de la madrugada, comenzaron a sonar sirenas en distintos puntos de Israel. Acto seguido, el ministro de Defensa israelí anunció el inicio de un ataque preventivo contra Irán.

Fuente: https://www.jpost.com/middle-east/iran-news/article-857578