Al evaluar el desarrollo a lo largo del Corredor de Wakhan, China se ve obligada a encontrar un equilibrio entre sus expectativas económicas y el creciente riesgo geopolítico, lo cual genera para Pekín una situación en gran medida indeseada en el contexto afgano.
La propuesta china de iniciar patrullas conjuntas aparece como un paso cauteloso destinado tanto a disipar sus propias inquietudes internas como a responder a las preocupaciones de sus socios afganos; sin embargo, este movimiento corre el riesgo de quedarse en lo meramente superficial.
La militarización de la región en tales términos podría reproducir una dinámica semejante a la de la Guerra Fría, devolviendo a Afganistán al centro de las tensiones internacionales y abriendo la posibilidad de nuevos escenarios de confrontación entre las potencias globales.
El 21 de agosto, tras visitar India y Pakistán, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, aterrizó en Kabul. La visita a Afganistán revestía especial importancia, ya que se producía después de una pausa de tres años desde la última realizada en marzo de 2022. No obstante, lo más relevante fue el verdadero eje del itinerario: la reunión trilateral con Pakistán y Afganistán, destinada a abordar las preocupaciones de seguridad en torno al Corredor de Wakhan, la estrecha franja terrestre que conecta China con Afganistán.
El Corredor de Wakhan es una franja de tierra que une la Región Autónoma Uigur de Xinjiang con la provincia de Badakhshan, en el noreste de Afganistán. Su anchura varía entre 10 y 50 kilómetros, y su longitud alcanza los 350 kilómetros. Se encuentra encajado entre Tayikistán al oeste y Khyber Pakhtunkhwa y Gilgit-Baltistán al este.
Si bien es cierto que, desde la llegada al poder de los talibanes en 2021, China no ha dejado de invertir en Afganistán, Pekín mantiene una actitud cautelosa en sus relaciones con Kabul debido a que las primeras inversiones no han resultado tan rentables como se esperaba. Según un informe publicado por el Stimson Center, las inversiones chinas se han mantenido prácticamente en el mismo nivel desde 2021, mientras que las importaciones procedentes de Afganistán no han registrado un aumento significativo. El mismo informe señala que las inversiones chinas en la mina de cobre de Mes Aynak y en los campos petrolíferos del Amu Daria tampoco se han materializado.
A pesar de todos estos obstáculos, los talibanes y Pekín continúan con el plan de construir una carretera a través del Corredor de Wakhan que conecte directamente a Afganistán con China. De acuerdo con Al Emarah English, órgano oficial del gobierno talibán, la carretera del Corredor de Wakhan está prevista en dos fases. La primera etapa abarca un tramo de 50 kilómetros desde Bazai Gonbad, en el Pequeño Pamir, hasta el punto cero de la frontera con China. En este segmento los trabajos preparatorios ya se han completado y, en marzo de 2025, las obras se encontraban ejecutadas en un 60%. La segunda etapa cubrirá un tramo de 71 kilómetros y se espera que concluya antes de que finalice el presente año.
Los expertos señalan que, una vez finalizada esta vía, China podrá acceder a nuevos mercados en Europa a través de Afganistán, mientras que, para un país sin litoral como Afganistán, el corredor proporcionará una nueva ruta de importación y exportación directa con China.
Factores de Riesgo a lo Largo del Corredor de Wakhan
A pesar del potencial que ofrece el proyecto para generar importantes beneficios económicos, Pekín sigue mostrándose cauto y reacio a acelerar su implementación debido a las amenazas de seguridad procedentes de actores no estatales. La semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores de China solicitó a los talibanes la realización de patrullas conjuntas y la adopción de esfuerzos más agresivos en la lucha contra el terrorismo. Las preocupaciones de Pekín se derivan de la presencia de grupos como el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM) y el Estado Islámico de la Provincia de Jorasán (ISKP), ambos activos en Afganistán y responsables en el pasado de ataques contra intereses chinos en la región.
A la luz de los siguientes elementos, estas inquietudes parecen justificadas:
En primer lugar, existe una amenaza persistente proveniente del Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM). Se trata de un movimiento separatista uigur que busca la independencia de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, en el noroeste de China. Mientras que el sur de Sinkiang está poblado mayoritariamente por musulmanes uigures, el norte de la zona de Urumqi se encuentra habitado en gran medida por chinos de etnia han. Los uigures sostienen que Sinkiang antiguamente conocido como Turkestán Oriental fue ocupado ilegalmente por China. Por ello, el ETIM, también denominado Partido Islámico del Turkestán (TIP), perpetró numerosos actos de violencia en las últimas décadas de 1990 y los primeros años de 2000.
En los últimos años, la presión ejercida por el gobierno chino contra este movimiento provocó que muchos de sus miembros emigraran hacia Afganistán, donde fueron acogidos por los talibanes y combatieron en las filas de Al Qaeda. El actual líder del ETIM, Abdul Haq Turkestani, forma parte del Consejo de la Shura de Al Qaeda. La organización mantiene una fuerte presencia en la provincia de Badakhshan, lugar donde comienza el Corredor de Wakhan. Tras su llegada al poder en 2021, el gobierno talibán, cediendo a la presión china, trasladó a los militantes del ETIM desde Badakhshan hacia las regiones más meridionales del país. Sin embargo, informes recientes advierten de la posibilidad de que el ETIM esté reestructurándose en Siria, Afganistán y otros lugares, lo cual enciende nuevamente las alarmas en Pekín.
Los combatientes uigures del Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM), enviados a Siria por su comandante Abdul Haq Turkestani, combatieron en las filas del Frente al-Nusra, organización que posteriormente adoptó el nombre de Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Convertido en parte integral de la coalición de HTS estructura que logró derrocar al régimen de Asad en diversas zonas, el contingente del ETIM en Siria obtuvo importantes beneficios de esta lealtad. Tanto el líder de HTS, Abu Muhammad al-Julani, como el propio presidente sirio integraron a varios comandantes veteranos del ETIM en el ejército sirio. Al-Julani ascendió a Abdulaziz Dawud Hudaberdi (“Zahid”), uno de los líderes más prominentes del ETIM, al rango de general de brigada, e incorporó a los combatientes uigures en la recién creada 84ª División. Se trata de combatientes endurecidos por la guerra, con experiencia en tácticas de guerra naval, como ataques en lanchas rápidas, operaciones de rescate desde el mar, natación armada y buceo de combate. Según informes, las unidades del ETIM en Siria operaron contra las fuerzas del régimen de Asad mediante una célula de ataques con drones denominada “Falcons” (Halcones).
En Afganistán, se estima que el ETIM ha alcanzado una membresía de unos 750 integrantes. Asimismo, se cree que posee misiles antitanque, incluidos BGM-71 TOW. Considerando el éxito de su intervención militar en Siria, el movimiento ha decidido “acelerar” su lucha por la independencia de Sinkiang respecto de China. Con un contingente que en Siria se calcula entre 2.000 y 3.000 combatientes, la eventual migración de militantes experimentados hacia Afganistán fortalecería de forma inevitable la presencia del ETIM en ese país. Se ha informado que esta cuestión fue discutida con el gobierno talibán en diciembre de 2024. No obstante, el ETIM permanece bajo estrecha supervisión de los talibanes, lo cual ha generado fracturas y divisiones internas; algunos de sus miembros se han incorporado a su histórico rival, el Estado Islámico de la Provincia de Jorasán (ISKP).
En segundo lugar, el ISKP ya ha atentado en el pasado contra intereses chinos y ha prometido reiterar este tipo de acciones en Afganistán y otros lugares. En un mensaje difundido en julio de 2025 bajo el título “La voz de la resistencia”, el ISKP calificó a los chinos de “infieles” y “ateos”, acusó a los talibanes de estrechar demasiado sus vínculos con Pekín y proclamó que el Estado Islámico constituye la única esperanza para los musulmanes uigures. En dicho comunicado, el ISKP se refirió explícitamente a la represión china contra los uigures y manifestó su objetivo de reclutar tanto a los uigures como a los disidentes procedentes del ETIM. Todo indica que, al menos en una primera fase, esta estrategia ha tenido cierto éxito.
En octubre de 2021, el ISKP perpetró un ataque contra una mezquita en Kunduz, cuyo autor era de origen uigur. Este hecho reforzó la impresión de que, dadas las restricciones impuestas por los talibanes al ETIM en Afganistán, algunos combatientes uigures pudieron haber pasado a las filas del ISKP. Paralelamente, la organización intensificó su propaganda dirigida a simpatizantes centroasiáticos, especialmente de Tayikistán y Uzbekistán. Su órgano oficial, Al Azaim, incrementó notablemente los mensajes en tayiko, orientados en particular a la población de Tayikistán. Según diversos informes, desde 2017 el ISKP ha llevado a cabo al menos nueve ataques en Afganistán utilizando combatientes de origen tayiko. Uno de ellos tuvo lugar en diciembre de 2022 en el barrio de Shahr-e-New de Kabul y dejó cinco ciudadanos chinos heridos.
A la luz de estas nuevas incorporaciones y deserciones, se estima que el ISKP cuenta únicamente en Afganistán con una fuerza de aproximadamente 2.000 combatientes, compuesta por pastunes suníes, tayikos, uzbecos y uigures.
En tercer lugar, y aún más relevante, se cree que ciertos elementos de grupos como el ETIM, bajo control de los talibanes, han cooperado en secreto con el ISKP y con otras pequeñas organizaciones con el fin de perpetrar ataques contra intereses chinos. Por ejemplo, se sospecha que algunos miembros del ETIM participaron en los atentados organizados por el ISKP contra objetivos chinos en Kabul en diciembre de 2022. Diversos informes sugieren que, pese a ser rivales, ETIM e ISKP han colaborado en Afganistán para vigilar a ciudadanos chinos y que incluso han impreso carteles conjuntos en idioma uigur. Esta cooperación no se limita únicamente a Afganistán: también se ha señalado que el ETIM y el grupo Jaish al-Adl, con base en Pakistán, habrían planificado y ejecutado conjuntamente ataques contra intereses chinos en territorio paquistaní.
A la luz de todos estos elementos, la percepción de que el ETIM y el ISKP principales preocupaciones de seguridad de Pekín representan una amenaza tangible para las fronteras chinas y para sus ciudadanos en Afganistán parece haberse confirmado. En enero de 2025, el ISKP asesinó a un ciudadano chino que trabajaba en una mina próxima a la frontera con Tayikistán, constituyendo probablemente la primera víctima china en un atentado perpetrado por esta organización en Afganistán. Posteriormente, en julio de 2025, cuatro ciudadanos chinos que trabajaban en una mina en la provincia de Badakhshan fueron asesinados, aunque el ataque no se atribuyó directamente a ningún grupo terrorista.
Existen además indicios de que el ISKP ha desplazado a parte de sus combatientes desde sus bastiones tradicionales en Kunar y Nangarhar hacia Badakhshan, lo que ha facilitado la ejecución de atentados en esa región, incluyendo el ataque contra un ciudadano chino en 2025 en el sector occidental del Corredor de Wakhan, próximo a la frontera tayika. De manera similar, Khyber Pakhtunkhwa, región adyacente al extremo oriental del Corredor de Wakhan en Pakistán, constituye para China un verdadero campo minado, escenario en el pasado de múltiples atentados organizados por separatistas baluches, entre ellos el ataque de marzo de 2024 en el que perdieron la vida cinco ciudadanos chinos.
Si a este panorama se añade la posibilidad de una fragmentación interna del ETIM y de una eventual colaboración con el ISKP, las preocupaciones de seguridad de Pekín no harán sino profundizarse aún más.
Al evaluar el desarrollo a lo largo del Corredor de Wakhan, China se ve obligada a mantener un delicado equilibrio entre sus expectativas económicas y el incremento de los riesgos geopolíticos; ello genera, en términos generales, una situación poco deseable en Afganistán. La propuesta china de iniciar patrullas conjuntas parece un paso prudente destinado tanto a mitigar sus inquietudes internas como a responder a las preocupaciones de sus socios afganos; sin embargo, este movimiento corre el riesgo de quedarse en un gesto superficial.
La militarización de la región de esta manera podría abrir la puerta a nuevos enfrentamientos entre potencias globales, al reubicar a Afganistán, una vez más, en el centro de una dinámica reminiscentemente similar a la de la Guerra Fría. La tentativa de actores regionales, como Pakistán, de implicarse en este proceso constituye ya de por sí una señal amenazante. De hecho, el apoyo que Estados Unidos brinda a Pakistán en el actual conflicto indo-pakistaní refleja, en gran medida, la posición que Islamabad ocupaba durante la invasión soviética de Afganistán.
En este escenario emergente, la posibilidad de que la Cachemira bajo ocupación pakistaní (POK) incluido Gilgit-Baltistán, vecino del Corredor de Wakhan sea integrada a la India se convierte en una perspectiva cada vez más lejana, lo cual genera un motivo adicional de preocupación para Nueva Delhi.
Fuente:https://www.geopoliticalmonitor.com/chinas-wakhan-corridor-dilemma-economic-development-or-security/