Cómo los Judíos Estadounidenses Monopolizan los Relatos Sobre Palestina

octubre 30, 2025
image_print

La intersección entre influencia política y propiedad mediática resulta alarmante no solo por la magnitud de su alcance, sino también por la facilidad con que se integra en la corriente principal cultural y política, presentando intereses extranjeros como si fuesen consensos internos.

La convergencia entre el poder político y el capital que prioriza a Israel ha transformado a los medios estadounidenses en instrumentos de conformidad ideológica. Ahora, con la unión de Fox News, que siempre ha priorizado la narrativa israelí, y el imperio mediático en expansión de Ellison, que monopoliza el relato, Estados Unidos parece haber alcanzado finalmente su propia “Pravda israelí” un sistema informativo donde la diversidad de voces se diluye bajo el peso de una narrativa única y hegemónica.

La naturaleza de las relaciones entre Estados Unidos e Israel desafía, en muchos aspectos, la lógica política y el sentido común. Se trata de una relación asimétrica, moldeada por una red de influencia organizada, poder financiero, control mediático y dinámicas de manipulación, que beneficia de manera unilateral a una de las partes. A pesar de que Israel no aporta una contribución tangible a la seguridad, al valor estratégico ni a la economía de Estados Unidos, Washington continúa definiendo su política exterior y su brújula moral en función del eje israelí. Tal situación resulta tan paradójica que parece rozar lo mágico.

Esta relación no se limita a los pasillos del Congreso: ha penetrado el tejido mismo del sistema de información, donde una agenda favorable a Israel orienta discursos y percepciones. Tal influencia reconfigura la manera en que los estadounidenses piensan y perciben el mundo, operando a través de los órganos legislativos, las redacciones de noticias, los algoritmos y los llamados “influenciadores” remunerados uno por uno.

En este marco, las industrias mediática y del entretenimiento de Estados Unidos se han convertido en herramientas centrales para moldear el paisaje político y la cultura nacional. Un ejemplo revelador es el de Safra Catz, directora ejecutiva de Oracle, quien expresó abiertamente esta intención en un correo electrónico enviado en 2015 al entonces primer ministro israelí Ehud Barak, donde escribió:

“Creemos que debemos incorporar el amor y el respeto hacia Israel dentro de la cultura estadounidense.”

Una década después, esta visión parece estar consolidándose. Larry Ellison, fundador de Oracle y reconocido por su afinidad con Israel, se prepara ahora para adquirir grandes estudios cinematográficos y conglomerados informativos. Su hijo, David Ellison, ha asumido la dirección de Paramount y CBS tras la fusión de Skydance–Paramount, mientras que el propio Ellison padre mantiene negociaciones para la compra de Warner Bros., sus estudios de cine y CNN.

En conjunto, estos movimientos reflejan un proceso más amplio de convergencia entre capital tecnológico, poder mediático y estrategia política, donde los límites entre influencia cultural y dirección geopolítica se vuelven cada vez más difusos.

Como importante propietario de medios y figura influyente en campañas políticas, Larry Ellison posee un historial documentado de coordinación con representantes del gobierno israelí. Esta colaboración quedó reflejada en una serie de correos electrónicos filtrados y publicados recientemente por Drop Site News y Responsible Statecraft.

En una de esas comunicaciones, datada en 2015, el entonces embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Ron Prosor, preguntó a Ellison si el senador Marco Rubio había “pasado por su revisión”. Ellison respondió asegurando que Rubio sería “un gran amigo de Israel” y, poco después, donó cinco millones de dólares a su campaña para las primarias presidenciales. En este episodio, Rubio no fue evaluado tanto como un político estadounidense, sino como un aliado confiable de Israel.

En los últimos años, diversos analistas han señalado que la estructura de propiedad de los grandes medios estadounidenses favorece la concentración de voces y enfoques ideológicos. Algunos medios, bajo la dirección o influencia de empresarios con fuertes lazos políticos, se han convertido en espacios de circulación constante entre el poder mediático y la política exterior, donde los profesionales de la información pasan de los medios a los centros de poder y viceversa.

Un ejemplo reciente es Bari Weiss, fundadora de The Free Press y actual directora editorial de CBS News, quien ha defendido con énfasis las políticas israelíes en Gaza. Con su ascenso, narrativas antes marginales ganan visibilidad dentro de los principales canales informativos del país.

Asimismo, Larry Ellison y Miriam Adelson una de las principales donantes de las campañas de Donald Trump, con contribuciones que superan los 100 millones de dólares representan una tendencia más amplia: el creciente peso de los grandes financiadores privados en la definición de prioridades diplomáticas en Washington. Incluso el expresidente Trump, que se autodefinía como un líder “America First”, reconoció públicamente ante el Parlamento israelí que su mayor donante “amaba más a Israel que a Estados Unidos”.

Estas dinámicas ilustran cómo las redes financieras, políticas y mediáticas se entrelazan, condicionando tanto la formulación de políticas públicas como la configuración del debate cultural y comunicativo en Estados Unidos.

Además de los medios tradicionales, las redes sociales se han convertido en el nuevo territorio de influencia para diversos actores de poder con intereses alineados con Israel. Entre las grandes plataformas globales, TikTok destaca por ser una de las pocas que no pertenece ni está controlada por inversores vinculados a dicho entorno. Por ello, constituye probablemente el único espacio digital de gran alcance que escapa al control de las redes de influencia mediática asociadas a Israel.

En este contexto, no resulta casual que autoridades israelíes y figuras políticas o mediáticas afines en Estados Unidos hayan intensificado los argumentos sobre supuestos “riesgos de seguridad de los datos”, utilizados como justificación para restringir o supervisar el funcionamiento de TikTok.

Los intentos de adquirir la plataforma han sido encabezados por Larry Ellison y la familia Murdoch, ambos con reconocida influencia en los sectores de medios, tecnología y política. Según diversos analistas, el debate sobre TikTok trasciende la cuestión de la ciberseguridad: lo que está en juego es la capacidad de controlar los relatos públicos y las narrativas geopolíticas. La preocupación principal no radica en el posible acceso de China a los datos estadounidenses, sino en el hecho de que determinados grupos de poder no pueden manipular el algoritmo ni el flujo de contenidos de la plataforma.

De manera significativa, el propio primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, celebró la posible compra de TikTok, calificándola como “la adquisición más importante en curso”. En un mensaje dirigido a un grupo de llamados “guerreros digitales”, afirmó:

“Las armas cambian con el tiempo; las más eficaces hoy se encuentran en las redes sociales.”

Las consecuencias de esta dinámica trascienden el ámbito periodístico. Una investigación de Responsible Statecraft reveló que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel ofrecía hasta 7.000 dólares por publicación a influencers estadounidenses que difundieran contenidos favorables a Israel sin revelar su patrocinio. En otras palabras, el espacio informativo de Estados Unidos se encuentra cada vez más expuesto a operaciones de propaganda extranjera no declarada.

Lo que presenciamos no es solo la producción de consenso, sino la colonización corporativa y mercantilizada de la verdad. Mientras el imperio mediático de Ellison controla plataformas, figuras como Weiss dirigen redacciones, y los ministerios israelíes financian la circulación de contenidos, la mente colectiva estadounidense se ve atrapada en una ilusión cuidadosamente diseñada.

No se trata meramente de un sesgo mediático, sino de una forma institucionalizada de propaganda, oculta bajo la apariencia de “periodismo convencional”.

Voltaire escribió una vez: “Quienes pueden hacerte creer absurdos, pueden también hacerte cometer atrocidades.”
Durante décadas, Israel y sus aliados políticos han logrado convencer a amplios sectores de la sociedad estadounidense de ciertos supuestos profundamente cuestionables: que la religión otorga a los europeos derechos ancestrales sobre Oriente Medio; que un Estado ocupante dotado de armas nucleares puede ser presentado como una víctima; y que un acto de violencia sistemática contra una población civil puede justificarse bajo el nombre de “autodefensa”.

La verdadera prueba de la democracia estadounidense no se libra en los campos de batalla, sino en la capacidad de resistir la colonización del pensamiento nacional frente a la influencia ejercida por grupos de presión como el AIPAC, frente a las noticias manipuladas y, sobre todo, frente a los intentos de restringir la libertad académica dentro de las universidades.

La intersección entre poder político y propiedad mediática resulta preocupante no solo por la amplitud de su alcance, sino también por la facilidad con la que se integra en la corriente cultural y política dominante, presentando intereses externos como si fueran consensos internos.
La fusión entre influencia política y capital alineado con Israel ha transformado los medios estadounidenses en instrumentos de uniformidad ideológica.

Y ahora, con la convergencia entre Fox News, que tradicionalmente ha priorizado la narrativa israelí, y el creciente imperio mediático de Larry Ellison, orientado a controlar el discurso, Estados Unidos parece encaminado a crear su propia “Pravda israelí”: un sistema comunicativo donde la diversidad de perspectivas se diluye bajo una sola voz legitimadora del poder.

Jamal Kanj es autor de Children of Catastrophe: Journey from a Palestinian Refugee Camp to America (Hijos de la catástrofe: viaje desde un campo de refugiados palestino hasta América) y de otros libros. Escribe regularmente sobre temas relacionados con el mundo árabe en medios nacionales e internacionales.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2025/10/27/how-israel-first-jewish-americans-plan-to-re-monopolize-the-narratives-on-palestine/