Una Mano Empuja al Mundo hacia China; la “Alternativa Imperial”

septiembre 21, 2025
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La cuenca de Mesopotamia-Mediterráneo, como modelo ejemplar del proceso de integración continental de todos los pueblos oprimidos del mundo, tarde o temprano habrá de organizarse como un único país y un solo Estado. Este objetivo no es tarea de las mentes racistas, obtusas, tribalistas, sectarias o occidentalizadas. Ellos ya han agotado su tiempo; durante doscientos años no han ofrecido a estas tierras más que sangre, lágrimas, guerras civiles, traiciones, colaboracionismo, esclavitud, dependencia y un complejo de inferioridad.

Ahora ha llegado el turno de la voluntad orgánica que porta el espíritu genuino de esta geografía. Esa voluntad es, en palabras de un texto sapiencial, “el alma del fuego extinguido en el agua”. La brasa del ave Fénix que renacerá de sus cenizas es el ojo del Símurg que alcanzará inevitablemente la meta. Ese horizonte representa el renacimiento del pueblo de Abraham, de la fe hanif, de la tradición auténtica, es decir, del nuevo nacimiento de Adán.

El siguiente artículo es un resumen actualizado de los textos que el autor publicó en los años 2004-2005 en la revista Yarın y que posteriormente incorporó a su libro titulado La geopolítica de la teología: Dios-Patria

El Nuevo Mesías hacia China frente al Caos Global

El ala financiero-capitalista de la coalición global considera a las fuerzas convencionales como su principal enemigo. Los Estados-nación, las religiones institucionalizadas, las “grandes narrativas”, es decir, todos los posibles dinamismos de resistencia frente al orden del capital, son objeto del odio del capital financiero. Este, en lugar de tales instituciones y doctrinas tradicionales, avanza mediante la creación de sus propias herramientas: en vez de las organizaciones interestatales (ENGO), las organizaciones no gubernamentales (ONG); en vez de los tratados entre Estados, el derecho entre corporaciones; en lugar de la cultura nacional, la cultura de la imagen capitalista global; en vez de la economía nacional, una economía transnacional centrada en flujos líquidos de capital; y en lugar de la esencia trascendente de la religión (el tawḥīd), el diálogo interreligioso de raíz pagana-humanista. Bancos, bolsas, medios de comunicación y ONG constituyen los instrumentos fundamentales del capital global.

Este poder busca asentarse de manera llamativa en India y en China. Carece de lealtad a la tierra, a la tradición o a los pueblos; por ello actúa como si estuviera en busca de un nuevo continente por descubrir. Sus contradicciones internas con el ala convencional de Estados Unidos parecen ser la verdadera razón de esta búsqueda. La cuestión de quién ostentará la última instancia de decisión entre las élites superiores que gobiernan la totalidad de la estructura estadounidense ha forzado al capital global a buscar una base de reserva. Si el nuevo orden mundial se construye sobre la base de los Estados nacionales y regionales siguiendo el método del ala convencional, el capital financiero se verá sometido a nuevas restricciones. Por ello, parece prepararse para un nuevo nacimiento centrado en China.

China se asemeja, en este sentido, a la América del siglo XV: un continente aislado del mundo, a la espera de ser descubierto. Con el maoísmo, su élite dirigente de tradición de contacto con Occidente-Inglaterra y su carácter político-económico, constituye casi una caja cerrada. Desde la perspectiva de la tradición del capital global que ha dirigido el comercio mundial en contradicción con las potencias convencionales Fenicia, Cartago, Venecia, la Compañía de las Indias Orientales en el siglo XVIII, China es el espacio más propicio para abrir una nueva página tras abandonar el continente americano y desplazar el eje global hacia el Pacífico. Las fuerzas financieras-capitalistas concentran discretamente allí sus recursos. Las inversiones, la producción de alta tecnología y las relaciones opacas establecidas con el capital financiero global sugieren la construcción de un nuevo superimperio, de apariencia china (e india), pero en realidad gobernado por los barones financieros internacionales.

En este contexto, resulta significativo que la imagen misma de Estados Unidos sea erosionada por instrumentos controlados por el capital financiero. Los mecanismos que difundieron al mundo la brutalidad en Irak estaban bajo su control. Como si el capital financiero llevara a cabo una suerte de guerra fría dentro de Estados Unidos, utilizando el chantaje contra el ala rival.

El sistema de chantaje global, en el que un lobby judío presentado como el “FETÖ estadounidense” controla a las élites dirigentes de todos los países con métodos similares a los de Epstein, se prolonga sin obstáculos. En este escenario de caos, la violencia desatada en Gaza por el sionismo israelí masacrando a niños y sembrando un terror comparable al de las invasiones mongolas pretende transmitir al mundo entero el mensaje: “a ustedes les haremos lo mismo”. Así, la humanidad, exhausta y atemorizada, se ve impulsada hacia la búsqueda de un nuevo salvador-mesías. La estrategia del “partido judío”, que libra una guerra contra los valores ancestrales de la humanidad mediante Israel y mediante chantajes de toda índole, agrava la demonización de Estados Unidos y alimenta la expectativa de una alternativa redentora.

Así como, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como supuesto salvador ofreciendo libertad, democracia y desarrollo a un mundo agotado por los imperialismos inglés, francés y alemán, ahora China aparece en escena, en silencio y con paciencia, como la potencia capaz de redimir a una humanidad asfixiada por la violencia estadounidense-israelí. Con nuevas tecnologías, un modelo económico alternativo y una sociabilidad distinta, se proyecta como el candidato a instaurar un nuevo orden mundial. El demonio, tras haber adoptado las máscaras inglesa, americana, judía, alemana, francesa y rusa, se prepara ahora para desempeñar el papel de mesías bajo el disfraz chino.

Es evidente que el fascismo ario global no tolera bajo ningún concepto una voluntad unitaria en el mundo islámico. Los informes estratégicos que plantean la fragmentación de Türkiye, Irán, Irak, Arabia Saudí, Egipto o Siria tienen como verdadero propietario al capital global. Este busca sabotear toda posibilidad de un “neo-otomanismo” o, en su defecto, convertirlo en un “Gran Israel”. El caos sectario promovido por el “creciente chií” de Irán y el posterior relevo asumido por la coalición Estados Unidos-Israel con matanzas en Siria, Irak, Líbano y Yemen, culmina en la actual devastación de Gaza. Todo ello apunta a destruir el germen de una posible Roma/Otomano musulmana en el espacio Mesopotamia-Mediterráneo. La liquidación del islam como religión también forma parte de su programa: el único foco de resistencia, aunque disperso y sin proyecto, es todavía el mundo islámico.

La consecuencia última de estas operaciones diabólicas es que numerosas víctimas países, Estados, sociedades u organizaciones se inclinen hacia China, mientras que los demás se someten y se convierten en instrumentos del poder agresor. Al igual que en la Guerra Fría, se prepara un falso abrazo alternativo, de aparente antiimperialismo y socialismo comunitario, para quienes no se sometan al eje anglosajón-judío. Rusia representó esta farsa durante sesenta años; ahora China parece dispuesta a asumir el papel. “Lo peor es el abuso de lo mejor”: bajo consignas de antiimperialismo, antioccidentalismo, libertad de los pueblos o liberación nacional, se destruyeron las tradiciones y memorias, se secularizaron sociedades y se expandió voluntariamente la hegemonía capitalista hacia Oriente.

Hoy, ese orden ario demoníaco adopta el disfraz de los semi-humanos chinos, aún incompletos en su evolución. Tecnologías ultramodernas, ciudades deslumbrantes, instrumentos de comunicación, transporte y vida alternativos a los occidentales, armas desafiantes al poder atlántico… Lo único que falta es una ideología atractiva, un repertorio cultural y espiritual que sustituya el viejo socialismo ruso. Quizás, como en los últimos quinientos años, ideologías, filosofías de vida, códigos culturales y religiosos renovados estén ya preparados y simplemente no se hayan revelado aún, esperando su irrupción en la década de 2030.

Ahmet Özcan

Ahmet Özcan, cuyo nombre de registro es Seyfettin Mut, se graduó de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Estambul (1984-1993). Ha trabajado en publicación, edición, producción y como escritor. Fundó las editoriales Yarın y el sitio de noticias haber10.com. Ahmet Özcan es el seudónimo del autor.
Sitio web personal:
www.ahmetozcan.net -
www.ahmetozcan.net/en
Correo electrónico: [email protected]

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