¿Será Argentina el próximo destino de la diáspora judía?

julio 24, 2025
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Mientras Javier Milei transforma a Argentina en uno de los países más amigables con la comunidad judía a nivel mundial, el país podría convertirse en un refugio para los judíos. En un contexto en el que el futuro de Israel se ve ensombrecido por la incertidumbre, el entorno geopolítico relativamente más estable de Argentina, junto con su vasta y tranquila geografía, podrían representar una alternativa atractiva en caso de que el proyecto sionista sufra un revés.

La elección de Javier Milei como presidente de Argentina en diciembre de 2023 ofreció una oportunidad sumamente llamativa para la comunidad judía internacional.

Decir que el gobierno de Milei es pro-sionista sería quedarse corto. Más allá de sus promesas de convertir la economía argentina en un destino atractivo para los círculos financieros internacionales, Milei no ha dudado en alinearse activamente con los intereses judíos: desde declarar duelo nacional por la familia Bibas hasta cambiar el nombre de una calle en Buenos Aires, pasando por la designación de Hamás como organización terrorista y la promesa de trasladar la embajada argentina a Jerusalén. Sus esfuerzos por promover la causa judía son tan pronunciados que uno podría pensar que su lugar natural no es la Casa Rosada, sino el Knéset israelí.

O tal vez se trate de algo aún más trascendental. Aunque el pueblo judío ha recuperado su soberanía tras dos mil años, es ampliamente reconocido que la historia judía ha sido moldeada por repetidas expulsiones de una multitud de naciones. El ejercicio del poder estatal ha sido una constante rara vez favorable en la experiencia histórica del judaísmo, y la llamada “maldición del año ochenta” representa un recordatorio inquietante de la profunda inestabilidad que ha sacudido a los Estados judíos a lo largo del tiempo.

Los implacables ataques de Hamás, los misiles lanzados por Hezbolá desde el norte, los bombardeos iraníes contra ciudades como Haifa y Tel Aviv combinados con los crecientes conflictos internos entre judíos laicos y religiosos, así como la carga socioeconómica que representa la población ultraortodoxa dependiente de subsidios han intensificado las dudas sobre la viabilidad a largo plazo de Israel como Estado funcional. Frente a estas tendencias alarmantes, una estrategia de repliegue a largo plazo podría resultar necesaria.

Es en este contexto donde resurge el llamado Plan Andinia.

Las acciones de Milei orientadas a convertir a Argentina en un refugio para el judaísmo global han reavivado las teorías sobre la existencia de un plan sionista más amplio destinado a colonizar la región patagónica compartida por Argentina y Chile.

Esta hipótesis fue inicialmente formulada a mediados de los años sesenta por miembros del Frente Nacional Socialista Argentino y posteriormente difundida por el diplomático chileno y ocultista hitlerista Miguel Serrano. Este exfuncionario afirmaba que, desde hacía más de dos décadas, ciudadanos judíos disfrazados de mochileros y excursionistas humildes recorrían las zonas más remotas y estratégicas del sur chileno con el respaldo de las autoridades nacionales, las fuerzas armadas, la marina y la Corporación Nacional Forestal (CONAF); y sostenía que, en realidad, se trataba de efectivos del ejército, la fuerza aérea o los servicios de inteligencia israelíes.

En efecto, Radio Universidad de Chile informó que, tras completar el servicio militar obligatorio, numerosos jóvenes israelíes optaban por viajar por Sudamérica, siendo la Patagonia uno de sus destinos predilectos. Un caso particularmente notorio tuvo lugar a finales de diciembre de 2011, cuando el turista israelí Rotem Singer provocó accidentalmente un gran incendio forestal en el Parque Nacional Torres del Paine, en Chile. El siniestro arrasó más de 17.000 hectáreas de terreno virgen.

Las autoridades chilenas detuvieron a Rotem Singer; sin embargo, antes de abandonar el país, el turista israelí alcanzó un acuerdo mediante el cual aceptó pagar una indemnización de aproximadamente 10.000 dólares a la CONAF. Esta resolución indulgente provocó la indignación de la opinión pública chilena, que esperaba una pena de prisión para Singer. En señal de protesta, manifestantes se congregaron frente a la Corte Suprema de Chile para expresar su rechazo al fallo judicial.

En una entrevista realizada en 2017, el director regional de la CONAF en Magallanes reveló que, en un período de cinco años, casi dos tercios de los individuos expulsados del Parque Nacional Torres del Paine eran turistas israelíes. Este dato preocupante generó la aparición de prácticas informales, como la decisión de varios dueños de hospedajes locales de no aceptar a ciudadanos israelíes como huéspedes.

Resulta paradójico que la diáspora judía haya echado raíces profundas en Argentina desde hace más de un siglo. La inmigración judía hacia este país se remonta a finales del siglo XIX, en el contexto de una política estatal de inmigración masiva promovida por el gobierno argentino, destinada a poblar extensos territorios poco desarrollados. Entre 1850 y 1913, Argentina recibió a 6,2 millones de inmigrantes europeos, provenientes principalmente de Francia, Alemania, Italia y España.

Entre estos migrantes se encontraban judíos europeos que huían de los conflictos étnicos en Rusia y Europa del Este. Entre 1889 y las primeras décadas del siglo XX, miles de judíos llegaron a Argentina y establecieron colonias agrícolas en provincias como Entre Ríos y Santa Fe. La más célebre de estas comunidades fue Moisés Ville, conocida como la “Jerusalén argentina”, que contó con el respaldo de la Asociación de Colonización Judía, fundada por el filántropo judío Baron Maurice de Hirsch.

Estas colonias fueron concebidas como comunidades autónomas. La idea de establecer asentamientos judíos fuera de Palestina fue seriamente considerada por ciertos sectores del sionismo temprano. En su obra fundamental Der Judenstaat (El Estado Judío), Theodor Herzl identificó a Argentina, junto con Palestina, como una posible tierra de asentamiento judío. Herzl valoraba las vastas y fértiles tierras del país y su escasa densidad demográfica como ventajas significativas. Sin embargo, su visión no contemplaba la creación de un Estado judío independiente, sino una estructura con autonomía local. Esta perspectiva dio lugar más adelante a divisiones dentro de la Organización Territorial Judía, que proponía establecer una patria judía en cualquier parte del mundo, aunque tales planes jamás se concretaron.

Pese a ello, la inmigración judía hacia Argentina continuó, aunque a un ritmo más lento. En su apogeo, la Asociación de Colonización Judía llegó a poseer más de 600.000 hectáreas de tierra, y para 1920, la población judía en Argentina superaba los 150.000 individuos. Las regiones escasamente pobladas del país y su tradición de tolerancia religiosa convirtieron a Argentina en un destino atractivo para los judíos del Viejo Mundo, particularmente aquellos rechazados por el Imperio ruso. En la actualidad, con una comunidad de aproximadamente 250.000 personas, Argentina alberga la mayor población judía de América Latina y la quinta más numerosa fuera de Israel.

Mientras Milei transforma a Argentina en uno de los países más favorables al judaísmo en el mundo, el país comienza a perfilarse como un posible refugio para el pueblo judío. En un contexto en el que el futuro de Israel se ve cada vez más envuelto en incertidumbre, la relativa estabilidad geopolítica de Argentina, junto con su vasta y descomplicada geografía, podrían convertirla en una alternativa atractiva en caso de que el proyecto sionista sufra un revés.

En un mundo donde la permanencia de Israel ya no puede darse por sentada, Argentina se posiciona silenciosamente como un plan B.

Fuente:https://www.theoccidentalobserver.net/2025/07/20/why-argentina-may-be-the-jewish-diasporas-next-frontier/