La Nueva Ecuación Siria y las Opciones

septiembre 24, 2025
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Una proyección sobre el futuro de Siria y los equilibrios regionales: Washington, al respaldar las demandas de autonomía de las Fuerzas Democráticas Sirias mediante arreglos administrativos limitados, busca consolidar de manera permanente la estructura en el noreste del país; sin embargo, la solidez sociológica de tal proyecto sigue siendo objeto de debate. Más de quince años de guerra han erosionado la confianza entre las comunidades. A la luz de este panorama, resulta evidente que Ankara debe conducir su diplomacia regional de manera multidimensional.

Cuando se produzca un cambio de régimen en Siria, las expectativas fundamentales de Ankara resultaban bastante claras: la integración de todos los elementos armados en el ejército nacional, la incorporación de las estructuras regionales en el marco de Damasco, el fortalecimiento de la unidad estatal, la garantía constitucional de los derechos de todos los sectores sociales y la apertura efectiva de los canales de participación política.

En este marco, se preveía que la cuestión kurda se resolviera tanto dentro de las propias fronteras como en el seno del nuevo Estado sirio. Sin embargo, tales expectativas aún no se han materializado. La resistencia de las Fuerzas Democráticas Sirias a la integración, la cancelación de las conversaciones de París, las nuevas posiciones de drusos y alauitas, así como el énfasis emergente en el discurso estadounidense sobre una “solución unitaria pero inclusiva”, han contribuido a profundizar aún más el dilema. Washington, al respaldar las demandas de autonomía de las FDS mediante arreglos administrativos limitados, busca consolidar de manera permanente la estructura en el noreste del país; no obstante, la viabilidad sociológica de dicho proyecto sigue siendo objeto de controversia.

En su estado actual, conviene volver a poner sobre la mesa la distancia y la tensión entre las expectativas de Ankara y la realidad siria. Evaluar los posibles escenarios, los riesgos y las vías de salida se convierte, por tanto, en una tarea ineludible.

Las Posiciones de las Estructuras Organizadas

En la configuración de la nueva realidad siria se sabe que han desempeñado un papel influyente las estructuras organizadas, Israel, ciertas figuras que dirigen el comercio internacional de drogas (entre ellas un líder druso insurgente) y los remanentes del régimen baasista. Estas esferas de poder se articulan en torno a dos prácticas fundamentales. La primera consiste en presentar sus propias demandas, expectativas e intereses como si fueran los de la sociedad en su conjunto. La segunda, en endurecer el clima político mediante un discurso que alimenta la posibilidad del conflicto. Tras ambas estrategias se oculta un propósito claro: impedir que la población discuta y cuestione la posición de la organización y las prioridades que ésta impone.

Para gestionar la situación generada por tales actores emergen dos actitudes distintas.
La primera es conceder una importancia excesiva a la tensión fingida más que real promovida por las organizaciones y los demás elementos mencionados, adoptando una postura rígida frente a ella. Este enfoque no solo aplaza la posibilidad de que la ciudadanía cuestione la agenda impuesta, sino que además favorece su alineamiento con las estructuras organizadas. De hecho, este es un recurso habitual al que dichas organizaciones recurren con frecuencia. Si este escenario se reconoce con claridad y se actúa en consecuencia, aumentan las probabilidades de que la población tome distancia respecto a tales actores. Precisamente, la coyuntura actual en Siria responde a este patrón, y tenerlo en cuenta resulta imprescindible.

El Marco de Ankara

Los ejes a los que Ankara otorga significado y relevancia en su política hacia Siria pueden sintetizarse en cinco puntos.

Primero: la necesidad de preservar la unidad y la integridad territorial del país ante los riesgos de fragmentación y secesión, que podrían derivar en problemas de seguridad con capacidad de afectar directamente a Turquía.

Segundo: la integración de los distintos elementos armados surgidos durante la guerra civil en el seno del ejército sirio, y la prohibición de que existan fuerzas armadas fuera de su marco.

Tercero: garantizar la inclusión política y el pluralismo para superar los problemas de representación social heredados del régimen baasista, de modo que todos los sectores de la sociedad tengan cabida en los niveles locales y centrales del poder.

Cuarto: posibilitar el retorno seguro y digno de los refugiados sirios que se vieron obligados a emigrar a Turquía durante la guerra, incluyendo la restitución de sus propiedades.

Quinto: impulsar la reconstrucción y el desarrollo económico del país.

Las Realidades sobre el Terreno

Los dinamismos que se interponen frente al marco de prioridades de Ankara resultan de una complejidad considerable. Cabe clasificarlos en cuatro ejes diferenciados.

El primer dinamismo se refiere a las Fuerzas Democráticas Sirias, que sitúan sus intereses organizativos por encima del porvenir del país. En lugar de integrarse en el ejército nacional, buscan preservar las fuerzas armadas bajo su control y administrar tanto a las poblaciones como a los territorios mediante el poder que deriva de su propia estructura.

El segundo dinamismo lo constituyen las demandas de otros sectores sociales. Tanto drusos como alauitas, aunque por motivos distintos, reclaman una representación ampliada frente a lo que perciben como presión del centro.

El tercer dinamismo atañe a las fracturas internas de la sociedad. Más de quince años de guerra han deteriorado la confianza entre comunidades. Kurdos, drusos y alauitas defienden un modelo descentralizado, mientras que la mayoría árabe suní, marcada por experiencias pasadas de exclusión, violencia, ejecuciones extrajudiciales y falta de representación, busca un sistema de gobierno que no repita tales agravios.

El cuarto dinamismo involucra a los actores externos. Estados Unidos intensifica su insistencia en la inclusión política; Israel prosigue sus ataques dirigidos a debilitar la administración de al-Šara; Rusia e Irán exploran oportunidades para reinsertarse en la ecuación, pese a la merma de la influencia rusa a raíz de la guerra en Ucrania y a la persistente ambición de Teherán. Europa aspira a erigirse en actor a través del retorno de refugiados y los fondos para la reconstrucción; mientras tanto, los países del Golfo con especial protagonismo de Catar buscan respaldar la gestión transicional mediante paquetes de desarrollo económico.

Ante este panorama, se torna evidente que Ankara debe desplegar una diplomacia regional de carácter multidimensional.

Escenarios Posibles y Riesgos

Al comparar las prioridades de Ankara con las realidades del terreno, se pueden identificar tres escenarios distintos.

El primer escenario consiste en preservar la estructura unitaria del Estado mediante un acuerdo que incluya la transferencia parcial de competencias locales. Se trata de un escenario con alta viabilidad: se mantiene la unidad estatal, pero se concede a las administraciones locales cierta autoridad en cuestiones administrativas. Las Fuerzas Democráticas Sirias se integrarían de forma progresiva en el ejército nacional, mientras que a las regiones drusas y alauitas se les garantizaría representación constitucional y derechos culturales.

El segundo escenario es el de una centralización estricta. Se trata de una opción con elevado nivel de riesgo. El gobierno de Damasco sofocaría las demandas de autonomía y desmantelaría a las FDS. Tal dinámica podría desembocar en nuevas guerras por delegación y en intervenciones regionales.

El tercer escenario corresponde a una fragmentación suave o a una federalización de facto. Sin embargo, es un desenlace que difícilmente aceptarían los árabes que representan cerca del 90 % de la población siria, ni tampoco Ankara ni las principales capitales de Oriente Medio.

Los riesgos asociados a estos escenarios pueden agruparse en seis dimensiones.

Primero, el vacío de seguridad. Cuanto más se retrase la integración, mayor será la posibilidad de que resurjan organizaciones terroristas en la región y de que las milicias locales se fortalezcan.

Segundo, el incremento de la tensión social. Las provocaciones basadas en diferencias sectarias o étnicas pueden abrir el camino a nuevos enfrentamientos.

Tercero, la intensificación de la desarmonía política. Las divergencias de expectativas entre los distintos sectores sociales generan problemas que erosionan la comunicación entre las partes y profundizan las distancias existentes.

Cuarto, la intensificación del caos interno como consecuencia de la pugna entre actores externos. Si Estados Unidos, Israel, Rusia, Europa y los países del Golfo intervienen con visiones divergentes, el resultado será una espiral de conflicto y desorden.

Quinto, la interrupción del proceso de retorno de los refugiados. La cuestión de los desplazados sirios se convirtió en uno de los temas más álgidos del debate interno turco, especialmente después de las elecciones locales de 2024. La incapacidad de garantizar seguridad y restitución de propiedades aplazaría el regreso de millones de refugiados, con el consiguiente aumento de la presión social y económica en Turquía.

Sexto, y quizá más importante, la capacidad institucional y la inclusividad del gobierno de transición. Si éste no logra construir una burocracia sólida ni un horizonte político incluyente, la implementación de cualquiera de los escenarios descritos se tornará sumamente difícil.

Comprensión y Apoyo

Tras su regreso de Catar, el presidente Erdogan respondió a una pregunta sobre la integración entre Damasco y las FDS con las siguientes palabras:

“Ahora ha comenzado una nueva etapa en Siria. Sin embargo, como ustedes saben, desde el sur Israel presiona e intenta desgastar a Siria. Pretenden arrancar algo bajo la lógica de ‘divide y vencerás’. A pesar de todo ello, actualmente en Siria está en funciones una administración que otorga importancia a abrazar a todos. Esto ha alterado los equilibrios en el país, y hay quienes aún no lo digieren. Lo más sensato, lo más prudente y lo más acorde con las condiciones de Siria es que todos comprendan bien esta nueva situación y actúen en consecuencia. Ahora bien, yo también quiero preguntarles: cuando es posible ganar juntos con la paz, ¿por qué perder con el conflicto? Reflexionemos sobre ello. Es indispensable avanzar sin dejarnos arrastrar por provocaciones, sin desviarnos por caminos equivocados, sin caer en los juegos de quienes se alimentan de la sangre musulmana. Nosotros estamos al lado de todos los sirios, sin hacer distinciones”.

Esta respuesta significativa refleja tanto un diagnóstico de la situación como una postura clara de comprensión y de apoyo a la búsqueda de soluciones.

En realidad, conviene reconocer que gran parte de lo que hoy ocurre en Siria es resultado de la ausencia de democracia y de un funcionamiento democrático efectivo. Lo correcto es entender las distintas inquietudes sociales que han emergido en el país como dolores y temores derivados de los acontecimientos posteriores a la caída del dictador. Incluso puede interpretarse como un estado de ánimo negativo producido por la carencia de prácticas democráticas. No obstante, es posible salir de esta situación adversa. El camino consiste en esforzarse por comprender esos sentimientos y preocupaciones, y en brindar apoyo para alcanzar una solución.

No sería realista esperar que los problemas mencionados se resuelvan de inmediato. Siria está intentando por primera vez construir un verdadero proceso democrático y una perspectiva de gobierno pluralista. A través de los modelos que proponemos o de otros semejantes que puedan desarrollarse los sirios comenzarán por primera vez a gobernar su país con su propia voluntad. Este proceso debe ser considerado como el primer paso del encuentro de Siria con un funcionamiento democrático y de la germinación de la democracia. El modo de gestionar las preocupaciones de seguridad pasa precisamente por empatizar y apoyar, a fin de superar el estado de ánimo negativo generado por la carencia de democracia.

En una anécdota atribuida a la antropóloga Margaret Mead, se le preguntó: “¿Cuál es el primer signo de civilización?”. Mead respondió: “Un fémur roto que ha sanado”. Porque un hueso curado significa que alguien lo vendó, lo llevó a un lugar seguro y lo cuidó hasta su recuperación. En definitiva, Mead subrayaba que la civilización comienza cuando se ayuda a alguien en tiempos difíciles.

En Siria, todos tienen el hueso roto. Sanar requiere paciencia y apoyo.

perspektifonline.com

Adnan Boynukara

Adnan Boynukara trabajó como ingeniero y gerente en diversas instituciones entre 1987 y 2009. Fue asesor principal en el Ministerio de Justicia de Turquía entre 2009 y 2015. Fue diputado por la provincia de Adıyaman durante los periodos 25º y 26º en el Parlamento de Turquía. Sus áreas de interés incluyen la administración pública, la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la resolución de conflictos y los procesos de paz.
Correo electrónico: [email protected]

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