La Crisis de Sudán y el Enfoque de Türkiye Basado en la Conciencia Moral

noviembre 16, 2025
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La insistencia del presidente Erdogan en “primero el plan, luego el proyecto” señala que el enfoque de Türkiye hacia Sudán no solo es de carácter diplomático, sino que también puede transformarse en una estrategia operativa centrada en la asistencia y en un esfuerzo orientado a reconstruir un Estado colapsado.

Sudán vive uno de los periodos más devastadores de su historia a raíz de la guerra civil que estalló en abril de 2023 y que continúa desde hace más de dos años. El conflicto entre las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha provocado la muerte de decenas de miles de personas, el desplazamiento de millones de civiles y el colapso de la autoridad estatal en gran parte del país. El hambre, las enfermedades y la destrucción de la infraestructura han empujado al país hacia una catástrofe humanitaria que, lamentablemente, continúa con toda su intensidad.

Ante esta devastación, el presidente Recep Tayyip Erdogan expresó la posición de Türkiye respecto a los acontecimientos en Sudán a través de unas declaraciones realizadas tras su visita a Omán, enmarcando la postura de Ankara en términos humanitarios y diplomáticos. Frente a la tragedia humanitaria en Sudán, Erdogan describió el enfoque de Ankara dentro de una arquitectura basada en la planificación estratégica y la diplomacia humanitaria con las siguientes palabras:

“Es imposible actuar sin un plan. Primero el plan, luego el proyecto. Y los llevaremos a cabo. En definitiva, Sudán es un país que espera en todo momento la mano amiga de Türkiye. Cada dolor, cada masacre, cada tragedia que allí ocurre nos parte el corazón. Además, tienen expectativas de nosotros. En respuesta a esas expectativas, junto con nuestros amigos estamos evaluando qué tipo de apoyo podemos ofrecer y continuamos nuestros esfuerzos en este sentido. Lamentablemente, en los últimos dos años miles de personas han perdido la vida en Sudán. Millones han sido desplazadas y obligadas al exilio. Los niños luchan contra el hambre y las enfermedades. Esperamos que el conflicto en Sudán llegue a su fin y que cese el derramamiento de sangre entre hermanos. Lo vivido hiere también la conciencia de la humanidad. Consideramos que este conflicto debe terminar cuanto antes y que los problemas deben resolverse mediante el diálogo. Somos conscientes de que nuestra responsabilidad es grande. Como Türkiye, no podemos limitarnos a observar lo que ocurre desde la distancia. Continuaremos nuestros esfuerzos diplomáticos para restablecer la paz y la seguridad en Sudán. El pueblo sudanés puede estar seguro de que Türkiye está a su lado.”

El énfasis de Erdoğan en el “plan y el proyecto” no es meramente retórico; de hecho, apunta a una diplomacia estructurada. Esta expresión indica que la respuesta de Türkiye a los acontecimientos en Sudán no se basará en reacciones impulsivas, sino en un marco estratégico concreto.

La guerra civil en Sudán tomó forma durante el proceso de transición iniciado tras el derrocamiento del régimen de Omar al-Bashir en 2019. En el periodo posterior a Bashir, las SAF y las RSF comenzaron a colaborar con los actores civiles dentro de la administración transitoria. Sin embargo, la transición hacia un gobierno civil, la reestructuración del sector de seguridad, la distribución de recursos y diversos problemas estructurales bloquearon el proceso y desembocaron en el conflicto. Dichos problemas estructurales pueden resumirse en la persistencia de una tradición golpista, en unas estructuras políticas profundamente militarizadas, en formas institucionalizadas de discriminación, en la percepción de la diversidad como amenaza, en el uso estatal de milicias y en la fragmentación geográfica y administrativa del país.

Hoy Sudán se encuentra “dividido” entre dos autoridades diferentes. El ejército mantiene su dominio en el norte y el este, mientras que las RSF controlan la región de Darfur y partes del sur del país. La capital, Jartum, y sus alrededores permanecen bajo control de las SAF, pero siguen siendo un campo de batalla. La guerra avanza en un terreno tan profundo y polarizado que el problema ya no es solo un enfrentamiento militar, sino también una disputa que redefine la identidad nacional, el futuro del Estado y los equilibrios en el Cuerno de África. Por ello, el conflicto ya no se limita a las SAF y las RSF: se ha transformado en una guerra en la que se enfrentan dos alianzas armadas compuestas por 18 grupos reunidos en torno a las SAF y 19 grupos alineados con las RSF.

Otro aspecto complejo del conflicto es la intervención regional. Los países involucrados tienen agendas diversas y posiciones cambiantes, lo que hace aún más intrincada la situación. Algunos buscan seguridad, otros intereses económicos o influencia política. Este escenario convierte la crisis sudanesa en un conflicto no solo local, sino en una competencia geopolítica más amplia. Por esta razón, las declaraciones del presidente Erdogan son importantes para comprender la postura de Ankara, que se distingue por una línea no partidista y orientada al diálogo y la paz. El hecho de que Erdogan no mencione ningún objetivo particular más allá de “la paz del pueblo sudanés” refleja esta diferencia. En este sentido, se puede afirmar que la prioridad de Ankara no es ejercer influencia, sino contribuir a la construcción de la paz.

Las palabras de Erdogan “Cada dolor, cada masacre, cada tragedia en Sudán nos conmueve profundamente; el pueblo sudanés puede estar seguro de que Türkiye está a su lado” son significativas. Expresan no solo que Türkiye actúa como un actor diplomático, sino también que asume la responsabilidad moral que impone la conciencia ante el sufrimiento humano. Adoptar tal postura en zonas de conflicto es tanto una elección ética como estratégica.

Sin duda, aplicar este enfoque sobre el terreno no es sencillo. El conflicto entre las SAF y las RSF no es una “guerra civil” clásica, sino un enfrentamiento de suma cero entre dos alianzas armadas formadas durante el propio proceso bélico y que buscan destruirse mutuamente. Las negociaciones realizadas hasta ahora muestran que la idea de retomar un proceso de transición política aún no se ha consolidado. En otras palabras, prevalece en ambas partes la aspiración de ganar la guerra antes de sentarse a negociar. Esta situación, por ahora inviable, limita los esfuerzos de mediación.

La realidad actual aumenta el potencial de Ankara para posicionarse como un actor neutral pero eficaz. Las declaraciones del presidente Erdogan representan una afirmación del rol de Ankara como un actor que no busca la victoria militar, sino la construcción de la paz. Otro punto relevante es que el énfasis de Erdogan en “primero el plan, luego el proyecto” indica que el enfoque de Türkiye hacia Sudán no solo posee una dimensión diplomática, sino que también puede transformarse en una estrategia operativa orientada a la asistencia y en un esfuerzo para reconstruir un Estado colapsado.

Diplomacia Planificada: Una Agenda de Paz en Tres Fases

La expresión del presidente Erdogan “primero el plan, luego el proyecto” puede constituir el fundamento del enfoque de Türkiye hacia Sudán. Este plan podría avanzar a través de una agenda de paz estructurada en tres fases.

La primera fase consiste en un alto el fuego humanitario y en medidas de fomento de la confianza. Este paso debe garantizar la protección de los civiles y el acceso sin obstáculos de la ayuda humanitaria a todos los sudaneses. Instituciones como AFAD, TİKA y la Media Luna Roja Turca disponen de capacidades sólidas que fortalecen la presencia de Ankara sobre el terreno. La asistencia humanitaria que se proporcione en esta etapa inicial podría constituir también la base para construir confianza diplomática.

La segunda fase se centra en las negociaciones para la transición política. Türkiye puede facilitar, en coordinación con las Naciones Unidas, la Unión Africana, la IGAD y los países interesados en la crisis sudanesa, las conversaciones sobre la administración transitoria y el proceso electoral. En esta etapa, el papel de Ankara no debe ser el de un “mediador”, sino más bien el de un “facilitador”, un país que mantiene relaciones con ambas partes. Ganarse la confianza de los actores beligerantes es fundamental para asumir un papel constructivo en la resolución del conflicto, pues constituye la condición previa para mantener viva la mesa de negociación.

La tercera fase abarca la reconstrucción, la construcción del Estado y el desarrollo. El conflicto en Sudán no es un fenómeno reciente; posee un trasfondo histórico y está alimentado por dinámicas persistentes. Por ello, una paz duradera no es solo una decisión militar o política, sino, más aún, una exigencia social. Se trata de una población que lucha por sobrevivir entre la pobreza extrema y la guerra. En este sentido, la solución requiere abordar los problemas institucionalizados, garantizar el desarrollo económico, construir una estructura estatal funcional y fortalecer la estabilidad social. Türkiye y los demás países interesados en la medida en que logren desprenderse de sus agendas particulares poseen la capacidad para contribuir a este proceso. Por ello, Ankara puede convertirse no solo en un actor diplomático, sino también en el arquitecto de la paz sobre el terreno junto con otros actores relevantes.

El enfoque de tres fases que hemos tratado de formular puede constituir la manifestación concreta del énfasis del presidente Erdogan en “primero el plan”. Lo esencial es que, junto con los esfuerzos de alto el fuego y de asistencia humanitaria, se aborden el trasfondo del conflicto, las causas que lo alimentan y los elementos necesarios para evitar su repetición. Otro aspecto fundamental consiste en establecer un marco en el que todas las partes que viven en Sudán formen parte de la solución. De lo contrario, el conflicto podría desencadenar nuevas crisis y la paz duradera podría resultar inalcanzable.

Diplomacia Moral y Profundidad Estratégica

Es evidente que el enfoque de Ankara hacia Sudán trasciende la comprensión clásica de la diplomacia. En esta perspectiva, la diplomacia no es únicamente la expresión de intereses, sino también de responsabilidades morales. El “lenguaje de la conciencia” que se percibe claramente en el discurso del presidente Erdogan otorga un marco humanitario a la política exterior de Türkiye. En un periodo en el que las grandes potencias actúan en zonas de conflicto guiadas principalmente por cálculos de interés, el enfoque de Ankara, basado en la representación de la conciencia moral, ofrece una ventaja estratégica. Así, Türkiye destaca tanto por su legitimidad humanitaria como por su credibilidad diplomática, convirtiéndose en representante de la justicia, los valores humanos y el diálogo.

Lo evidente es que la guerra civil que continúa en Sudán constituye una tragedia que pone a prueba no solo la conciencia de un país, sino la de toda la humanidad. En un contexto en el que miles de civiles han perdido la vida y millones han sido desplazados, el hecho de que la comunidad internacional permanezca atrapada en cálculos de interés es profundamente problemático. Al declarar abiertamente que no posee otra agenda que “restablecer la paz”, Ankara presenta una alternativa distinta a la lógica centrada en intereses que domina el sistema internacional. Las palabras del presidente Erdogan “El pueblo de Sudán puede estar seguro de que Türkiye está a su lado” sintetizan esta visión. Con esta afirmación, Erdoğan subraya que Türkiye no actúa movida por intereses, sino por principios humanitarios, y que asume la responsabilidad de contribuir a la instauración de la paz en Sudán.

En realidad, esta declaración va más allá de ser un mensaje diplomático: constituye un manifiesto político de la conciencia global. El papel que Türkiye puede desempeñar en Sudán y en otras zonas de crisis no representa únicamente un logro diplomático, sino también la defensa de la dignidad humana. Contemplar el sufrimiento del pueblo sudanés revela que la verdadera paz no consiste solo en el silencio de las armas, sino también en que la conciencia de la humanidad recupere su voz.

Ankara debe asumir la responsabilidad de ser portavoz de esa voz y emprender los pasos necesarios en favor del pueblo sudanés.

 

 

Adnan Boynukara

Adnan Boynukara trabajó como ingeniero y gerente en diversas instituciones entre 1987 y 2009. Fue asesor principal en el Ministerio de Justicia de Turquía entre 2009 y 2015. Fue diputado por la provincia de Adıyaman durante los periodos 25º y 26º en el Parlamento de Turquía. Sus áreas de interés incluyen la administración pública, la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la resolución de conflictos y los procesos de paz.
Correo electrónico: [email protected]

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