ISIS, inicialmente activado en Irak y Siria, trasladó a África sus estrategias de organización, comunicación y discurso. En poco tiempo logró asentarse y operar en países como Somalia, Nigeria, la República Democrática del Congo, Mozambique, Libia, el Gran Sáhara, África Occidental, Malí, Burkina Faso y Níger.
Existía una fuerte convicción de que ISIS, surgido en Irak y que encontró espacio en Siria, se trasladaría a África una vez completada su “misión” en Oriente Medio. Desde hace tiempo, las noticias procedentes del continente africano confirman este hecho. Cada día surge alguna información relacionada con ISIS en distintos países de África, lo que revela claramente el funcionamiento de los “proyectos” organizados y puestos a prueba. La fórmula es sencilla: se orienta la creación de un grupo, se le asigna una misión y, al completarse dicha misión, se generan organizaciones derivadas que se reubican en otras regiones. Justo eso es lo que está ocurriendo ahora.
Organización Global
A nivel mundial, es posible identificar numerosas organizaciones terroristas. Sin embargo, las que poseen un carácter verdaderamente global en cuanto a objetivos y diversidad de militantes son Al-Qaeda e ISIS. Ambas persiguen fines muy amplios y no se sustentan en una sola etnia, sino que aglutinan múltiples grupos étnicos. Se sabe que ISIS es una derivación de Al-Qaeda, pero no existen datos concluyentes sobre el grado exacto de relación entre ambas. Durante la invasión de Afganistán y la subsiguiente guerra civil, aparecieron muchas organizaciones vinculadas a Al-Qaeda, siendo ISIS la de mayor alcance.
ISIS surgió en 2003, en el contexto de la invasión de Irak, como resultado de la unión entre la rama de Al-Qaeda en Irak y elementos del régimen baazista, de modo que puede considerarse, en buena medida, una continuación de Al-Qaeda. Ésta última es global tanto por la variedad de países de procedencia de sus combatientes como por sus objetivos. Sin embargo, ISIS se diferencia de Al-Qaeda en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, supera la capacidad de Al-Qaeda para atraer voluntarios de numerosos países, pues en los primeros años de su aparición en Irak y Siria, ISIS llegó a reclutar militantes de 110 naciones distintas. En segundo lugar, diverge en la definición de quién es el enemigo y en el modo de situarlo en la mira. Ambas organizaciones ven a los occidentales y a los musulmanes que no comparten su ideología como enemigos, pero difieren en el trato que les dispensan. Para ISIS, todo el que no se adhiera a su doctrina debe ser eliminado. Al-Qaeda, por su parte, considera a los musulmanes que no luchan a su lado como “apóstatas” (murtad), si bien no estima imprescindible su eliminación sistemática, pues lo califica como un “exceso” y un despilfarro de recursos.
El caso de Türkiye ilustra bien esta diferencia. ISIS considera “apóstata” al gobierno turco y a la población del país por no ajustarse a su ideología, propugnando su eliminación. Por ello, durante la etapa de mayor fortaleza de la organización, se llevaron a cabo numerosos atentados terroristas coordinados en suelo turco, dirigidos contra todas las líneas de fractura existentes en el país. En cambio, Al-Qaeda y sus grupos afiliados definen a Türkiye como un objetivo sobre todo por sus vínculos con Occidente, especialmente por su pertenencia a la OTAN.
Presencia de ISIS en África
Es posible clasificar a las organizaciones terroristas que operan en África en dos grandes grupos: las tradicionales y las de surgimiento más reciente. Entre las primeras se encuentran Boko Haram, Al-Shabaab, Al-Qaeda en el Magreb y sus distintas ramificaciones. Estas organizaciones llevan años llevando a cabo acciones que desestabilizan a diversos países. Mientras el grupo Al-Shabaab pone en la mira la estructura estatal de Somalia, Boko Haram actúa contra el noreste de Nigeria, el norte de Camerún, Chad, Níger y Malí. Al-Qaeda en el Magreb, por su parte, se centra en la región noroccidental de África.
Sin embargo, el nuevo problema para los países africanos lo constituyen ISIS y sus organizaciones derivadas, cuya expansión está siendo especialmente rápida. Activado en Irak y Siria, ISIS ha trasladado sus métodos de organización, comunicación y discurso a África. En un breve lapso, ha logrado implantarse y operar en Somalia, Nigeria, la República Democrática del Congo, Mozambique, Libia, el Gran Sáhara, África Occidental, Malí, Burkina Faso y Níger.
ISIS no adopta en África una estructura centralizada, sino que opera a través de “provincias” regionales. Este sistema le proporciona mayor flexibilidad y le permite entablar colaboraciones con grupos locales. La primera región que conviene destacar es la denominada Provincia de África Occidental (ISWAP), correspondiente al Sahel y la zona de Nigeria, que incluye países como Nigeria, Níger, Chad y Camerún. La segunda región, la Provincia del Gran Sáhara (ISGS), abarca el Sahel e incluye a Malí, Níger y Burkina Faso. La tercera región es la Provincia de África Central (ISCAP), que comprende Mozambique y la República Democrática del Congo (RDC). La cuarta es la Provincia del Sinaí (Egipto). Por último, la quinta región es la Provincia de Somalia (ISIS-Somalia), activa principalmente en Puntland (Somalia).
El dato más concreto que demuestra el aumento de los atentados terroristas en África proviene del Índice Global de Terrorismo (Global Terror Index, GTI). De acuerdo con las cifras más recientes, en 2024 tuvieron lugar ataques terroristas en todo el mundo que dejaron un saldo de 7.555 fallecidos; de ellos, el 51% (3.885 personas) se registró en la región del Sahel. Precisamente en esta zona se encuentran dos de las provincias de ISIS con mayor presencia: la Provincia de África Occidental (ISWAP) en el Sahel y Nigeria, y la Provincia del Gran Sáhara (ISGS) en el Sahel.
En este contexto, resulta esencial mencionar la guerra civil en curso en Sudán, cuyas características ofrecen un entorno “idóneo” para la expansión de ISIS y organizaciones similares. La ausencia de autoridad estatal, el colapso institucional y la falta de un enfoque político que busque poner fin al conflicto crean un escenario propicio para su implantación. Se ha observado, además, que algunos de los grupos combatientes podrían transformarse en facciones cercanas a ISIS. Como prueba de ello, el 23 de enero, en el editorial del órgano oficial de ISIS, Al-Naba, se hizo un llamamiento para unirse a la “yihad en Sudán”. De hecho, vale la pena analizar la forma en que la participación de ISIS y sus ramas en el conflicto sudanés podría correlacionarse con los intentos de Irán y Rusia de establecer bases militares en la costa de Sudán, tal como aconteció en Siria.
Factores que Alimentan a ISIS
El fortalecimiento de ISIS en África debe analizarse tanto como consecuencia de la estrategia global de la organización como del reflejo de las condiciones locales africanas. Tras la muerte de Abu Bakr al-Baghdadi en 2019, ISIS abandonó su estructura centralizada en Siria e Irak y adoptó un modelo descentralizado. En este nuevo esquema, las filiales regionales y grupos asociados adquirieron mayor relevancia. África se convirtió así en la región con crecimiento más acelerado y actividad más intensa.
Considerando las estructuras existentes en África, no es apropiado reducir a un solo factor las condiciones que permiten la expansión de ISIS. Al examinar la estructura del grupo y analizar su discurso, podemos clasificar en varios factores principales o fuentes motivacionales:
El primer factor relevante es la motivación ideológica. La estructura ideológica básica de la organización se fundamenta en el salafismo. Su principal objetivo es establecer un régimen basado en la sharía y destruir los sistemas seculares apoyados por Occidente. Estas grandes aspiraciones pueden resonar fuertemente en generaciones jóvenes que, debido a las privaciones que sufren, no tienen esperanzas claras sobre el futuro.
En segundo lugar, se encuentran factores sociopolíticos, tales como la fragilidad institucional, corrupción, desempleo, pobreza, desigualdad económica y mala gobernanza. Estos factores influyen directamente en la capacidad de reclutamiento de las organizaciones terroristas.
La tercera motivación es la división étnica y religiosa. En muchas regiones de África, las diferencias étnicas y religiosas son extremadamente marcadas, impulsando a la sociedad a buscar diferentes salidas. Por ejemplo, en la región del Sahel existe una notable desigualdad económica y social entre el norte de mayoría musulmana y el sur predominantemente cristiano. Independientemente de sus causas, esta desigualdad puede ser instrumentalizada por los grupos terroristas.
El cuarto factor es la conexión establecida por organizaciones terroristas globales con grupos locales en África. Al-Qaeda e ISIS son particularmente activas en esta área, proporcionando legitimidad y apoyo logístico a estas estructuras.
La quinta motivación es la destrucción generada por el colonialismo y la explotación actual de los recursos naturales en formas diversas. Esto alimenta un fuerte sentimiento antioccidental y proporciona un sólido argumento propagandístico a las organizaciones extremistas.
El sexto factor es la incapacidad de los estados poscoloniales para establecer sistemas sólidos y su falta de integración en el sistema global, lo que resulta en estructuras estatales extremadamente débiles. Esta fragilidad facilita enormemente la organización y acceso a recursos por parte de grupos que, como ISIS, aprovechan las redes globales de reclutamiento.
Finalmente, se debe mencionar el trauma poscolonial presente en muchos países africanos. La crisis de identidad derivada del colonialismo, la inestabilidad política, las dificultades económicas, la dependencia económica, la memoria histórica traumática y las actitudes degradantes hacia las poblaciones locales son problemas que contribuyen significativamente al auge de organizaciones como ISIS.
El Futuro de ISIS en África
Es evidente que África ha comenzado a transformarse en el nuevo centro operativo de ISIS. Las principales razones de esto son la facilidad con la que pueden organizarse en áreas donde la autoridad estatal es débil, su capacidad de crecimiento acelerado mediante alianzas con grupos locales y la existencia de condiciones económicas que garantizan su estabilidad financiera. Sin embargo, a medida que los países africanos y las cooperaciones regionales se fortalezcan, podría reducirse el espacio operativo de ISIS. Un ejemplo claro es Mozambique, donde la organización ha retrocedido significativamente gracias al apoyo de Ruanda y Sudáfrica. No obstante, en regiones como el Sahel y la cuenca del lago Chad, ISIS continúa siendo una amenaza considerable.
En los próximos años, la presencia y el poder de ISIS en África dependerán principalmente de la eficacia de los Estados y de las colaboraciones regionales establecidas en el marco de la lucha contra el terrorismo. Si los gobiernos objetivo, las colaboraciones regionales y la Unión Africana no logran una buena gobernanza, es posible que la organización se fortalezca aún más. Por tanto, estos factores serán indicadores clave de la sostenibilidad futura de ISIS en el continente africano.
En este contexto, emergen dos posibles escenarios futuros. El primero implica que, si los países actúan coordinadamente, la Unión Africana toma un papel activo, se crean y fortalecen las colaboraciones regionales contra el terrorismo, y se solucionan las deficiencias en términos de financiamiento y coordinación, entonces podría reducirse significativamente el espacio de acción de ISIS y su presencia sería controlable. El segundo escenario depende de las actitudes y acciones de los gobiernos y autoridades. Si estas autoridades no logran prestar servicios básicos a la población, no consiguen resolver los problemas fundamentales de la sociedad ni establecen mecanismos efectivos de redistribución de la riqueza, el apoyo popular hacia ISIS podría aumentar, fortaleciendo así a la organización. Esta última posibilidad no solo constituiría una amenaza para África, sino también representaría un riesgo significativo para la seguridad global.
¿Qué se puede hacer?
Las acciones que pueden llevarse a cabo están bastante claras. En primer lugar, es imprescindible eliminar las causas que alimentan a estas organizaciones terroristas. Acciones como fortalecer la cooperación regional en el marco de la lucha contra el terrorismo, desarrollar estrategias conjuntas, realizar los esfuerzos necesarios para superar los traumas poscoloniales, reorganizar las estructuras estatales débiles o construir estados fuertes podrían generar resultados significativamente positivos. Las colaboraciones regionales ya existentes en la lucha antiterrorista (como la Fuerza G5 del Sahel, la Misión de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional en Mozambique y AMISOM en Somalia) enfrentan dificultades tales como falta de recursos, problemas para mantener tácticas efectivas a largo plazo, debilidades en infraestructuras y una escasa comunicación con la población local. Estados Unidos, por su parte, contempla transferir la coalición contra ISIS a África en lugar de disolverla, pero hasta el momento no ha dado pasos concretos al respecto. La expansión de ISIS en África está íntimamente ligada a la fragilidad estructural de los estados, las crisis económicas y los traumas postcoloniales. La organización aprovecha la colaboración con grupos locales para obtener apoyo logístico y ampliar su red de propaganda. Algunas recomendaciones clave incluyen aumentar los proyectos humanitarios que generen respaldo en las comunidades locales, financiar de manera sostenible las alianzas regionales a largo plazo, desarrollar soluciones orientadas al desarrollo en paralelo a la lucha armada, y apoyar programas de prevención contra la radicalización desde la sociedad civil. En este contexto, es crucial no olvidar los problemas generados por la dinámica del neocolonialismo impulsado por los países occidentales, que persisten en explotar recursos estratégicos. Es fundamental abandonar este enfoque de nuevo colonialismo basado en minerales valiosos, ya que no solo prolonga el trauma colonial que vive la población africana, sino que también se convierte en material propagandístico para las organizaciones terroristas, perpetúa la pobreza de la población local y genera amenazas reales para la seguridad global. Reconocer esta realidad es el primer paso para lograr soluciones efectivas.
Fuente; https://www.perspektif.online/isidin-afrikaya-transferi/