El Mito de la Masculinidad Machista en América Latina

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A escala regional, los logros feministas avanzan bajo gobiernos progresistas que buscan mayor independencia de Estados Unidos. En contraste, los regímenes reaccionarios alineados con Washington trabajan activamente para revertir estos avances. Por ello, la lucha contra el machismo en América Latina no puede separarse de la lucha más amplia contra el imperialismo.

Reconocimiento de los Avances Feministas en América Latina

El patriarcado sigue vigente en todo el mundo. Sin embargo, los medios de comunicación anglófonos proyectan el machismo como una dolencia particular de América Latina, exaltándose a sí mismos mientras ignoran los importantes logros feministas alcanzados en la región.

Por ejemplo, en la última edición de la Enciclopedia Britannica, bajo la entrada “macho”, se afirma: “Ha sido una corriente poderosa en la política y la sociedad latinoamericanas durante siglos”. Sin embargo, la enciclopedia no reconoce la existencia de una corriente similar en las sociedades anglosajonas.

Un artículo de Associated Press sobre los prejuicios sexuales en México culpa a la “cultura ‘macho’ de México y sus fuertes raíces católicas”, señalando al patriarcado como una característica distintiva y nociva de toda la cultura latinoamericana.

The Guardian, al señalar los ataques del ultraderechista presidente argentino Javier Milei contra el feminismo, generaliza que la misoginia constituye “un problema muy grave para América Latina”. El artículo prosigue: “Por supuesto, las mujeres latinoamericanas siguen aprendiendo de las occidentales”, insinuando que las mujeres latinoamericanas, sumidas en la oscuridad, deben recibir lecciones de sus contrapartes occidentales más iluminadas. El artículo concluye afirmando: “Las mujeres en América Latina necesitan que las mujeres de Occidente trabajen con ellas para poner fin a esta opresiva violencia”.

En un informe global publicado el pasado Día Internacional de la Mujer, Al Jazeera destacó a América Latina en particular Argentina, Ecuador y Bolivia como lugares donde predomina la violencia de género, para luego añadir escuetamente: “En muchos países europeos, las mujeres también organizaron protestas contra la violencia”.

El portal estadounidense de salud Verywell Mind también apunta a la “cultura latina” como patriarcal. El sitio publica sobre “generaciones de mujeres que vivieron o crecieron en América Latina y emigraron a EE.UU., que realmente creen que su felicidad depende de un hombre”.

Por su parte, The Washington Post describe a México como “el bastión de la cultura macho”, y expresa asombro ante el hecho de que el país haya elegido a su primera presidenta antes que Estados Unidos.

México

En junio de 2024, las feministas celebraron la victoria electoral de Claudia Sheinbaum, quien se convirtió en la primera mujer elegida presidenta en la historia de México. Sin embargo, incluso si su rival más cercana, Xóchitl Gálvez, hubiese ganado, México igualmente habría tenido a su primera jefa de Estado, ya que las dos principales candidatas eran mujeres; por lo tanto, el género no fue un tema central en el proceso electoral.

Cuando examinamos más de cerca el cliché de la “cultura machista” en América Latina, el hecho de que las dos candidatas más fuertes a la presidencia en México fueran mujeres resulta llamativo pero no excepcional. De hecho, en los últimos cincuenta años, muchas mujeres han ocupado la presidencia en varios países de América Latina.

La gran mayoría de los países latinoamericanos han sido influidos por la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Este tratado internacional, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979, fue ratificado o aceptado por consenso en todo el continente americano con la única excepción de Estados Unidos, que lo ha firmado pero no ratificado.

El motor de este tratado internacional fue México, país que acogió en 1975 la Conferencia Mundial sobre la Mujer. Esta reunión de la ONU, que simbolizó un momento clave en el movimiento global por la igualdad de género, fue la primera en centrarse exclusivamente en los derechos y la igualdad de las mujeres. De ella surgió el Plan de Acción Mundial, que incluía reformas jurídicas e institucionales para combatir la discriminación contra las mujeres.

Algunas estadísticas comparativas ilustrativas revelan las diferencias entre las realidades sociales de Estados Unidos y México. Por ejemplo, a partir de 2025, México ha alcanzado la paridad de género en ambas cámaras de su órgano legislativo nacional. En cambio, en Estados Unidos, las mujeres ocupan solo el 29% de los escaños en la Cámara de Representantes y el 26% en el Senado.

Desde 2014, México ha consagrado constitucionalmente la paridad de género en las candidaturas a elecciones federales y locales. Retrocediendo aún más en el tiempo, durante la Revolución Mexicana hubo miles de mujeres combatientes conocidas como soldaderas. Y antes de ello, en sociedades como las zapotecas, mixtecas y mayas, las mujeres ya ocupaban roles de liderazgo.

Al 1 de junio, el pueblo mexicano, en conformidad con la reforma constitucional de 2019 conocida como “paridad en todo”, eligió a cinco mujeres y cuatro hombres para integrar la Suprema Corte de Justicia, compuesta por nueve miembros.

Igualdad de género en las elecciones

México no es el único país que promueve la igualdad de género en los procesos electorales. Muchos países de América Latina han implementado la práctica de las “cuotas de género” en sus listas electorales. En Bolivia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua, Perú, Panamá y Venezuela, esta cuota se aplica en un 50%. En cambio, en Honduras, El Salvador, Haití y Paraguay existen cuotas de género con porcentajes más bajos. Sin embargo, la implementación de estas cuotas aún enfrenta deficiencias y lagunas legales que permiten eludirlas.

En Cuba no existe una cuota de género obligatoria por ley para las elecciones. No obstante, el país socialista demuestra un fuerte compromiso con la igualdad: el Partido Comunista apoya a mujeres, jóvenes y minorías raciales. Actualmente, el 56% de la Asamblea Nacional está compuesto por mujeres.

Un gráfico publicado recientemente por Latinometrics muestra que Cuba, Nicaragua y México ocupan una posición de liderazgo no solo a nivel regional, sino también global, en cuanto a la representación femenina en los parlamentos.

Contrariamente a los relatos exagerados de los medios anglófonos sobre la supuesta omnipresencia de la cultura machista, América Latina ha logrado avances significativos en materia de igualdad de género en los últimos años y, en la actualidad, es líder mundial en representación política de las mujeres. 

Nicaragua

“Las mujeres ya no luchan por un espacio”, afirma la diputada Flor Avellán de la Asamblea Nacional de Nicaragua. “Ahora ya lo tenemos y cada día somos más fuertes”.

Nicaragua, aunque es uno de los países más pequeños de la región y recientemente ocupó el puesto 19 de 23 países latinoamericanos en un ranking de “bienestar”, ha sido pionera en consolidar el papel de las mujeres en la vida pública. El año pasado, por ejemplo, se ubicó en el sexto lugar en el índice global de brecha de género del Foro Económico Mundial (WEF), la posición más alta de la región (el WEF no incluye a Cuba en sus evaluaciones) y superior a la de muchos países “desarrollados” como Estados Unidos y el Reino Unido.

Tras la publicación de ese índice, Nicaragua dio un paso singular al establecer un sistema de co-presidencia entre hombres y mujeres. Sin embargo, en el índice de 2025, su posición descendió inexplicablemente del sexto al decimoctavo lugar, quedando tercera en la región después de Barbados y Costa Rica. Esto podría deberse a que los criterios aplicados por organismos como el WEF están diseñados para países del primer mundo y no reflejan la realidad de Nicaragua. Por ejemplo, se consideran indicadores como empresas con mayoría de accionistas mujeres o la presencia de mujeres en cargos ejecutivos, pero no existen métricas equivalentes para áreas en las que Nicaragua destaca, como las microempresas o las mujeres emprendedoras.

El Foro Económico Mundial ubicó a Nicaragua en primer lugar mundial en cuanto a igualdad entre hombres y mujeres en los parlamentos e instituciones políticas. Esta paridad fue establecida por una ley de 2012 que, en su momento, generó resistencias entre algunos hombres, pero que hoy se reconoce como un logro. Según la feminista nicaragüense Abigail Espinoza, “la presencia de tantas mujeres en cargos de liderazgo ha transformado la cultura” (pers.com). El enfoque particular de Nicaragua exige paridad absoluta de género en todos los niveles de representación: desde los consejos municipales hasta la presidencia de la república.

El empoderamiento femenino no se limita a la participación política, sino que constituye un proceso multidimensional orientado a la transformación social y, en particular, a la mejora de las condiciones de vida cotidianas de las mujeres. Los ejemplos concretos abundan.

En los últimos 15 años, más de 23.400 pequeñas empresas, en su mayoría dirigidas por mujeres, se han formalizado. Además, se han creado más de 500 nuevas cooperativas de mujeres. El programa “Hambre Cero” ha incrementado de manera significativa los ingresos femeninos, proporcionando a mujeres rurales ganado, semillas, fertilizantes y materiales de construcción, beneficiando directamente a una de cada seis familias en todo el país. Gracias a su contribución a la soberanía alimentaria, Nicaragua produce actualmente el 90% de los alimentos que consume.

En el ámbito de la salud, entre 2006 y 2024 la mortalidad materna se redujo en casi un 80% y la mortalidad infantil en un 58%. Este éxito se debe a la expansión significativa de los servicios de salud del gobierno, incluyendo la creación de 201 casas maternas donde las mujeres pueden alojarse durante las semanas previas al parto.

Hasta hace poco, Nicaragua tenía la tasa más alta de embarazo adolescente en la región. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de las mujeres nicaragüenses tienen su primer hijo a los 27 años y el país ocupa el primer lugar mundial en nivel educativo de mujeres y niñas. Las jóvenes madres ahora cuentan con múltiples opciones para continuar sus estudios mientras crían a sus hijos.

Si bien la violencia de género sigue siendo un desafío, Nicaragua ha logrado reducir su incidencia al nivel más bajo de Centroamérica. En todo el país existen más de 400 comisarías de la mujer, atendidas exclusivamente por agentes policiales femeninas (que representan el 40% de la policía nacional), las cuales brindan atención a mujeres y niños, realizan visitas domiciliarias y facilitan la identificación y resolución de casos de violencia doméstica. Nicaragua ha aprobado leyes específicas sobre feminicidio y violencia de género, lo que ha permitido la imposición de penas más severas y un acceso más rápido a la justicia.

El movimiento feminista nicaragüense está íntimamente vinculado al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y adopta un enfoque feminista de clase, que lucha no solo contra el patriarcado sino también por la conciencia socialista y antiimperialista.

El “Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza y para el Desarrollo Humano 2022-2026” constituye el pilar de este objetivo. Financiado con aproximadamente el 60% del presupuesto nacional, dicho programa garantiza el acceso gratuito y de calidad a la educación en todos los niveles y modalidades, el acceso a servicios de salud, a medios y formas de producción y a la seguridad alimentaria, con el propósito de consagrar los derechos de las mujeres. Por ello, la reducción de la pobreza y la desigualdad se considera clave y absolutamente esencial para el empoderamiento femenino.

 La Geopolítica del Machismo

Calificar a la cultura machista latina de “mítica” no implica que carezca de base real; por el contrario, esta cultura se asienta en una realidad concreta. A pesar de los avances logrados, América Latina aún tiene un largo camino por recorrer para erradicar por completo el orden patriarcal.

Por ejemplo, los feminicidios el asesinato intencionado de mujeres o niñas por razón de su género se observan en tasas “extremadamente altas” en Guatemala, El Salvador y Honduras, y por ello han sido reconocidos como crímenes especialmente atroces. No es casualidad que esta violencia de género se haya generalizado en sociedades donde, desde la década de 1980, prevalece una cultura de impunidad tras las guerras sucias promovidas por Estados Unidos. Mientras Guatemala y El Salvador fueron objetivos directos de operaciones contrainsurgentes, Honduras se convirtió en base de esas operaciones. En cambio, Cuba revolucionaria, así como Chile y Nicaragua, figuran entre los países con las tasas más bajas de feminicidio.

Los gobiernos progresistas de México, Honduras, Cuba, Venezuela y Nicaragua han puesto en marcha campañas para combatir la cultura machista. Por el contrario, regímenes reaccionarios como los de El Salvador y Argentina ambos plenamente respaldados por Estados Unidos están desmantelando activamente los logros feministas.

A escala regional, los avances feministas progresan bajo gobiernos que buscan una mayor independencia respecto de Estados Unidos. En cambio, los regímenes reaccionarios alineados con Washington trabajan activamente para revertir estos avances. Por ello, la lucha contra el machismo en América Latina no puede separarse de la lucha más amplia contra el imperialismo.

Esta dinámica ayuda a explicar por qué los logros feministas en países como Cuba, México y Nicaragua suelen ser ignorados por los medios de comunicación corporativos, o bien son reconocidos pero reducidos a las acciones de líderes individuales como la presidenta Sheinbaum. Lo que se pasa por alto es una transformación social más amplia que desafía las normas patriarcales y ofrece un modelo a seguir para otros. Una vez más, aparece “la amenaza del buen ejemplo”, esta vez encabezada por mujeres.

Fuente:https://www.counterpunch.org/2025/07/15/challenging-the-media-myth-of-latino-machismo/