La política de Türkiye hacia Siria se orienta a garantizar que todos los componentes de la sociedad siria puedan representarse libremente, a hacer efectivo el principio de ciudadanía igualitaria, así como a salvaguardar la integridad territorial de Siria y a consolidar la estabilidad regional. El enfoque de Ankara, basado en la igualdad de ciudadanía y en la política democrática, posee un fundamento lo suficientemente sólido como para no verse eclipsado por las campañas negativas que se emprenden en su contra.
La culminación exitosa de este proceso significaría la liberación de Türkiye de sus ataduras tanto internas como externas. Un país libre de la carga del terrorismo tendría la posibilidad de reconfigurar de manera más saludable las relaciones entre sociedad y Estado en el ámbito interno, y de proyectar hacia el exterior una política mucho más ambiciosa. Por ello, este proceso trasciende a los partidos, identidades e ideologías: es un proceso nacional. Debe ser abordado con la sensibilidad y seriedad que merece. No se debe permitir que oportunismos coyunturales o manipulaciones electorales empañen su significado histórico.
Diversas investigaciones de campo realizadas, especialmente en los momentos simbólicos de “Quema de las armas” cuando Öcalan hizo un llamado explícito al desarme, Erdoğan y Bahçeli respaldaron con firmeza el proceso y el CHP declaró su apoyo muestran que la ciudadanía otorgó un fuerte respaldo a la iniciativa. No existen hoy razones de peso para que esta percepción en la opinión pública se modifique de manera drástica. La cuestión atañe a todos los integrantes de la nación. Es un proyecto de Estado. Es la lucha de un país que, al entrar en un nuevo siglo, busca cerrar los capítulos del anterior y emprender un nuevo comienzo.
El “Obstáculo Sirio”
Lo que Mesut Yeğen conceptualizó como el “obstáculo de Rojava” puede entenderse también como el “obstáculo sirio”. A medida que avanza el proceso de desarme y autodisolución del PKK, uno de los asuntos que con frecuencia emerge es Siria y la estructura de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). Estas fueron conformadas bajo la dirección, el financiamiento y el suministro de equipos por parte de Estados Unidos, así como mediante la cooptación de clanes locales, pero su mecanismo central de decisión se encuentra bajo el control del PYD, rama subordinada del KCK. En la instancia donde se adoptan las decisiones estratégicas, los representantes de los clanes árabes y kurdos integrados a las FDS no tienen voz; el poder decisorio recae enteramente en cuadros del PKK. De esta manera, los clanes kurdos y árabes en los consejos locales cumplen únicamente la función de ejecutar órdenes. Esta situación, junto con la voluntad de las FDS de conservar y emplear las armas como instrumento político, representa un problema fundamental para el futuro de Siria.
El lenguaje que la organización utiliza contra el nuevo gobierno de Damasco, que sucedió al régimen baasista, profundiza aún más el problema. Al recurrir a expresiones como “bandas yihadistas”, se busca simultáneamente enviar señales a la vena islamófoba de Occidente y al Estado terrorista israelí, que ha sembrado el caos en la región. A partir de esta estrategia esperan dos resultados: en primer lugar, perpetuar con apoyo estadounidense la hegemonía que ejercen sobre los clanes kurdos y árabes; en segundo lugar, dividir de facto el país mediante ejércitos paralelos, aun cuando nominalmente conserve su unidad. Así lo dejó en claro Ilham Ahmed en una entrevista a Rûdaw, cuando afirmó: “Para nosotros, dejar las armas no está en la agenda, definitivamente no está en la agenda”.
Conviene además no olvidar un punto crucial: en Siria, tras la Primavera Árabe, existieron tres actores que, de diferentes maneras, se enfrentaron a las aspiraciones de las amplias masas que se levantaron contra décadas de opresión. Los tres se situaron, en última instancia, en contra de las legítimas demandas del pueblo sirio. Quizá no lograron impedir la revolución, pero sí contribuyeron de forma directa y activa a su retraso, con un costo muy elevado. Estos actores no fueron otros que el PKK-FDS, Daesh, y las fuerzas de Hizbulá, Irán y Rusia.
Cuestiones que deben debatirse en torno a las FDS
El proceso iniciado en Türkiye ofrece la posibilidad de hablar de casi todos los temas con la mayor claridad posible. Por lo tanto, al abordar la cuestión de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), no es necesario recurrir a juegos de palabras o a eufemismos. En este marco, conviene examinar algunos puntos que pueden resumirse en siete apartados.
Primero: todos sabemos bien que el PKK posee estructuras tanto “políticas” como armadas en cuatro países. Las necesidades de dirección y de cuadros de todas estas estructuras se cubren a partir de un fondo común. De ahí que el PYD/YPG constituya, en realidad, la rama siria de una organización forjada a partir de la ideología del PKK y de ese mismo reservorio de cuadros. En consecuencia, las instancias decisorias más elevadas en Siria como TEV-DEM, YPG/YPJ o el mando de las FDS están controladas por cuadros del PKK. La finalidad de tales estructuras es preservar el paradigma organizativo y consolidar la hegemonía sobre las dinámicas locales.
Segundo: la traslación a Siria de la experiencia del PKK en Türkiye antes de los años ochenta. Aquí cabe subrayar dos aspectos. El primero, la eliminación de todas las demás organizaciones kurdas en la región como medio para establecer el control territorial, obligando incluso al exilio; algo que los propios kurdos conocen mejor que nadie. Las conferencias organizadas recientemente han contado con la participación de actores subordinados al PKK o ya marginados por él. El segundo aspecto es la lucha que, en 2010 y 2011, los clanes kurdos y árabes libraron contra las estructuras subordinadas al PKK; episodios que todos pudimos observar en la historia reciente de Siria, y que se repitieron en varios enfrentamientos contra el paraguas organizado bajo la influencia de Estados Unidos.
Tercero: la posición de colaboración y entendimiento de las YPG/FDS con el régimen durante el período que va desde el surgimiento de la oposición social hasta la caída en la guerra civil tras las masacres, y hasta la etapa en que se esperaba la caída de Asad. La negativa a enfrentarse al régimen e incluso la cesión voluntaria de ciertas zonas al control de la organización permanece en la memoria colectiva del pueblo sirio. Mientras centenares de miles eran asesinados, se usaban armas químicas y millones de personas eran desplazadas, las YPG/FDS guardaron silencio. Estas actitudes, que deberían ser cuestionadas en aras de la integridad de Siria, no han sido tenidas en cuenta; y la organización, a su vez, ha desestimado la buena voluntad de quienes no lo olvidan.
Cuarto: los consejos locales, la cuestión de la participación, los equilibrios étnicos y la contradicción entre teoría y práctica. En teoría, el texto denominado “Constitución de Rojava” prevé consejos locales, cantones y una estructura confederal. En la práctica, las decisiones se toman en la cúpula y se dictan hacia abajo. La única función de los consejos locales es ejecutar lo que se les ordena. El sistema de copresidencias significa, de hecho, que incluso estas instancias están bajo el control directo de cuadros de la organización. Así se revela que las consignas de “nación democrática” o “república democrática” no son auténticas y que se ha preferido un modelo dirigido por cuadros partidarios antes que uno basado en la participación popular.
Quinto: la estructura sociológica y los equilibrios étnicos. Aunque la mayoría de los combatientes de las FDS son árabes, casi la totalidad de la dirigencia procede del PKK. Los clanes tienen cierta relevancia a nivel local, pero carecen de representación en los órganos político-militares superiores. Ello se debe a la desconfianza que los cuadros del PKK mantienen hacia los clanes y a la primacía concedida al principio de que la organización lo es todo. Esto afecta tanto a clanes kurdos como árabes. Además, influye aquí la concepción de “vanguardia revolucionaria” impuesta por el PKK: las masas participan, pero quienes deciden son los “cuadros conscientes”. En otras palabras, no está el pueblo, está la organización.
Sexto: la contradicción entre teoría y práctica. En teoría, se proclaman la nación democrática, el pluralismo y la representación igualitaria. En la práctica, las decisiones se centralizan en función de prioridades de seguridad, de la presión de los cuadros del PKK, del control y de la noción de “dirección de vanguardia”. Esta deriva puede explicarse por dos factores: primero, la concepción del partido de vanguardia, es decir, la cultura organizativa de raíz marxista-leninista del PKK, que privilegia la guía de los cuadros antes que la participación; segundo, la convicción de que no se puede confiar en las estructuras sociales tradicionales. De ahí el argumento de que los clanes carecen de noción de nación democrática y que, por lo tanto, los cuadros deben conducir inevitablemente el proceso.
Cuando se aborda la cuestión de Siria y de las FDS, se nos pide creer que todo lo anterior no existe y que lo que hay es una estructura democrática. Esto no solo es inexacto, sino que conduce a interpretaciones erróneas. Si, pese a estas consideraciones, se desea comprender qué tipo de estructura es la existente en Siria, basta observar quién fue el primero en declarar, inmediatamente después del comunicado del 27 de febrero: “Esta declaración no se aplica a Siria”.
La Postura de Ankara
Ankara busca resolver su propio problema interno al mismo tiempo que proteger los derechos y garantías de los kurdos en los países de la región. Así lo ha demostrado frente al gobierno central en Irak, y lo ha transmitido en repetidas ocasiones a Damasco respecto a Siria. Ankara defiende el fin de las actividades terroristas, el abandono de las armas por parte de la organización y la preferencia por la vía de la política democrática. Esta línea se fundamenta en la defensa de los derechos de los kurdos en cualquier lugar del mundo y en la ciudadanía igualitaria dentro del país. El único elemento que distorsiona dicha línea es la existencia de las armas. Abandonar la violencia, incorporarse a la política y favorecer la transformación democrática del Estado constituyen las prioridades centrales del gobierno y del proceso actual.
La línea que sigue Ankara es también valiosa en términos de visión de paz regional. Frente a los discursos y actitudes que glorifican la violencia en Siria, representa una visión que prioriza la diplomacia y la paz social. La política hacia Siria apunta a garantizar que todos los componentes de la sociedad siria puedan representarse libremente, a hacer efectivo el principio de ciudadanía igualitaria, a preservar la integridad territorial de Siria y a consolidar la estabilidad regional. Esta postura, además, refuerza la legitimidad internacional de Ankara.
La Campaña Negativa Contra Hakan Fidan
En los últimos tiempos se han desarrollado dos campañas negativas contra el ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan. La primera proviene de los círculos del PKK. Fidan es la figura capaz de identificar y exponer las maniobras y las intenciones del PKK/FDS en Siria. Precisamente por explicar la posición de la organización en Siria, se ha convertido en blanco de ataques. En realidad, el lenguaje empleado refleja la crisis ontológica de esas estructuras. La propuesta de Ankara consiste en que todos los componentes del país se conviertan en elementos fundacionales de la nueva Siria y en parte del tejido social natural de la región. La lógica de la organización, en cambio, consiste en recurrir a apoyos externos, incorporándose a maniobras que la alejan de su geografía y de su historia. En suma, o se convierte en actor legítimo de la nueva Siria, o queda relegada como una organización arcaica que ha perdido el nuevo tiempo histórico; pero ambas cosas al mismo tiempo son imposibles. Al atacar a Fidan en lugar de enfrentarse a su propia crisis y optar claramente por la legitimidad, la organización no hace más que profundizar su crisis y alienarse aún más de la región.
El segundo actor que ha dirigido sus críticas contra Fidan es el principal partido de la oposición. Lo interesante es que estas críticas no aportan nada a la visión de política exterior del CHP. Por el contrario, la campaña negativa contra Fidan revela la ausencia de una política exterior en ese partido. No dice nada sobre lo que Türkiye representa o debería representar en el mundo. Por el contrario, las expresiones infundadas contra Fidan equivalen a atacar el punto más fuerte del AKP: la política exterior. Ésta constituye el músculo más sólido del gobierno y goza de mayor apoyo que el propio total electoral de la Alianza Popular. Diversas encuestas lo confirman. Atacar a la figura emblemática de esta política y de sus logros no permitirá a la oposición superar su crisis de “no-política exterior”, ni comprender el mundo que está emergiendo. Y menos aún, seguir a un exdiplomático que, valiéndose de tácticas propias de FETÖ y de enemistades personales, arrastra al CHP por un camino que nada le aporta.
¿Qué dice Hakan Fidan?
El ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, gracias a la experiencia adquirida en su cargo anterior y a su profundo conocimiento de la organización, expone con claridad la posición de Ankara. Si se consideran en conjunto sus declaraciones, se observa que su postura respecto a la cuestión kurda es inequívoca. En la entrevista concedida a UTV el 7 de abril, señaló:
“Tras el último llamamiento, esperamos, deseamos y queremos que se escuche esta apelación y que la organización, tal como lo solicitó su propio líder, convoque un congreso, decida autodisolverse y abandonar las armas. Si lo hace, tanto en Irak, como en Türkiye, en Siria, para los kurdos y para los pueblos de la región, los beneficios serían enormes. Un elemento terrorista se habría transformado en otra cosa. Ahora la organización debe comprender lo siguiente: en Irak, en Siria y en Türkiye, estamos dispuestos a aceptar cualquier posición desarmada, pero mientras exista una amenaza armada de terrorismo, nadie puede permitirlo”.
Estas palabras reflejan claramente la línea que hemos descrito.
La orientación que representa Fidan puede definirse con la expresión: “La llave de la paz regional: la diplomacia y la razón de Estado”. Para quienes buscan una evaluación genuina en lugar de citas descontextualizadas, puede recomendarse la declaración posterior al encuentro entre Fidan y Sheibani del 13 de agosto. En esa ocasión afirmó: “La nueva Siria debe ser un país donde se preserven los pueblos, las creencias y las culturas que la componen, donde puedan convivir juntos, en unidad e integridad. Como Türkiye, junto a nuestros colegas, formulamos y transmitimos nuestras recomendaciones y esfuerzos en esa dirección”. Esta declaración expresa con nitidez la visión en cuestión.
Para Ankara, los únicos problemas son la existencia de elementos armados, la integridad territorial de sus vecinos y la seguridad fronteriza. Mientras en estos ámbitos no se generen riesgos, todo puede ser discutido y debatido. Pero cuando los factores de riesgo son evidentes y no se manifiesta voluntad de afrontarlos, no resulta razonable incomodarse porque Ankara los señale. Durante el proceso de resolución, al mantener abiertos los canales de diálogo, Türkiye aportó una contribución crítica al ofrecer un enfoque que generaba confianza. La actitud constructiva que mostró Fidan en ese período demostró que no poseía únicamente una perspectiva centrada en la seguridad, sino también una visión de solución política y social. Asimismo, su lenguaje diplomático revela que Ankara, en la lucha contra todas las estructuras armadas tanto dentro como fuera del país, toma en consideración las sensibilidades de los pueblos de la región.
Es evidente que ciertos sectores dentro de la estructura en Siria se sienten incómodos con la perspectiva de Ankara de un “futuro común en paz con los kurdos y libre de terrorismo”. Ankara expresa su posición a través del ministro Fidan, y esa línea representa la posibilidad real de dicho futuro. El enfoque de Ankara, basado en la ciudadanía igualitaria y en la política democrática, se sostiene en un fundamento tan sólido que ninguna campaña negativa puede oscurecerlo. Este fundamento incluye tanto la defensa de la ciudadanía con plenos derechos como el compromiso con los derechos de los kurdos fuera del país. Pero, al mismo tiempo, no admite la pretensión de hacer política mostrando un arma en la mano.
¿Cuál es el Objetivo de la Campaña Negativa?
En lo que respecta a los debates impulsados en torno a la figura de Fidan, especialmente por parte del CHP, es posible identificar tres objetivos distintos.
El primero consiste en someter a Fidan a cuestionamiento político y, si es posible, “desprestigiarlo”. Fidan ha ocupado durante muchos años cargos críticos en el Estado y ha librado y continúa librando numerosas batallas contra diferentes focos de poder tanto dentro como fuera del país. Por ello, se ha convertido en un blanco relevante para múltiples actores y rivales políticos. No en vano, es bien sabido el malestar que Israel siente hacia Fidan. Ya en los primeros días de su mandato como jefe del MIT, Israel promovió una campaña internacional contra él. Esta ofensiva coincidió temporalmente con los ataques dirigidos por FETÖ hacia Fidan.
El segundo objetivo es socavar la confianza interna en el Estado. En los ámbitos de la inteligencia y la política exterior, la credibilidad resulta de suma importancia, tanto dentro como fuera del país. Las campañas negativas llevadas a cabo por el CHP buscan, con claridad, abrir a debate la fiabilidad de Fidan y tratar de erosionarla.
El tercer objetivo es generar una percepción negativa en el plano internacional. Türkiye ha emprendido en los últimos años importantes proyectos regionales de envergadura. Y, por su posición, todos estos proyectos pasan a través de Fidan. Con esta campaña se persigue debilitar su capacidad negociadora ante otros países.
Conviene señalar, además, que ciertos debates promovidos por la organización en torno a las FDS cumplen una doble función: por un lado, limitar el proceso de desarme y disolución del PKK al contexto exclusivamente turco; por otro, encubrir las demandas maximalistas del PKK.
Enfocarse en el Futuro
Si consideramos el enfoque de política exterior desplegado por Ankara en los dos últimos años, junto con los tres motivos mencionados y la lectura parcial de las declaraciones, se hace evidente que el asunto debe situarse en un contexto político y geopolítico. Frente a las declaraciones impositivas de las FDS, su retórica despectiva hacia Damasco y su orientación centrada en las armas, la visión de diplomacia y paz que se plantea constituye no solo para Turquía sino también para toda la región la vía más realista.
Estamos ante una oportunidad histórica. Una Türkiye que logre consolidar su paz social no solo reforzará su estructura interna, sino que también se convertirá en un actor más ambicioso en el plano internacional. Este es un desafío que trasciende a los partidos: es la cuestión de qué rumbo seguirá Türkiye en su nuevo siglo. Con esa seriedad y sensibilidad debemos abordar el proceso. Se trata de construir el futuro con un nuevo lenguaje y una nueva visión.