¿Se Puede Establecer una Relación entre la Arqueología y la Historia de las Religiones?

febrero 18, 2025
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La relación que se establecerá entre la historia de las religiones y la arqueología permitirá a los arqueólogos interpretar la cultura material desde una perspectiva más amplia. Entre estas dos disciplinas existen numerosos conceptos comunes y los temas que estos moldean. Mientras que en el ámbito de la historia de las religiones muchos conceptos y temas han sido ampliamente esclarecidos o simplemente remiten a un período histórico específico, desde la perspectiva arqueológica, continúan siendo objeto de debate.

Durante mucho tiempo, las palabras arqueología y religión se consideraron conceptos que difícilmente podían asociarse. Esto se debe a que la arqueología, en su pretensión de ser una ciencia moderna, ha mantenido una relación más estrecha con las ciencias naturales. De hecho, se puede decir que desde el siglo XIX hasta la década de 1950, cuando la arqueología comenzó a tomar forma como resultado de la curiosidad de los occidentales por la antigüedad y los orígenes de la civilización, esta disciplina se centró en clasificar y describir los vestigios del pasado y en incorporarlos a sus prestigiosos museos. En su promesa de esclarecer el pasado remoto a través de la cultura material, la arqueología ha ignorado ciertos aspectos de la vida humana que presentan una apariencia compleja y multidimensional. Esta concepción, que erigió un muro entre el hombre moderno y los humanos del pasado etiquetados como primitivos, supuso una visión evolutiva, lineal y progresista de la historia, proclamando a los occidentales como la cúspide de la humanidad. Así, la historia mundial se estructuró con un enfoque fragmentado y selectivo, dejando fuera de la arqueología cuestiones como la religión y el arte. Se consideraba que la religión, al ser un ámbito abstracto e intelectual, quedaba fuera del alcance de la investigación arqueológica, ya que se pensaba que la arqueología solo podía proporcionar información sobre la vida cotidiana y, en cierta medida, sobre la familia, la sociedad y la jerarquía. En consecuencia, durante este período, la religión no fue considerada en absoluto en los estudios arqueológicos, o en el mejor de los casos, se le dedicó un espacio mínimo, presentándola como una desviación en la historia de la humanidad, una ilusión de quienes aún no habían completado su evolución o un obstáculo para el progreso.

Cabe destacar que la Arqueología de Tierra Santa, o más comúnmente conocida como Arqueología Bíblica, en gran medida se mantuvo al margen de estas discusiones. De hecho, la historia del surgimiento de la arqueología está directamente relacionada con el descubrimiento de las raíces gemelas de Occidente. La primera de estas raíces es de carácter religioso y se remonta a las investigaciones geológicas que avivaron el debate sobre la edad de la Tierra, lo que llevó a cuestionar la información proporcionada por la Biblia. Como resultado, surgieron dos posturas opuestas: por un lado, investigadores que utilizaban la arqueología para refutar los datos bíblicos y, por otro, investigadores que, con una paleta en una mano y la Biblia en la otra, intentaban corroborarlos. La segunda raíz se basó en el objetivo de rastrear el origen de la civilización y el camino de su transmisión a Europa. Así, se llevaron a cabo numerosas excavaciones en Palestina, Siria, Egipto e Iraq para identificar los lugares mencionados en la Biblia y revelar el proceso de transmisión de la civilización a Europa.

Las condiciones sociales, políticas y económicas posteriores a la Segunda Guerra Mundial también influyeron en la arqueología. Como resultado, la antigua concepción dio paso en América del Norte a la Arqueología Procesual, liderada por Lewis Binford (1931-2011). Según esta perspectiva, que concibe el pasado como un sistema, la religión fue considerada una parte del pasado junto con la ideología. Como resultado, desde la década de 1960 comenzó a debatirse la posibilidad de incluir la religión en el ámbito de estudio de la arqueología. Sin embargo, es importante señalar que este enfoque limitó la religión a los cementerios, templos y santuarios. Detrás de esta concepción reduccionista de la religión se encuentra una importante influencia de la cosmovisión grecorromana y cristiana, según la cual lo sagrado y lo secular están claramente diferenciados. Como consecuencia, la religión se ha mantenido separada de lo normal y cotidiano. Se puede argumentar que la tendencia de Occidente a interpretar y construir el pasado desde su propia experiencia ha generado serios problemas.

Las discusiones postmodernas también han impactado la arqueología, dando lugar, bajo el liderazgo de pensadores como Ian Hodder, a la Arqueología Post-Procesual. En este enfoque, la interpretación se ha vuelto primordial en la arqueología, y la cultura material ha comenzado a ser presentada en un contexto narrativo. Esto ha llevado a la idea de que «todo puede tener su arqueología», promoviendo desde la década de 1990 debates en torno a la arqueología de la religión.

En la historia del pensamiento arqueológico, ha predominado la idea de que la religión surgió en el período Neolítico, después del descubrimiento de la agricultura. Según esta visión, los humanos del período preagrícola, en su lucha por la supervivencia, no tenían tiempo para dedicarse a la religión y la espiritualidad. Con la Revolución Agrícola, emergió un excedente de producción, lo que permitió a algunos miembros de la sociedad especializarse en áreas como la religión, el arte y la artesanía, dando lugar a las religiones institucionalizadas. Sin embargo, yacimientos arqueológicos como Göbekli Tepe han refutado estas teorías. Fechadas en un período anterior al tradicionalmente aceptado para el descubrimiento de la agricultura, las estructuras de Göbekli Tepe y otros sitios similares indican que los humanos poseían un rico mundo simbólico y religioso desde épocas muy tempranas. Incluso las pinturas encontradas en las cuevas de Altamira y Chauvet, que datan del Paleolítico, sugieren que la historia de la religión se remonta a tiempos aún más remotos.

Esta realidad señala la imposibilidad e inutilidad de determinar el origen de la religión desde la perspectiva de la historia de las religiones. La religión ha existido junto con el ser humano consciente y sigue influyendo en la sociedad hoy en día. En este sentido, las teorías de la secularización, que consideraban la religión como una ilusión del período premoderno de la humanidad destinada a desaparecer, han perdido su relevancia.

La relación entre la historia de las religiones y la arqueología permitirá a los arqueólogos interpretar la cultura material desde una perspectiva más amplia. Existen numerosos conceptos compartidos entre estas disciplinas. Por ejemplo, la historia de las religiones puede desempeñar un papel fundamental en la comprensión de conceptos como lo «primitivo», el «chamanismo» y el «ritual», que tienen una carga heredada del siglo XIX.

El contacto entre la arqueología y la historia de las religiones abrirá nuevas puertas para esta última disciplina. En conclusión, sí se puede establecer una relación entre la arqueología y la historia de las religiones. Es más, sin esta relación, comprender correctamente el pasado y, en consecuencia, construir el futuro sobre bases sólidas sería imposible.