Las necesidades de Siria son amplias y diversas: seguridad, servicios públicos, salud, educación, energía, industria, agricultura, vivienda, transporte, telecomunicaciones y tecnología, entre otras infraestructuras esenciales. Sin embargo, a pesar de los años de guerra, Siria sigue contando con un capital humano muy sólido. Con el regreso de los sirios desde Türkiye y otras regiones del mundo, este capital humano se fortalecerá aún más.
El proceso de reconstrucción de Siria no será fácil, tras 13 años de guerra y conflicto, caracterizados por una destrucción masiva en gran parte atribuida al régimen de Asad y sus aliados. No obstante, el pueblo sirio, que ha puesto fin a más de 60 años de dominio del Baaz, más de 50 años de la dinastía Asad y una guerra civil de 13 años mediante un movimiento revolucionario de tan solo 13 días, logrando despertar la alegría de millones de sirios y sus aliados, seguramente logrará reconstruir su país a pesar de las dificultades.
Con rapidez, pero sin precipitación; con prudencia, pero con valentía; sin caer en la burocracia, pero con planificación; mediante un enfoque integral y gradual, Siria puede escribir una historia de reconstrucción que sirva de modelo tanto para su propia región como para el resto del mundo.
La historia contemporánea está llena de ejemplos de países devastados por la guerra y los conflictos que, gracias a esfuerzos de reconstrucción y recuperación bien dirigidos, han alcanzado un nivel de desarrollo superior al que tenían antes de la guerra. La rápida recuperación de los países europeos tras la Primera y la Segunda Guerra Mundial es un caso notable. En particular, los procesos de reconstrucción de Alemania, cuyas principales ciudades fueron devastadas por intensos bombardeos, y de Japón, que sufrió el impacto de bombas atómicas, merecen un análisis detallado.
De manera similar, Corea del Sur, que enfrentó una gran destrucción y pobreza tras la Guerra de Corea, se ha convertido en una potencia industrial y económica, lo que representa otro caso de éxito digno de estudio. Asimismo, el proceso de recuperación de países del antiguo Bloque Soviético, como Polonia, Rumanía y la República Checa, tras crisis económicas y conflictos internos, ofrece lecciones valiosas.
No obstante, no solo es importante aprender de los casos exitosos, sino también de aquellos que no lograron consolidar su reconstrucción. Irak, Sudán, Libia y Somalia han fracasado en sus intentos de recuperación posbélica. En estos países, la excesiva injerencia extranjera, aunque proporcionó alivios temporales, se convirtió en uno de los principales obstáculos para la estabilidad a largo plazo.
Siria debe extraer lecciones tanto de los éxitos como de los fracasos. Existen numerosas experiencias en el ámbito político, social, económico y cultural que pueden servir de guía. Países aliados de Siria, como Türkiye y Catar, pueden desempeñar un papel fundamental en la orientación de este proceso mediante el aprovechamiento de dichas experiencias.
Supongamos que el nuevo gobierno sirio elabora un plan basado en el análisis de experiencias regionales y globales. La implementación de tal plan requerirá una inversión financiera de gran envergadura. Sin embargo, en el corto y mediano plazo, Siria no tiene la capacidad de generar los recursos necesarios para esta reconstrucción.
No nos referimos aquí a la ayuda humanitaria inmediata enviada tras los conflictos, sino a los fondos necesarios para reconstruir carreteras, puentes, centrales eléctricas, aeropuertos, escuelas, hospitales, fábricas y viviendas. Este tipo de necesidades solo pueden ser atendidas mediante una arquitectura financiera y de fondos a nivel internacional.
Tras la designación provisional de ministros en el nuevo gobierno, instituciones financieras internacionales han comenzado a manifestar su interés en contribuir al proceso de reconstrucción de Siria. No obstante, la experiencia de los últimos 13 años en la gestión de ayuda internacional para los refugiados sirios ha demostrado que la dispersión de recursos conduce a ineficiencias, duplicación de esfuerzos, costos elevados y una cobertura insuficiente de las necesidades.
Por ello, es crucial establecer un modelo financiero liderado por un país con una infraestructura financiera sólida, como Türkiye. En lugar de esperar el consenso de la comunidad internacional, Türkiye podría diseñar su propio modelo y convertirse en un centro de atracción. Así, con su ventaja en logística, suministro y capacidad de producción, podría garantizar un uso eficiente de los fondos destinados a Siria.
Las necesidades de Siria siguen siendo amplias y diversas, pero su capital humano, reforzado con el regreso de los sirios desde Türkiye y otras regiones, representa una gran fortaleza. Con un enfoque estratégico que priorice las áreas clave, atraiga a profesionales cualificados y administre eficazmente los fondos internacionales, la reconstrucción de Siria puede lograrse en un futuro no tan lejano.
Además, la experiencia siria podría convertirse en un referente de éxito no solo para otros países en situaciones similares en la región, sino también para el resto del mundo.
Ojalá que, así como hoy mencionamos a Corea del Sur como un ejemplo de éxito, en el futuro, Siria sea citada como un modelo de reconstrucción y recuperación tras la guerra.