El Vaticano Convierte al Cristianismo Occidental en un Fenómeno Antioccidental

febrero 19, 2025
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Así como Occidente, como bloque, ha perdido la esperanza en la “Vieja Europa”, especialmente en los ámbitos económico y militar, el Vaticano también parece haber renunciado a los pueblos europeos, cuyo vínculo con el cristianismo se ha debilitado considerablemente.

Durante la semana en la que Mahmud Abbas visitó el Vaticano, la puesta en escena de una representación navideña con la figura del Niño Jesús envuelto en un pañuelo palestino generó controversia.

El editorial del 15 de diciembre del periódico ruso Nezavisimaya Gazeta analiza las recientes maniobras del Vaticano a raíz de la polémica desatada por la retirada de este símbolo. El diario señala que la Santa Sede muestra una tendencia a desplazar su enfoque de Occidente hacia el Sur Global y Oriente. En este sentido, destaca que el Vaticano se negó a asistir a la reapertura de la catedral de París tras el incendio y mantiene una actitud distante hacia los países del centro de Europa. Sobre esta reorientación, el periódico concluye:

«La exótica trayectoria del Vaticano está convirtiendo en un sinsentido el concepto de cristianismo occidental, históricamente identificado con el catolicismo.»

Así como Occidente, como bloque, ha perdido la esperanza en la “Vieja Europa”, especialmente en los ámbitos económico y militar, el Vaticano también parece haber renunciado a los pueblos europeos, cuyo vínculo con el cristianismo se ha debilitado considerablemente.

En 2020, una representación de la Virgen María en el Vaticano, que en realidad correspondía a la diosa pagana amazónica Pachamama (la Madre Tierra), se convirtió en un gran escándalo. En este sentido, no sería descabellado afirmar que la exhibición de símbolos paganos en los Juegos Olímpicos de París 2024 podría tener un impacto en las elecciones estadounidenses, aportando a Trump un número significativo de votos. Solo el tiempo dirá en qué medida la ola global que generará Trump alimentará las sensibilidades religiosas junto con el nacionalismo en Europa.

Aunque en Europa no se perciba el “fantasma ruso” y las oleadas migratorias musulmanas no sacudan las fallas geopolíticas del continente, el Vaticano parece haber decidido trasladarse del «Occidente romano» al «Oriente romano», con un enfoque en África, América Latina y Australia.

Sin embargo, como también señala el periódico, «por muchas veces que el Papa haga llamamientos para detener los conflictos armados, nadie toma en serio sus palabras y las confrontaciones continúan intensificándose.»

Del mismo modo, la inscripción en la placa que obsequió a Abbas, que mostraba una flor brotando de una grieta con el mensaje «La paz es una flor frágil», ha perdido completamente su significado.

El Vaticano convierte al cristianismo occidental en un movimiento contrario a Occidente

El Papa inauguró en el Vaticano los tradicionales belenes navideños. En esta ocasión, la composición grupal que representa a Jesús, María y José fue creada en el estilo del arte popular palestino por dos artistas de Belén. La escena generó gran controversia debido a que el Niño Jesús yacía sobre un kufiya palestino, símbolo de la lucha palestina. A raíz de la polémica, el belén palestino fue retirado de la sala vaticana días después.

Las reacciones negativas no se debieron únicamente a la evidente anacronía de la composición. Si bien Belén, ciudad intrínsecamente ligada a la tradición navideña, se encuentra actualmente bajo la autoridad de la Autoridad Nacional Palestina, que recientemente inauguró una embajada en el Vaticano, muchos cristianos occidentales—liderados por el Papa Francisco—creen que en la época de Jesús ni el kufiya ni la identidad palestina existían, y que Cristo predicó en Judea entre los judíos.

Más allá de esta controversia histórica, la presencia en el Vaticano de un símbolo ambiguo como el kufiya—estrechamente vinculado a la resistencia armada, especialmente desde la época de Yasser Arafat—generó indignación, sobre todo en el contexto de la guerra entre Israel y Hamás.

Desde la perspectiva israelí, los cristianos árabes se sienten más seguros dentro del Estado judío. En contraste, en los territorios controlados por la Autoridad Palestina, incluida Belén, la presencia cristiana ha disminuido drásticamente en los últimos años. En 1970, los cristianos representaban el 70 % de la población de Belén, mientras que hoy apenas alcanzan el 12 %. La ciudad bíblica de Belén es ahora mayoritariamente musulmana.

La postura del Papa Francisco sugiere un cambio de enfoque del Vaticano, que parece alejarse de Occidente para centrar su atención en el Sur Global y Oriente. En este sentido, cabe recordar que hace algunos años el Vaticano causó aún mayor revuelo al acoger a la diosa pagana amazónica Pachamama como si se tratase de la Virgen María. Asimismo, el Papa se negó a asistir a la reapertura de la Catedral de Notre Dame en París, reconstruida tras el incendio. Los medios especulan que Francisco no quiso compartir escenario con las figuras políticas de Francia y del resto de Occidente.

Al mismo tiempo, el Papa ha asumido una postura cada vez más politizada, respaldando la inmigración masiva y distanciándose de los líderes europeos y estadounidenses. Desde una perspectiva estadística, esta estrategia es comprensible: según el Vaticano, entre 2021 y 2023, el número de católicos disminuyó en Europa, mientras que creció en África y Sudamérica. En términos absolutos, los mayores incrementos en el número de fieles se registraron en África (más de 8 millones) y América (más de 6,5 millones), seguidos por Asia (alrededor de 1,5 millones) y Oceanía (55.000).

Sin embargo, esta nueva orientación del Vaticano desvirtúa el concepto tradicional del cristianismo occidental, históricamente vinculado al catolicismo, y lo convierte en un absurdo. En lugar de ser el fundamento espiritual de la vida europea, el catolicismo parece haberse transformado en un movimiento progresista alineado con las luchas de “liberación popular” del Sur Global y Oriente.

No obstante, esta politización deliberada de la Santa Sede ha erosionado la autoridad del Papa. Aunque Francisco ha realizado innumerables llamados a detener los conflictos armados, nadie los toma en serio y las hostilidades no hacen más que intensificarse. Ni en Europa, ni en Asia, ni en África ha conseguido consolidarse como un auténtico embajador de la paz. Lo único que parece haberle quedado al Papa es un simbolismo folclórico carente de impacto real.

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