El Protocolo Etiopía-Somalilandia y Türkiye

febrero 18, 2025
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El acuerdo firmado entre Etiopía y Somalilandia podría motivar a más de 30 movimientos separatistas activos en 27 países africanos. El aumento de las actividades terroristas no solo representa una amenaza para la seguridad de Somalia, sino también para Etiopía y toda la región. En este sentido, lo correcto no es debilitar a Somalia, sino contribuir a su fortalecimiento.

El protocolo Etiopía-Somalilandia, que se convirtió en un tema relevante en los primeros días de 2024, tiene el potencial de transformarse en una nueva y peligrosa crisis en la región del Cuerno de África. La intervención de Türkiye  y el inicio de un proceso diplomático han sido pasos significativos para controlar la crisis. No obstante, es igualmente valioso recordar el proceso, señalar los riesgos y monitorear los acontecimientos.

La razón principal del estallido de esta crisis es el deseo de Etiopía de obtener acceso al Mar Rojo y al Océano Índico. Si la búsqueda de una salida al mar, definida como un «asunto existencial» para Etiopía, no se gestiona adecuadamente, podría generar un nuevo riesgo de conflicto. Si no se toman en cuenta los equilibrios regionales, el trasfondo histórico y el consentimiento de los países involucrados, la posibilidad de un enfrentamiento aumentará.

Etiopía, que aún enfrenta problemas internos (como la cuestión de Tigray), no puede ignorar los riesgos asociados a su aspiración de acceder al mar, la cual tiene un alto potencial de generar nuevos conflictos. Sin embargo, es evidente que el país busca obtener resultados mediante la creación de hechos consumados. En realidad, el deseo de Etiopía de alcanzar el mar ha estado presente desde 1991, cuando Eritrea se separó de Etiopía y declaró su independencia. Desde entonces, Etiopía se ha convertido en un Estado sin litoral.

A pesar de esta situación, Etiopía resolvió sus problemas relacionados con el comercio internacional mediante el acuerdo de 2002 firmado con Yibuti, titulado «Uso del Puerto y Tránsito de Mercancías hacia Etiopía». No obstante, su aspiración de obtener acceso al mar ha continuado vigente.

El Deseo de Etiopía de Acceder al Mar

Etiopía tiene tres opciones para obtener acceso al mar: los puertos de Eritrea, Yibuti y Somalia. La estrategia de acceso al mar a través de Somalia ha provocado conflictos bélicos en diferentes periodos históricos. En los últimos años, sin embargo, se ha buscado una solución a través de Somalilandia. Para alcanzar el Mar Rojo y el Océano Índico, se ha optado por aprovechar las débiles relaciones dentro de la estructura federal de Somalia.

El primer intento relacionado con esta cuestión se produjo en 2018 con un acuerdo entre Etiopía, la empresa DP World con sede en Emiratos Árabes Unidos y Somalilandia. Según el acuerdo, Etiopía adquiriría el 19 % de las acciones del puerto de Berbera. No obstante, el acuerdo fue anulado debido al incumplimiento de sus condiciones.

El segundo intento se materializó con el protocolo firmado el 1 de enero de 2024. Este protocolo contempla el uso del puerto de Berbera por parte de Etiopía y el establecimiento de una base militar etíope en Somalilandia. Aunque el contenido del acuerdo no ha sido divulgado públicamente, Somalilandia anunció que el protocolo incluye un «contrato de arrendamiento por 50 años y la construcción de una base militar de 20 kilómetros cuadrados en el Mar Rojo».

El Primer Ministro Abiy Ahmed Ali calificó el protocolo como «un paso importante para garantizar la conexión marítima de Etiopía». Por su parte, el asesor de seguridad nacional de Ali, Redwan Hussien, declaró que el protocolo también garantizaría «el acceso a una base militar arrendada».

El acuerdo firmado en enero de 2024 fue interpretado por Somalia como una injerencia en sus asuntos internos, un intento de establecer relaciones con una administración regional sin la autorización del gobierno central y una amenaza a su integridad territorial y soberanía. El hecho de que Etiopía haya establecido relaciones directas con Somalilandia, excluyendo a Somalia, constituye un asunto de alto riesgo y con implicaciones significativas.

El protocolo también responde a la aspiración de independencia de Somalilandia. En 1991, Somalilandia declaró unilateralmente su independencia, la cual no fue reconocida por Somalia, los países de la región ni las Naciones Unidas. Etiopía, al «invertir» en esta aspiración de independencia, incluyó en el protocolo la posibilidad de «reconocer la independencia de Somalilandia».

El Protocolo y el Derecho Internacional

Se han realizado intentos de acuerdos y protocolos en 2018 y 2024 con el objetivo de acceder al Mar Rojo y al Océano Índico a través del territorio somalí. Aunque algunos sectores sostienen que ambos documentos tienen contenidos similares, existen diferencias significativas entre el acuerdo de 2018 y el protocolo de 2024. La principal diferencia radica en la concesión del derecho a Etiopía para establecer una base militar y en el reconocimiento de la independencia de Somalilandia.

Desde la perspectiva del derecho internacional, el documento firmado es un instrumento no vinculante que representa una declaración de intención en materia de cooperación bilateral. Sin embargo, ha generado una gran repercusión por dos razones principales. En primer lugar, el gobierno etíope lo ha presentado como un gran logro y una victoria diplomática. En segundo lugar, Somalilandia ha declarado que el protocolo representa un hito diplomático en su aspiración de independencia.

El derecho internacional considera la firma de este protocolo como una acción que atenta contra la soberanía del Estado somalí. Instrumentos jurídicos fundamentales, como la Carta de las Naciones Unidas, el tratado constitutivo de la Unión Africana, la Convención de Montevideo sobre los Derechos y Deberes de los Estados (firmada el 26 de diciembre de 1933) y la Constitución de Somalia, proporcionan referencias clave en lo que respecta a la cuestión del reconocimiento y la soberanía. Por ejemplo, el artículo 4 del tratado constitutivo de la Unión Africana establece principios fundamentales como «la igualdad soberana, el respeto a las fronteras existentes y la no injerencia en los asuntos internos», principios que claramente se ven vulnerados en este contexto.

¿Por qué Etiopía insiste en este asunto?

Comprender las razones detrás de la insistencia de Etiopía en esta cuestión, a pesar del derecho internacional y los riesgos para la seguridad regional, es fundamental para desarrollar una solución adecuada. Se pueden identificar tres factores principales que explican esta postura.

El primer factor es la visión de gobierno de Etiopía y su conexión con el pasado. Uno de los principios fundamentales de la Guerra Fría, que dominó el mundo durante años, era la aversión a tener vecinos fuertes y la presunción de que un vecino en ascenso representaba una amenaza. En este sentido, Etiopía percibe a Somalia como una amenaza, ya que este país ha estado integrándose al sistema global, combatiendo el terrorismo de Al-Qaeda en su territorio, tratando de institucionalizar sus fuerzas armadas y esforzándose por dinamizar su economía. Además, los conflictos históricos entre ambos países refuerzan esta percepción.

El segundo factor es el uso de la política exterior como una herramienta para aliviar las presiones internas. Existen múltiples análisis que sostienen que el primer ministro Abiy Ahmed Ali recurre a esta estrategia. Se considera que la cuestión del acceso al mar se está utilizando como un mecanismo para sortear los problemas internos, sofocar las tensiones en el noreste de Etiopía y crear un margen de maniobra en la política nacional.

El tercer factor radica en los cambios actuales en el sistema internacional y en la pérdida de un enfoque racional en la geopolítica global, lo que se percibe como una oportunidad para garantizar el acceso al mar. Es decir, existe la creencia de que las condiciones actuales permiten la creación de un hecho consumado. De hecho, Etiopía es consciente de que estos factores carecen de una base sólida, pero pretende aprovechar las circunstancias presentes. Esta actitud representa un peligroso precedente, ya que refleja cómo el apoyo incondicional de Occidente a la ocupación y el genocidio en Gaza ha llevado a otros países a adoptar enfoques igualmente irracionales en sus propias estrategias geopolíticas.

La cuestión central es si la búsqueda de acceso a un puerto por parte de Etiopía responde a intereses de transporte internacional y actividades comerciales. A la luz de los datos disponibles, no es posible responder afirmativamente a esta pregunta. En primer lugar, el protocolo firmado con Somalilandia en 2024 no es un documento de carácter comercial. No ha existido ni existe un problema relacionado con el uso del puerto de Berbera, y el Estado somalí nunca ha puesto obstáculos al uso comercial de sus puertos. De hecho, el expresidente Mohamed Abdullahi Farmaajo firmó un memorando de entendimiento que permitía el uso de cuatro puertos con fines comerciales.

Lo que distingue al protocolo firmado con Somalilandia es la concesión de una zona de 20 kilómetros cuadrados en la costa somalí para el establecimiento de una base militar etíope. En otras palabras, el problema central no es el acceso comercial a los puertos, sino la cuestión de la base militar. Dada la existencia de conflictos históricos entre los dos países y la asociación de las crisis internas de Somalia con Etiopía, este aspecto cobra especial relevancia. Por ejemplo, se ha señalado que existe una conexión entre la invasión etíope de Somalia en 2006 y el auge del grupo terrorista Al-Shabab, que representa una de las mayores amenazas para Somalia. Por lo tanto, es importante abordar el tema desde esta perspectiva.

Riesgos de Seguridad en la Región

El protocolo entre Etiopía y Somalilandia tiene el potencial de generar riesgos de seguridad significativos. En primer lugar, Somalia, Etiopía, Yibuti, Eritrea, Kenia, Sudán y, en general, toda África podrían enfrentarse a nuevas amenazas de seguridad. No obstante, el país más afectado por este proceso será Somalia. Especialmente en un período en el que la lucha contra Al-Shabab es crucial para la unidad del país, las acciones de Etiopía representan un riesgo considerable. La reciente eliminación del embargo de armas de la ONU contra Somalia, el fortalecimiento de su capacidad de defensa para la seguridad interna y los avances significativos en la estabilidad regional podrían quedar en peligro. Sin embargo, no solo Somalia se verá afectada por esta situación, sino también los demás países de la región.

Al considerar la relación entre Al-Shabab y Al-Qaeda, se comprende la importancia de la erradicación del grupo para los países del Cuerno de África. La principal función de Al-Qaeda es dirigir elementos del terrorismo global hacia las regiones que considera estratégicas y operar bajo distintas denominaciones. La pérdida de racionalidad por parte de los países occidentales y su complicidad con Israel en sus crímenes han creado un entorno propicio para estos grupos. Las primeras víctimas de estos movimientos suelen ser las poblaciones musulmanas, y este patrón se ha repetido durante décadas. En este contexto, la actitud de Etiopía hacia Somalia en un momento en el que Al-Shabab está perdiendo poder podría interpretarse como una apertura de espacio para el grupo y una invitación a su organización matriz a la región.

De hecho, los riesgos que pueden surgir tienen la capacidad de afectar a todos los países de la región a través de diferentes dinámicas. Por ejemplo, la reducción de la dependencia de Etiopía respecto a Yibuti podría convertir a este último en un objetivo indirecto. Esta amenaza no necesariamente se manifestaría en un ataque militar directo, sino en la exacerbación de los conflictos intertribales dentro de Yibuti. Otro país que percibiría el proyecto de acceso marítimo de Etiopía como una amenaza sería Eritrea. Como ocurre en toda la región, cada nación percibe el fortalecimiento de un vecino como un riesgo potencial y busca maneras de contrarrestarlo. Eritrea podría considerar la posibilidad de colaborar con estructuras organizadas en el noreste de Etiopía, entre otras estrategias.

El modo en que se firmó el protocolo no solo ignora la integridad territorial y la soberanía de Somalia, sino que también sirve como modelo para los movimientos separatistas. No obstante, cuando la integridad territorial y la soberanía de un país son amenazadas, es fundamental recordar que las consecuencias no afectan únicamente al país objetivo. Además, cuando se trata de África, es crucial no olvidar la gran cantidad de movimientos separatistas activos en el continente. De hecho, en casi todos los países africanos existe más de un movimiento de este tipo.

Por lo tanto, el acuerdo firmado entre Etiopía y Somalilandia podría motivar a más de 30 movimientos separatistas activos en 27 países africanos. Si Etiopía reconoce la independencia de Somalilandia, se abrirá la puerta para que otros movimientos separatistas en el continente busquen apoyo con diversas justificaciones. Esto podría desencadenar reacciones similares en Somalia, Eritrea, Kenia, Sudán del Sur, Sudán e incluso dentro de la propia Etiopía. Paradójicamente, el país que debería ser más cauteloso en este tipo de situaciones es Etiopía, dado que cuenta con 11 regiones autónomas y nueve grupos étnicos principales.

Otro aspecto a considerar es el riesgo de seguridad generado por Israel en el Mar Rojo y el Golfo de Adén debido a su ocupación de Gaza y sus crímenes de guerra, facilitados por el apoyo económico, militar y político de los países occidentales. En este sentido, la posible militarización del puerto de Berbera y la creciente amenaza de la presencia de Al-Qaeda y Al-Shabab en la costa africana del Mar Rojo podrían generar una situación aún más volátil en la región.

Ignorar las Posibles Consecuencias

Dada su importancia, es necesario volver al protocolo firmado con Somalilandia y analizar tres posibles consecuencias del acuerdo. La más relevante es la posibilidad de que la ventaja que el Estado somalí ha obtenido en su lucha contra Al-Shabab se vea socavada, otorgando así un espacio de maniobra a la organización terrorista. De hecho, el grupo aprovechará la postura adoptada por Etiopía como una oportunidad. Para ello, explotará tanto los sentimientos religiosos y nacionales del pueblo somalí como el impacto generado por esta situación.

Otra consecuencia sería el sabotaje de los esfuerzos del Estado somalí en su lucha contra el terrorismo y la consiguiente dispersión de su enfoque estratégico. Asimismo, una tercera consecuencia sería la creación de un vacío de poder en el país, lo que incrementaría la inestabilidad. Dicho vacío de poder podría ser explotado por Al-Qaeda y Al-Shabab, lo que conduciría a un aumento de las actividades terroristas y de la piratería. En este contexto, el comercio internacional en el Golfo de Adén podría verse gravemente afectado.

En este punto, todos los países de la región deben considerar que este tipo de enfoques podrían fortalecer a Al-Shabab, la rama más activa y resistente de Al-Qaeda. El aumento de las actividades terroristas no solo amenazaría la seguridad de Somalia, sino también la de Etiopía y de toda la región. Por lo tanto, la estrategia correcta no es debilitar a Somalia, sino contribuir a su fortalecimiento.

El Papel de Türkiye

Se sabe que Türkiye mantiene estrechas relaciones con Etiopía y Somalia. Tras el estallido de la crisis, el 8 de mayo de 2024, Türkiye  intervino a petición oficial de Etiopía y lanzó una mediación denominada el «Proceso de Ankara». Esto fue un paso significativo para la resolución del conflicto por vías diplomáticas.

Después de la segunda ronda de negociaciones, el ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, declaró que «se ha logrado una convergencia significativa en torno a algunos principios fundamentales y elementos específicos entre las partes, lo que representa un progreso considerable». En el mismo comunicado, se subrayó que «las partes volverán a reunirse en Ankara el 17 de septiembre para la tercera ronda de negociaciones».

El hecho de que Türkiye haya sido aceptada como mediadora, que acoja las negociaciones y que mantenga abierta la vía diplomática es de gran importancia. En un contexto en el que los mecanismos internacionales no funcionan, la ONU ha perdido eficacia y los países occidentales han tomado partido abiertamente en los conflictos, la postura de Türkiye debe considerarse como un logro tanto para Etiopía como para Somalia.

Es crucial que Türkiye muestre a las partes que no es posible resolver los problemas a través de objetivos utópicos, actitudes que ignoren a la otra parte, enfoques que impliquen injerencias en los asuntos internos o medidas que pongan en riesgo la soberanía. Este enfoque constituirá un logro importante en el proceso de resolución del conflicto.

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