¿Cómo Cooperan Israel e Irán en Siria?

La nueva Siria, bajo el liderazgo de Ahmed Sara y sus pasos firmes para salvaguardar la integridad territorial y la unidad nacional, muestra un claro potencial para establecer la estabilidad a pesar de las injerencias externas. Sin embargo, para que este proceso tenga éxito, es necesario desarrollar políticas coordinadas tanto a nivel local como internacional, con el fin de contrarrestar la influencia de actores externos que se nutren del caos. El afán de Israel e Irán por preservar sus intereses estratégicos en la región, y su impacto en el debilitamiento de la estructura social y política de Siria, solo puede neutralizarse mediante políticas estatales decididas e incluyentes.
marzo 20, 2025
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La nueva Siria, bajo el liderazgo de Ahmed Sara y sus pasos firmes para salvaguardar la integridad territorial y la unidad nacional, muestra un claro potencial para establecer la estabilidad a pesar de las injerencias externas. Sin embargo, para que este proceso tenga éxito, es necesario desarrollar políticas coordinadas tanto a nivel local como internacional, con el fin de contrarrestar la influencia de actores externos que se nutren del caos. El afán de Israel e Irán por preservar sus intereses estratégicos en la región, y su impacto en el debilitamiento de la estructura social y política de Siria, solo puede neutralizarse mediante políticas estatales decididas e incluyentes.

La Manipulación de las Minorías y la Creación del Caos

Desde el 8 de diciembre de 2024, se está construyendo una nueva Siria. Los efectos de la revolución y de la historia de éxito alcanzada en Siria no se limitan únicamente a este país; de hecho, podría afirmarse que se avanza hacia un nuevo orden levantino centrado en Damasco. En este sentido, la nueva administración siria, que ha logrado consolidar su integridad territorial y su soberanía, podría convertirse en un modelo de transformación regional. De hecho, en este nuevo orden sirio, especialmente gracias a las medidas de unificación impulsadas bajo el liderazgo del presidente Ahmed Sara, se han dado pasos significativos para preservar la unidad territorial del país. En medio de las divisiones tradicionales y los conflictos étnicos, la reinstauración de la autoridad estatal ha promovido la integración de diferentes grupos étnicos y sectarios en particular kurdos y drusos dentro de la estructura estatal.

No obstante, los actores externos, sobre todo Israel e Irán, intervienen con miras a fragmentar Siria y a generar un ambiente de caos, conforme a sus respectivos intereses estratégicos. En este sentido, resulta llamativo que, pese a presentarse como polos opuestos en sus discursos, tanto Israel como Irán hayan desarrollado acciones convergentes en Siria para manipular la coyuntura vigente. Ambos actores han procurado convertir el proceso de transición sirio en una oportunidad de intervención, explotando especialmente las divisiones entre los grupos minoritarios (en el caso de Israel, los drusos; en el de Irán, los alauitas) y afectando negativamente la estabilidad siria a través de tales medidas de injerencia.

La única forma de contrarrestar estas estrategias de desestabilización reside en la adopción de políticas firmes e integradoras por parte del Estado, encaminadas a fortalecer la cohesión interna y a impulsar una cooperación internacional coordinada que limite las intromisiones destinadas a perpetuar el caos. De este modo, la nueva Siria, que ha demostrado su determinación para mantener su integridad territorial y nacional, se perfila como un referente para la reconfiguración geopolítica de la región, siempre y cuando logre neutralizar las maniobras de quienes pretenden aprovechar la transición para satisfacer intereses ajenos a las necesidades del pueblo sirio.

Integridad Territorial e Integración

La nueva Siria, bajo el liderazgo de Ahmed Sara, ha emprendido un proceso de reconstrucción tras largos años de inestabilidad interna y debilitamiento de la autoridad estatal. En esta fase de transformación, la protección de las fronteras nacionales y el fortalecimiento del poder central se han convertido en objetivos prioritarios. Aunque no represente directamente a la población kurda, tanto la integración de YGP/SDG (Unidades de Protección Popular/ Fuerzas Democráticas Sirias) como la de otras minorías étnicas, como los drusos, en la estructura estatal mediante los acuerdos firmados hasta marzo de 2025, desempeña un papel determinante en la reconstrucción del tejido sociopolítico de Siria. Este proceso de integración puede interpretarse como una prueba tangible de la voluntad de poner fin a los conflictos locales y de establecer un Estado con una amplia participación ciudadana.

Las políticas inclusivas adoptadas por el Estado ofrecen esperanzas de evitar nuevas divisiones y de restablecer la autoridad central. En este contexto, el éxito de la nueva administración siria en salvaguardar la integridad territorial evidencia tanto el respaldo de la población local como su capacidad de resistir ante ciertas injerencias de actores internacionales. No obstante, estos avances siguen expuestos a continuas amenazas derivadas de intervenciones externas y de enfrentamientos de intereses entre potencias regionales.

La Carta Drusa de Israel

Israel, en función de sus preocupaciones de seguridad y de sus intereses estratégicos, ha llevado a cabo intervenciones destinadas a debilitar el nuevo orden sirio. En particular, después del colapso del régimen de Al-Asad, las operaciones militares y los intentos de ocupación por parte de Israel se han convertido en factores relevantes que amenazan la integridad territorial de Siria. El rechazo israelí a reconocer la validez del acuerdo de alto el fuego firmado con Siria en 1974, así como su empeño en reforzar su presencia militar en los Altos del Golán y áreas adyacentes, constituyen ejemplos de dichas injerencias externas.

Mientras presenta sus ataques contra Siria como un recurso para paliar supuestas amenazas a su seguridad, Israel persigue, de forma paralela, el objetivo de atizar las tensiones étnicas y sectarias dentro del país con el fin de generar un clima de caos. De manera específica, las desavenencias y los conflictos que han surgido durante el proceso de integración de comunidades como los drusos dentro de la nueva estructura estatal siria, son empleados por Israel como una herramienta de fragmentación. Aunque se presente como defensor de dichos grupos, la intención primordial de Israel es socavar la estabilidad del nuevo orden y perpetuar un entorno de inestabilidad en Siria. De esta manera, el debilitamiento del poder central y la continuidad de una Siria fraccionada refuerzan la aspiración hegemónica de Israel en la región.

Esta estrategia no se limita únicamente a la intervención militar, sino que se extiende también al ámbito político y diplomático. Las actividades de lobby que Israel lleva a cabo ante el gobierno de Estados Unidos, sumadas a la prolongación de las sanciones y el mantenimiento de la aislación económica de Siria, evidencian el carácter multidimensional de la injerencia exterior.

El Discurso de Irán sobre los Nusayríes

Al igual que Israel, Irán adopta políticas de provocación y de generación de caos regional a partir del uso de grupos minoritarios, con el fin de debilitar el nuevo orden en Siria. En particular, en zonas rurales como Latakia, se considera que la participación de milicias respaldadas por Irán y enfocadas en los nusayríes (alauíes árabes) forma parte de la estrategia iraní para ampliar su influencia en la región. En este sentido, la instigación de levantamientos armados contra la nueva administración, a través de elementos locales, constituye una táctica clave dirigida a desestabilizar el entorno interno sirio. Además, pese a que muchos de estos “nusayríes civiles” habían obtenido certificados de amnistía en los centros de reconciliación del nuevo gobierno sirio, se sublevaron violentamente contra la autoridad legítima, desencadenando acontecimientos que resultaron en la pérdida de numerosas vidas civiles.

Las agresiones perpetradas por las milicias respaldadas por Irán no se limitan al plano militar, sino que dejan huellas profundas en la memoria colectiva y en las relaciones entre comunidades, alimentando tensiones étnicas y sectarias. Este tipo de acciones entorpece el restablecimiento de la autoridad estatal y erosiona el tejido social sirio. Que Irán recurra a estrategias similares a las de Israel pone de manifiesto la intención de ambas potencias de manipular el nuevo orden sirio en beneficio de sus respectivos intereses, mediante injerencias externas.

El recurso compartido de impulsar políticas de incitación a través de grupos minoritarios revela una estrategia convergente destinada a debilitar el proceso de transformación política en Siria. Las injerencias extranjeras, al socavar los esfuerzos de democratización y de reconstrucción, originan consecuencias graves que comprometen la estabilidad regional a largo plazo.

Lucha de Poder Regional y Manipulación de Minorías

Las políticas intervencionistas de Israel e Irán en Siria no solo afectan las dinámicas internas del país, sino que también representan un reflejo de la pugna por el poder en la región. Ambos actores, al procurar salvaguardar sus intereses geoestratégicos, consideran a Siria como un espacio con un vacío de poder susceptible de aprovechamiento. Esta percepción entorpece la reconstrucción de la autoridad estatal en Siria y transforma las injerencias externas en factores que obstaculizan sus esfuerzos de democratización.

La manipulación de las minorías obedece a la pretensión de los actores extranjeros de reconfigurar el proceso político sirio según sus propios intereses. Mientras Israel se vale de operaciones militares y de la labor de cabildeo político para atacar el proceso de reintegración en Siria, Irán, por su parte, se centra en la agitación de grupos minoritarios. Estas tácticas limitan el fortalecimiento de la autoridad central y estimulan la resistencia local, alentando la formación de una estructura fragmentada.

La posición estratégica de Siria es vital para la recomposición de los equilibrios de poder en la región. Históricamente, Siria ha sido uno de los pilares de la estabilidad política de Oriente Medio. Sin embargo, la desestabilización a través de intervenciones extranjeras perjudica no solo a Siria, sino que también altera de manera negativa la seguridad y la estructura política de todo Oriente Medio. Esta realidad exige la máxima atención por parte de la comunidad internacional.

Conclusión

La nueva Siria, liderada por Ahmed Şara, ha logrado importantes avances para restaurar tanto su integridad territorial como la autoridad central, demostrando eficacia en la integración de diversos grupos sociales, como los drusos y los kurdos. Sin embargo, las políticas de provocación adoptadas por actores externos en particular Israel e Irán plantean retos significativos en el proceso de democratización y reconstrucción del país. Por un lado, Israel se aprovecha del clima de caos, valiéndose del pretexto de la defensa de las comunidades drusas para tratar de debilitar a la nueva administración; por el otro, Irán recurre a estrategias similares, especialmente mediante la instrumentalización de la población nusayrí en zonas rurales.

Las maniobras de manipulación estratégica ejercidas por ambas potencias en territorio sirio obstaculizan los esfuerzos de reconstrucción del Estado y socavan la resistencia local y la cohesión social. Tal escenario exige que Siria fortalezca su resiliencia no solo en el ámbito militar, sino también en los terrenos político y social frente a las injerencias externas. Para asegurar la estabilidad política, se hace imperativo consolidar la autoridad estatal, establecer mecanismos democráticos y promover la participación inclusiva de los grupos étnicos y confesionales.

El futuro de Siria no depende únicamente de la solidez de su poder central, sino también de la capacidad de neutralizar las injerencias externas, en particular aquellas basadas en la explotación del caos. En este contexto, el apoyo constructivo de la comunidad internacional al proceso de reconstrucción sirio resulta esencial para mitigar los efectos negativos de dichas intervenciones. De ahí que el fortalecimiento de la autoridad central y la profundización de la solidaridad social se destaquen como los medios de defensa más eficaces ante este tipo de amenazas. En la literatura académica, completar con éxito un proceso de democratización mientras se mantiene la integridad territorial no solo beneficia la esfera nacional, sino que también adquiere relevancia para la consecución de la paz a nivel regional y global.

En definitiva, la nueva Siria, encarnada en la administración de Ahmed Şara, demuestra un claro potencial para afianzar la estabilidad a pesar de las injerencias externas, gracias a sus determinantes iniciativas encaminadas a salvaguardar tanto la integridad territorial como la unidad nacional. Con todo, el éxito de este proceso requiere la formulación de políticas coordinadas, tanto en el ámbito local como en el internacional, destinadas a contrarrestar las acciones de aquellos actores que se alimentan del caos. Solo a través de políticas estatales firmes e incluyentes es posible neutralizar los impactos que los esfuerzos de Israel e Irán por conservar sus intereses estratégicos ejercen sobre la estructura social y política de Siria.

Mehmet Rakipoğlu

Dr. Mehmet Rakipoglu se graduó en 2016 del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sakarya. Su doctorado, titulado Estrategia de Protección en la Política Exterior: Relaciones de Arabia Saudita con Estados Unidos, China y Rusia después de la Guerra Fría, fue completado con éxito. Rakipoglu, que trabajó como Director de Estudios sobre Türkiye en el Mokha Center for Strategic Studies, es actualmente profesor en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Artuklu de Mardin.

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