Informe Red Cell De La CIA: Política De Seguridad De Estados Unidos

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El Stimson Center publica la serie Red Cell. Este proyecto se inspira en el legado de la unidad Red Cell de la CIA, creada tras los atentados del 11 de septiembre con el fin de evitar la repetición de errores analíticos similares. Su objetivo es cuestionar supuestos arraigados, percepciones erróneas y dinámicas de pensamiento grupal, y así fomentar enfoques alternativos frente a los problemas que enfrenta la política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos.

Déjà Vu Recurrente: Los Riesgos De La Amnesia Histórica

Los responsables políticos estadounidenses olvidan las lecciones del pasado precisamente en el momento en que más las necesitan.

El Stimson Center publica la serie Red Cell. Inspirado en el legado de la unidad Red Cell de la CIA creada tras los atentados del 11 de septiembre para evitar la repetición de errores analíticos similares, este proyecto busca cuestionar supuestos arraigados, percepciones erróneas y dinámicas de pensamiento grupal, con el fin de promover enfoques alternativos frente a los problemas de la política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos. Para más información sobre el Proyecto Red Cell del Stimson Center, véase: https://www.stimson.org/project/red-cell/.

Red Cell

El marcado deterioro de la enseñanza de la historia tanto en las escuelas como en las universidades y del ejercicio profesional de la historiografía en Estados Unidos constituye un rasgo característico de nuestro tiempo. Las grandes potencias, al formular políticas, ignoran por completo las experiencias históricas, las instrumentalizan de forma indebida o fabrican versiones ficticias de ellas. A tres generaciones de distancia de la Segunda Guerra Mundial, las lecciones extraídas de la Gran Depresión, la Guerra Fría, la integración europea e incluso de episodios más recientes como la burbuja “dot.com” parecen haberse desvanecido de la memoria de los responsables de la toma de decisiones. La rendición ante lo inmediato incrementa aún más el riesgo de que los gobiernos occidentales repitan los mismos errores.

Una consecuencia inquietante de esta cultura de ahistoricidad es que las lecciones invaluables de la experiencia histórica son ampliamente desestimadas en los procesos decisorios de los actuales líderes económicos, geopolíticos y tecnológicos, tanto en Estados Unidos como en otros países. El uso y abuso de la historia, por supuesto, no es algo nuevo. Durante siglos, los gobiernos han convertido en práctica habitual el olvido selectivo del pasado para conferir legitimidad, pronunciar discursos nacionalistas y construir mitos. Y cuando recuerdan, los episodios elegidos suelen borrar por completo a los demás. Para los serbios, toda emergencia de seguridad se evalúa desde la perspectiva de la Batalla de Kosovo de 1389; para la China contemporánea, el referente sigue siendo el “siglo de la humillación”, una obsesión persistente pese a haber concluido hace 75 años. La historia se utiliza con frecuencia para legitimar reivindicaciones irredentistas, como en las pretensiones de Adolf Hitler sobre los Sudetes o en las reclamaciones de Vladímir Putin sobre Ucrania y el “extranjero cercano” de Rusia.

La falta de comprensión histórica y de cultura estratégica ha llevado a subestimar el nacionalismo ajeno, lo que constituye una de las principales causas del fracaso de la política exterior estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial. En Vietnam, Estados Unidos ignoró el hecho de que, pese a la división entre Vietnam del Norte y del Sur, ambos compartían un profundo sentido de patria y percibían a Estados Unidos como otro ocupante extranjero al igual que los franceses, a quienes habían expulsado tras siete años de guerra, e incluso de manera similar a China, con la que Vietnam mantiene una historia milenaria de conflictos.

Habría sido preferible que Washington hubiera apoyado la independencia vietnamita, tal como solicitó Ho Chi Minh en su carta al presidente Harry Truman tras haber colaborado con la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos) durante la Segunda Guerra Mundial. Ignorar el nacionalismo vietnamita y aferrarse con mayor fuerza a la teoría anticomunista del “efecto dominó” ayuda a explicar por qué Washington desestimó las advertencias de los expertos asiáticos del Departamento de Estado, quienes sostenían que “bombardear Hanói no conduciría a su rendición”.

De forma similar, en Irak, las suposiciones erróneas de que la población recibiría a las fuerzas estadounidenses como libertadoras, junto con analogías mal concebidas con las exitosas ocupaciones y democratizaciones de Alemania y Japón, resultaron desastrosas para una administración Bush excesivamente confiada. Las advertencias de especialistas en Oriente Medio, dentro y fuera del gobierno, fueron ignoradas. Muchos de ellos intentaron explicar la complejidad iraquí, señalando que la democracia probablemente daría lugar a un gobierno dominado por la mayoría chií, lo que casi con certeza incrementaría la influencia de Irán.

En contraste con estos episodios sombríos, el sistema internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial se configuró a partir de los recuerdos aún frescos y dolorosos del fracaso del idealismo wilsoniano tras la Primera Guerra Mundial y de las políticas comerciales y financieras de “empobrecer al vecino” de la década de 1930. El sistema de Bretton Woods (FMI, Banco Mundial y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), las Naciones Unidas, la OTAN y las alianzas estadounidenses en Asia, junto con otras estructuras que hicieron posible un período sin precedentes de paz y prosperidad de 80 años, surgieron impulsados por la memoria de los fracasos del período de entreguerras. Este sistema fue diseñado específicamente para institucionalizar un comercio relativamente abierto, la estabilidad financiera y la seguridad colectiva, lo que permitió en décadas posteriores el resurgimiento de Europa, de los Tigres Asiáticos y de China. Ciertamente, el sistema tenía defectos, pero en los últimos 80 años las grandes potencias lograron evitar otra guerra mundial.

En este prolongado interregno entre un orden neoliberal en descomposición cuyas reglas, normas e instituciones se erosionan rápidamente y una profunda incertidumbre sobre lo que vendrá después, ignorar las lecciones de la historia puede acarrear consecuencias peligrosas. Muchos de los errores del pasado son visibles en las actuales tendencias de la política exterior y de la política tecnológica que están remodelando el mundo.

El Estallido De Una Tercera Guerra Mundial

Aunque numerosos responsables políticos estadounidenses interpretan la expansión de China como una repetición del ascenso de Hitler y la Alemania nazi, no logran comprender que la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China constituye, por sí misma, un peligro comparable al de la competencia anglo-alemana previa a la Primera Guerra Mundial. Al igual que hoy, entonces ninguna de las partes deseaba la guerra, pero la desconfianza mutua impidió que los decisores encontraran una vía de coexistencia o compromiso. Muchos estadounidenses, que recuerdan el poder incontestado de Estados Unidos tras el final de la Guerra Fría interpretado como el “Fin de la Historia”, no alcanzan a comprender cómo la China comunista pudo convertirse en un rival equiparable. Para ellos, China es simplemente un país que ascendió por medios ilegítimos.

La historiadora canadiense Margaret MacMillan, especialista en la Primera Guerra Mundial, ha señalado que el largo período de paz tras las guerras napoleónicas convenció a los responsables políticos, antes de 1914, de que una guerra prolongada y de gran escala era imposible. Según MacMillan, un período largo similar desde la Segunda Guerra Mundial, combinado con la globalización y la creación de las Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales, ha producido un efecto comparable en los decisores actuales, llevándolos a subestimar la posibilidad de la guerra.

El presidente Donald Trump parece percibir con mayor claridad la probabilidad de una gran guerra y los riesgos nucleares. Al acusar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski de “jugar con la Tercera Guerra Mundial”, afirmó que su administración estaba “trabajando en un plan de desnuclearización”. Sin embargo, hasta el momento no ha adoptado medidas concretas para moderar el fervor antichino de Washington ni para ralentizar la carrera armamentística nuclear.

Migración, I+D y Deterioro Económico

Los trabajos de los tres galardonados con el Premio Nobel de Economía 2025 subrayaron la importancia de invertir en ciencia y tecnología para evitar el estancamiento económico. Durante años, Estados Unidos ha liderado la inversión en investigación y desarrollo (I+D), incluida la ciencia básica, con un apoyo significativo del gobierno federal a través de DARPA; estas inversiones impulsaron la revolución digital, incluida la versión más reciente de la inteligencia artificial.

Sin embargo, los ataques de Trump a las universidades de élite como la congelación de becas científicas y las amenazas a la matrícula de estudiantes internacionales representan una amenaza para la continuidad del liderazgo estadounidense en ciencia y tecnología. En el semestre de otoño de 2025, el número de estudiantes internacionales que ingresaron a universidades estadounidenses cayó casi una quinta parte. Además, Trump ha incrementado de manera significativa el costo de las visas temporales H-1B, utilizadas por empresas tecnológicas para contratar talento extranjero.

Los inmigrantes concentran una proporción desproporcionada de patentes, especialmente en sectores estratégicos, y tienen mayor probabilidad de fundar empresas con alto potencial de crecimiento. También son esenciales para el funcionamiento y la sostenibilidad de muchos programas de posgrado en ciencia e ingeniería. En 2021, el 44 % de las empresas de la lista Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o por hijos de inmigrantes. Dado el aumento de la inversión china en ciencia y tecnología, estas medidas restrictivas con tintes xenófobos no podrían llegar en peor momento.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos incorporó a científicos nazis mediante el programa “Operación Paperclip” para trabajar en tecnología de cohetes y misiles: la pérdida de Alemania fue la ganancia de Estados Unidos. Existen otros ejemplos históricos de fuga de talentos, desde la expulsión de los hugonotes por Luis XIV hasta las dificultades de muchos países en desarrollo para retener a sus ciudadanos más capacitados. Estados Unidos ha sido afortunado al convertirse en destino de gran parte del talento mundial.

Guerra Nuclear

Una característica peligrosa de la competencia ilimitada entre grandes potencias son los nuevos riesgos nucleares derivados de la proliferación vertical y potencialmente horizontal en una tercera era nuclear (EE. UU.–URSS, pos-Guerra Fría, competencia estratégica), esta vez sin el principal aprendizaje de la Guerra Fría: el control de armamentos. El mundo ha pasado del “equilibrio del terror” de la Guerra Fría al período posterior, en el que Estados Unidos y Rusia redujeron sus arsenales nucleares en más del 80 %, para llegar ahora a la disolución de la arquitectura de acuerdos de control de armas. Es incierto si el tratado Nuevo START, que limita el número de armas nucleares, será prorrogado cuando expire en 2026.

Las tres grandes potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia y China) se encuentran inmersas en una incipiente carrera armamentística trilateral. Estados Unidos ha iniciado la modernización de los tres componentes de su tríada nuclear (tierra, mar y aire), con un costo estimado de 1,5 billones de dólares. Rusia también moderniza sus fuerzas nucleares, mientras que China las moderniza y expande rápidamente. Washington sostiene que China alcanzará las 1.000 ojivas para 2030. En respuesta a las armas nucleares tácticas de Rusia y China, Estados Unidos ha desarrollado misiles de crucero nucleares de corto alcance.

Como evidencian las amenazas de Moscú de emplear armas nucleares tácticas en Ucrania, estas armas han llevado a algunos a considerar la reducción del umbral nuclear y la posibilidad de una guerra nuclear limitada. Ello incrementa el riesgo de que potencias nucleares menores como Corea del Norte, que ha ampliado considerablemente sus capacidades misilísticas y nucleares, y la rivalidad persistente entre India y Pakistán también bajen el umbral. Corea del Sur debate los beneficios de las armas nucleares, mientras Japón reevalúa su postura. En un plano más amplio, los estrategas nucleares han vuelto a “pensar lo impensable” y a planificar la conducción simultánea de dos grandes guerras nucleares. Los conceptos de destrucción mutua asegurada y coexistencia pacífica parecen haber sido casi olvidados.

Inteligencia Artificial Fuera De Control

Por último, la experiencia de la era nuclear ofrece un prisma útil para pensar los riesgos de la inteligencia artificial. Como se dramatiza en la película Oppenheimer (2023), los creadores de las armas nucleares sabían que habían dado origen a una tecnología capaz de destruir a la humanidad, temían su poder y, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, debatían cómo controlarla.

De forma análoga, la inteligencia artificial es una tecnología transformadora que puede tanto beneficiar a la humanidad como destruirla. Sus creadores han expresado temores existenciales sobre su potencial. Elon Musk estima en un 20 % la probabilidad de que la IA aniquile a la humanidad; Sam Altman, fundador de OpenAI, cree que la IA podría superar por completo a los seres humanos. En marzo de 2023, Musk y decenas de científicos firmaron una carta abierta solicitando una moratoria en el entrenamiento de sistemas de IA más avanzados y plantearon una pregunta directa: “¿Debemos desarrollar mentes no humanas que nos superen en número e inteligencia, nos vuelvan obsoletos y nos sustituyan?”. Sin embargo, aún faltan normas, reglas y límites globales para la IA. ¿Será necesaria una catástrofe para que se adopte un acuerdo sobre inteligencia artificial equivalente a los tratados de control de armas?

Como dijo célebremente Mark Twain: “La historia no se repite, pero a menudo rima”. Si los responsables políticos extrajeran más lecciones del pasado, esa rima podría ser mucho menos frecuente.

Sobre los autores: Robert Manning y Mathew Burrows

Mathew Burrows es asesor en la Oficina Ejecutiva del Stimson Center y coautor del libro recientemente publicado World to Come: Return of Trump and End of the Old Order (El mundo por venir: el regreso de Trump y el fin del viejo orden). Antes de incorporarse al Stimson Center, fue director de Prospectiva Estratégica en la Iniciativa de Estrategia Scowcroft del Atlantic Council y codirector de la New American Engagement Initiative. Burrows es uno de los principales expertos en prospectiva estratégica y análisis de tendencias globales. En 2013 se retiró tras una carrera de 28 años en el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los cuales los últimos 10 los pasó en el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC), la principal unidad analítica de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos.

Fuente:https://nationalinterest.org/feature/deja-vu-all-over-again-the-risks-of-historical-amnesia