Un historiador militar alemán ha advertido que los próximos tres años serán el período más peligroso y que el riesgo de una escalada continúa latente. La guerra podría estar acercándose lentamente a Europa. Que se libre como una guerra en la sombra no significa que vaya a permanecer en la penumbra para siempre.
El primer ministro polaco acusó a Rusia de llevar a cabo “un acto de sabotaje sin precedentes” contra el sistema ferroviario del país. Se trata del último eslabón en una cadena de ataques atribuidos a la guerra en la sombra que libra el Kremlin.
Ian Fleming, oficial de inteligencia naval y creador de James Bond, comprendía bien las artes oscuras y la forma en que ciertos acontecimientos revelan un patrón. “Una vez es casualidad”, escribió. “Dos veces es coincidencia. Tres veces, acción del enemigo.”
La guerra encubierta que Rusia libra contra las democracias europeas hace tiempo que ha superado la lista de verificación de tres puntos de Fleming. Según el último análisis de CEPA, en los últimos tres meses se han registrado alrededor de 38 ataques sospechosos. El más reciente fue un complot de gran envergadura, detectado el 15 de noviembre, que pretendía descarrilar trenes en Polonia y que mostraba las huellas características aunque parciales de los cada vez más temerarios servicios de inteligencia del Kremlin.
Tras la explosión ocurrida en el tramo ferroviario entre Varsovia y Lublin un corredor vital para el suministro de ayuda militar a Ucrania dos ciudadanos ucranianos fueron identificados como sospechosos. El primer ministro Donald Tusk calificó el suceso de “acto de sabotaje sin precedentes” y atribuyó la responsabilidad a Rusia.
Tusk afirmó que los autores “llevaban mucho tiempo” colaborando con los servicios de inteligencia rusos y que, tras el atentado, habían huido a Bielorrusia. Uno de los sospechosos ya había sido condenado in absentia por un tribunal ucraniano por sabotaje.
En el ataque se utilizaron explosivos de grado militar, y la detonación se activó bajo un tren de mercancías. Un tren de pasajeros que circulaba detrás logró detenerse antes de alcanzar los raíles dañados. Se encontraron asimismo desperfectos en otro tramo de la misma línea. Tusk advirtió que los ataques estaban diseñados para provocar una matanza: “Se ha cruzado un umbral.”
Como consecuencia, Polonia elevó el nivel de amenaza en determinadas líneas férreas del segundo al tercer nivel de una escala de cuatro, y más de 400 soldados patrullan actualmente las secciones críticas del sistema ferroviario.
Este atentado se ajusta a un patrón más amplio de intentos de interferencia. Hace dos años, las autoridades polacas detuvieron a más de una docena de personas tras hallar cámaras ocultas cerca de las vías, responsabilizando a la inteligencia rusa. Polonia anunció además que este año se han detenido a 55 personas por colaborar con espías del Kremlin, y que el mes pasado, en redadas conjuntas con las autoridades rumanas, fueron arrestados ocho sospechosos de sabotaje.
En mayo, Tusk afirmó estar “absolutamente seguro” de que el gran incendio que redujo a escombros 1.400 pequeños negocios en un centro comercial de Varsovia fue provocado por orden de Rusia. Reflejando un clima de amenaza creciente, el jefe del Estado Mayor polaco, el general Wiesław Kukuła, describió la situación actual como un “estado previo a la guerra”.
Pero este patrón no se limita a Polonia. Las autoridades occidentales han advertido repetidamente que Moscú busca sembrar división y caos en los países europeos que apoyan los esfuerzos de Ucrania por recuperar sus territorios perdidos. En referencia al ataque ferroviario, Tusk declaró: “Estos actos de sabotaje y las actividades de los servicios rusos no solo en Polonia, sino en toda Europa, lamentablemente están ganando impulso. Estamos ante una escalada.”
Aunque Moscú lo niegue, a menudo se la vincula con una guerra en la sombra en territorio europeo, librada mediante ataques e intrusiones algunos más visibles, otros más encubiertos. En septiembre, el canciller alemán Friedrich Merz marcó un punto de inflexión al afirmar que Europa “no está en guerra con Rusia… pero ya no vive en paz”.
¿Qué pretende realmente Rusia? El informe de CEPA del 19 de noviembre sobre la guerra encubierta examinó las motivaciones del Kremlin. Irina Borogan y Andrei Soldatov concluyeron: “Las operaciones de inteligencia y los actos de sus intermediarios ofrecen al Kremlin opciones de escalada por debajo del umbral de una guerra abierta, pero capaces de ejercer una presión real sobre la opinión pública occidental, sobre el ritmo y la coherencia de la ayuda militar a Ucrania y sobre la capacidad de las instituciones de seguridad y defensa de Occidente. En otras palabras, permiten a Moscú ampliar los efectos de la guerra [en Ucrania] sin ampliarla.”
Rusia no retrocede ni siquiera tras operaciones fallidas, pues estas generan inquietud y caos en Occidente, transmitiendo el mensaje de que “están bajo ataque”. Además, promete recuperar a sus agentes capturados: según The Washington Post, los servicios de inteligencia occidentales continúan enfrentándose al Kremlin respecto al hombre detenido en julio de 2024 bajo sospecha de planear la colocación de una bomba en un avión de carga de DHL. El sospechoso permanece recluido en Azerbaiyán.
¿Cuál es el objetivo general del Kremlin? Borogan y Soldatov escriben: “Entrar en un conflicto permanente y global con Occidente mediante herramientas de subversión, sabotaje y engaño.”
No existe una vía clara o sencilla para contrarrestar esta campaña cada vez más audaz. Los ataques como el sabotaje ferroviario eran, en tiempos de guerra total, parte del conflicto declarado; hoy son parte del periodo previo a la guerra. Como bien sabe Rusia, los Estados europeos no iniciarán operaciones militares en respuesta. La reacción se limitará a las actividades de contrainteligencia encubierta dirigidas por la OTAN y a las medidas de disuasión que los gobiernos europeos puedan movilizar. Resulta especialmente significativo que estos ataques hayan recibido escasos comentarios o condenas por parte de Estados Unidos: un informe reciente de un centro de estudios europeo llevaba por título “Estamos solos”.
Es probable que los ataques aumenten, lo que significa que tarde o temprano los líderes europeos deberán explicar a sus electorados que sus opciones son limitadas. Ello podría provocar indignación pública: algunos de los objetivos recientes de sabotaje han sido los grandes aeropuertos europeos de Copenhague, Múnich y Bruselas. Si ataques de este tipo coinciden con la temporada estival, su impacto se multiplicará. El descarrilamiento de un tren de pasajeros podría causar numerosas muertes y heridos.
Un historiador militar alemán ha advertido que los próximos tres años serán el periodo más peligroso y que el riesgo de una escalada sigue presente.
La guerra podría estar acercándose lentamente a Europa. Que se libre como una guerra en la sombra no significa que vaya a permanecer en la penumbra para siempre.
* Heine Sandvik Brekke es editor en prácticas en CEPA. Actualmente estudia en American University, en Washington D. C. Heine se está formando en periodismo y ha trabajado en diversas funciones editoriales, incluido el diario Aftenposten. Además, cumplió el servicio militar obligatorio en el ejército noruego, en el norte de Noruega.
Fuente:https://cepa.org/article/russias-shadow-war-wont-stay-hidden-forever/
