¿Puede Trump Traer la Paz a Gaza?

octubre 12, 2025
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Si los países consideran que prolongar la guerra les reportará beneficios, o si evalúan que pueden utilizar a Hamás como instrumento para ampliar su influencia, el conflicto continuará. Pero si logran percibir las ventajas de la paz y de una victoria compartida, entonces avanzarán hacia ella.

La doctrina Trump aspiró precisamente a ofrecer a todas las partes esa sensación de triunfo. Mantener cohesionada esta frágil coalición por la paz será uno de los mayores desafíos del próximo año.

Puntos Clave y Resumen:

El presidente Donald Trump afirma que un alto el fuego en Gaza está próximo y lo enmarca dentro de un esfuerzo por alcanzar una “paz duradera”.
Su equipo se apoya en Egipto, Catar, Türkiye, Arabia Saudí, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos para presionar a Hamás y definir la reconstrucción y la gobernanza posbélica. Esta estrategia, a diferencia de los intentos anteriores, tiene en cuenta las redes regionales de Hamás y prioriza la cohesión árabe antes de cualquier otro paso.

Con el debilitamiento de Irán y de sus grupos aliados, la Casa Blanca percibe una oportunidad para ampliar los Acuerdos de Abraham y vincular la estabilidad de Gaza a pactos regionales más amplios.
El éxito depende, sin embargo, de mantener una coalición frágil, financiar la reconstrucción de Gaza y evitar tanto el retorno de Hamás como un vacío caótico mientras los combates se detienen.

Trump Confía en la Reconciliación Árabe para el Alto el Fuego en Gaza

El 3 de octubre, el presidente Donald Trump declaró que creía posible alcanzar pronto un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás en el marco de la guerra de Gaza.

“Basándome en la declaración recién publicada por Hamás, creo que están preparados para una PAZ duradera”, escribió en sus redes sociales.

El momento en que Trump quiso enviar este mensaje llegó apenas cuatro días después de su conferencia de prensa junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. En aquella ocasión, Trump insistió en su objetivo mantenido durante los diez meses de su mandato de poner fin al conflicto como prioridad estratégica.

Para alcanzar un acuerdo, la Casa Blanca trabajó en estrecha colaboración con los líderes árabes de todo Oriente Medio. Trump también recurrió a su relación cordial con el presidente de Türkiye, Recep Tayyip Erdogan, país que en el pasado había respaldado a Hamás y recibido a sus dirigentes para reuniones diplomáticas.

Cómo Alcanzar la Paz en Gaza

La dificultad de llegar a un acuerdo que ponga fin a la guerra de Gaza ha residido, esencialmente, en la capacidad de los países que han mediado entre Hamás e Israel o que han albergado a miembros de Hamás para convencer a este grupo de aceptar un compromiso. No es una tarea sencilla, ya que Hamás no se limita únicamente a Gaza.

A diferencia de otras organizaciones respaldadas por Irán, como Hezbolá, que han moderado su postura ante los enfrentamientos con Israel, Hamás siempre ha creído poseer una carta oculta: su capacidad de maniobra a través de la cooperación con El Cairo, Doha y Ankara, lo que le otorga margen de acción en todo Oriente Medio.

Esta flexibilidad se debe a que Hamás, a diferencia de otros grupos proiraníes, es percibido como parte integrante del pueblo palestino y está arraigado en la región. Hezbolá, por ejemplo, solo cuenta con apoyo local entre la minoría chiita del Líbano y no constituye un movimiento nacional.

Hamás, en cambio, fue fundado en la década de 1980 por simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, lo que le brindó una base de apoyo en el mundo árabe y entre ciertos sectores sunitas que ven con simpatía a esa organización. Por ello, aislar a Hamás resulta mucho más difícil que aislar a Hezbolá o a los hutíes de Yemen.

Durante las décadas de 1990 y 2000, Hamás prosperó porque los países de la región creían que, colaborando con él, podrían influir en la política palestina. Israel, a su vez, pensaba que era posible mantener al grupo bajo control. Cuando en 2007 Hamás expulsó por la fuerza a la Autoridad Palestina de Gaza y tomó el control del enclave, Israel toleró su presencia allí. Con el tiempo, Hamás consolidó su dominio. Doha transfirió fondos a Gaza por medio de Israel, supuestamente para pagar salarios locales y brindar ayuda humanitaria.
Los dirigentes de Hamás abandonaron Damasco en 2012, en plena guerra civil siria, y se trasladaron a Doha, lo que representó una victoria simbólica: dejaban atrás a un régimen aislado, el de Bashar al-Ásad, para instalarse en un Estado del Golfo aliado de Estados Unidos.

Construir una Coalición

El esfuerzo de Trump por alcanzar la paz comprendió una premisa esencial: antes de intentar aplicar un acuerdo, era necesario involucrar a la mayoría de los países árabes y musulmanes en el proceso. Esto implicaba obtener el apoyo de Egipto, Türkiye, Catar, Arabia Saudí, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos y otros actores regionales.

Todos estos países desean el fin de la guerra en Gaza. En su reunión con Netanyahu, Trump declaró que el esfuerzo por la paz incluiría también “cuestiones vitales como Irán, el comercio y la ampliación de los Acuerdos de Abraham”. Y añadió: “Esto forma parte de un cuadro más amplio: la paz en Medio Oriente —digamos, una paz eterna en la región.”

Cuando la Casa Blanca anunció el 3 de octubre que un acuerdo estaba próximo, el presidente añadió: “Nuestras conversaciones continúan centradas en los detalles. No se trata solo de Gaza, sino de la tan anhelada PAZ en Medio Oriente.”

¿Podrá Trump Cumplir Su Promesa?

La administración Trump ha decidido emplear todo su poder político en un esfuerzo de paz más amplio, con el objetivo de avanzar mucho más allá de lo que lograron las administraciones anteriores en la construcción de una coalición para poner fin a la guerra. Esta coalición será crucial, pues el camino de Gaza es largo.

Si el acuerdo avanza, se requerirán grandes inversiones para la reconstrucción del enclave. Además, será necesario crear una nueva estructura de gobernanza que impida el retorno de Hamás al poder o la deriva hacia el caos.

Los países de Medio Oriente que respaldan el acuerdo son plenamente conscientes de la necesidad de evitar un nuevo ciclo de inestabilidad. Türkiye, Catar y Arabia Saudí compiten por invertir en la reconstrucción de Siria tras más de una década de guerra devastadora, conscientes de que ese conflicto generó el vacío de poder que permitió el surgimiento del Estado Islámico.

En la conferencia de prensa de finales de septiembre junto a Netanyahu, Trump mencionó a varios líderes regionales: al presidente Erdoğan, al presidente egipcio Abdelfatah al-Sisi, al emir de Catar, al príncipe heredero saudí y al ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos. Esa enumeración tenía un valor simbólico: sugería el respaldo de todos ellos a su iniciativa.

Esta base diplomática se construyó a partir de los encuentros que Trump mantuvo durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde delineó las coordenadas de lo que podría convertirse en una nueva arquitectura de paz para Medio Oriente.

¿Una Casa Blanca de la Paz?

Este enfoque forma parte de una doctrina más amplia mediante la cual la Casa Blanca intenta presentar la política de Estados Unidos como una fuerza promotora de la paz mundial. Dicho esfuerzo abarca también el trabajo en torno a posibles acuerdos entre Armenia y Azerbaiyán, así como entre India y Pakistán, además de otros conflictos aún activos.

Persisten numerosos desafíos, entre ellos el de poner fin a la guerra en Ucrania. Lograr un nivel de apoyo similar al observado en el caso de Gaza resultará mucho más complejo en Ucrania, dado que allí el conflicto es a la vez de mayor escala y de naturaleza mucho más intrincada.

Lo que hace hoy único al Medio Oriente es que se encuentra menos fragmentado que en cualquier otro momento de las últimas décadas. Muchos países parecen haber alcanzado un consenso en torno a cuestiones fundamentales. Con el debilitamiento de la amenaza iraní y la pérdida de fuerza de los grupos respaldados por Teherán que se habían enfrentado a Israel durante los últimos dos años, se ha abierto paso una reconciliación regional más amplia.

La Casa Blanca ha comprendido que la única vía posible para poner fin tanto a la guerra en Gaza como al prolongado enfrentamiento entre Israel y Hamás pasa por un acuerdo regional.

Si los países creen que prolongar la guerra les aportará beneficios, o si evalúan que pueden utilizar a Hamás como instrumento de influencia, el conflicto continuará.
Pero si perciben las ventajas de la paz y de una victoria compartida, avanzarán hacia ella.

La doctrina Trump busca precisamente ofrecer a todas las partes esa sensación de triunfo. Mantener unida esta frágil coalición por la paz será uno de los mayores retos del próximo año.

* Seth Frantzman es autor de The October 7 War: Israel’s Battle for Security in Gaza (2024) y miembro adjunto de investigación en la Foundation for Defense of Democracies. Es analista sénior de Medio Oriente en The Jerusalem Post y colaborador editorial de la National Security Journal.

Fuente: https://nationalsecurityjournal.org/can-trump-bring-peace-to-gaza/