El concepto de Moneda Digital del Banco Central (Central Bank Digital Currency, CBDC), que ha ganado una presencia significativa en los últimos cuatro años, se perfila como uno de los actores económicos más importantes en la transformación revolucionaria que experimenta el mundo actual. En los próximos años, su papel será fundamental en la evolución del sistema financiero global. Pero, ¿qué es exactamente la CBDC?
Las CBDC son activos digitales creados por los bancos centrales de distintos países y representan, en forma digital, la moneda fiduciaria oficial de cada nación. En la mayoría de los casos, están basadas en tecnologías de registro distribuido (DLT). En términos sencillos, son versiones digitales de las monedas nacionales que reemplazan el dinero en efectivo y los depósitos bancarios tradicionales.
Aunque la descripción de las CBDC evoca inmediatamente a las criptomonedas, existen diferencias sustanciales entre ambos conceptos. A pesar de compartir similitudes tecnológicas, las CBDC presentan una estructura completamente distinta a la de los criptoactivos.
Las redes de criptomonedas populares operan en blockchains abiertas y sin permisos, lo que permite a cualquier usuario participar en el sistema, validar transacciones y acceder a los registros. En contraste, las CBDC son gestionadas por entidades centralizadas, como los bancos centrales, que ejercen un control absoluto sobre su emisión y circulación. A diferencia del carácter descentralizado de las criptomonedas, las CBDC permiten a los bancos centrales cancelar transacciones, congelar cuentas y supervisar cada operación financiera.
Otro aspecto clave que diferencia a las CBDC de las criptomonedas es el respaldo de reservas. Mientras que las criptomonedas no dependen de reservas físicas, las CBDC, al igual que las monedas fiduciarias tradicionales, requieren un respaldo basado en oro, divisas u otros activos. A largo plazo, es posible que estas monedas digitales se vinculen a una moneda de reserva digital global.
En cuanto a su operatividad, las CBDC difieren de los depósitos bancarios tradicionales en su origen: mientras que el dinero transferido electrónicamente en los bancos proviene de instituciones financieras comerciales, las CBDC son creadas directamente por los bancos centrales. Como resultado, la supervisión, almacenamiento, transferencia e incluso la eliminación de estos activos recaen completamente bajo el control de las autoridades monetarias nacionales.
En resumen, estamos avanzando hacia un sistema financiero en el que cada transacción quedará registrada y donde los bancos centrales ejercerán un control sin precedentes sobre la economía. Más allá de su carácter digital, estas nuevas monedas presentan diferencias fundamentales con el dinero convencional, principalmente en su grado de centralización y supervisión estatal.
Con la progresiva digitalización del dinero, es probable que en el futuro se implemente una moneda digital de reserva global, que reemplace al sistema actual dominado por el dólar estadounidense. Esta transformación supondrá un cambio radical en el sistema financiero internacional, alejándose del modelo de reservas en dólares y dando paso a un nuevo orden monetario estructurado en torno a las CBDC.
El Banco de Pagos Internacionales (BIS), considerado el «banco central de los bancos centrales», está promoviendo activamente la adopción de CBDC en diversas naciones y, al mismo tiempo, desarrollando una moneda digital de reserva común. En este contexto, la plataforma mBridge, impulsada por el BIS, continúa sus pruebas para la interoperabilidad de CBDC entre distintos países. Además, gigantes financieros como HSBC, ICBC, Goldman Sachs, Dubai Islamic Bank y Standard Chartered participan en estos proyectos, junto con organismos clave como la Reserva Federal de EE.UU. (FED), el Banco de Inglaterra (BoE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Foro Económico Mundial (WEF) y el Banco Central Europeo (BCE).
Al igual que otros bancos centrales, el Banco Central de Turquía (TCMB) lleva años trabajando en el desarrollo de su propia moneda digital, en colaboración con el Ministerio de Hacienda y Finanzas, TUBITAK-BILGEM, ASELSAN y HAVELSAN. El objetivo de estos esfuerzos es, entre otros, reducir la dependencia global del dólar y evitar la especulación financiera que afecta a los mercados de divisas de países en desarrollo.
Si bien las CBDC presentan ventajas en términos de eficiencia y transparencia, también han generado controversias en torno a la privacidad financiera y la seguridad de los activos. En un sistema donde el dinero en efectivo desaparece gradualmente, el control absoluto de las transacciones por parte de los bancos centrales genera inquietud respecto a posibles intervenciones estatales, tales como la confiscación de activos, la congelación de cuentas o la restricción del acceso a los fondos de los ciudadanos.
Uno de los principales argumentos en contra de las CBDC proviene del sistema de crédito social de China, donde las transacciones financieras están sujetas a criterios de comportamiento y lealtad política. Según los críticos, un modelo similar podría implementarse en otros países, limitando las libertades individuales en función de criterios gubernamentales.
Nos acercamos al final del dominio del dólar como moneda de reserva global. En este escenario, el sistema de CBDC aparece como la alternativa más viable. Inicialmente, cada banco central emitirá su propia moneda digital, pero a largo plazo, es probable que se establezca una moneda digital de reserva global, similar a la propuesta por John Maynard Keynes en la Conferencia de Bretton Woods.
El plan original de los grupos globalistas era prolongar la hegemonía del dólar mientras extraían beneficios financieros del sistema actual. Sin embargo, la administración de Donald Trump ha alterado esta estrategia con un enfoque completamente distinto. Su visión es reestructurar el sistema financiero estadounidense con una moneda respaldada por oro, petróleo, bitcoin y producción industrial, en lugar de depender de la mera confianza en el dólar fiduciario.
La cuestión clave es si el mundo permitirá que EE.UU., con una deuda pública de 36,5 billones de dólares, adopte un sistema basado en reservas tangibles sin enfrentar resistencias significativas. Mientras tanto, el Gran Reinicio promovido por el Foro Económico Mundial sigue avanzando, con la transición a las CBDC como una de sus iniciativas más relevantes.
Estamos presenciando el ocaso del dólar y el dinero en efectivo. La pregunta más relevante en esta transición es: ¿qué garantizará la estabilidad de la nueva moneda estadounidense? Trump apuesta por reservas de oro y bitcoin, respaldadas por auditorías en el famoso depósito de Fort Knox. Sin embargo, la última inspección pública de sus reservas de oro ocurrió en 1974, y desde entonces, las autoridades han restringido cualquier intento de verificación.
En este sentido, la velocidad con la que avanza la implementación de las CBDC dependerá en gran medida del acceso a reservas tangibles. A medida que el sistema financiero global atraviesa una de sus transformaciones más significativas, la vigilancia sobre los acontecimientos económicos y monetarios se vuelve más crucial que nunca.
Tenemos los ojos puestos en los mercados…