El concepto de género se ha convertido hoy en día en una herramienta de propaganda que no se basa en una metodología científica y que apunta al orden social. Los grupos que se refugian detrás de este concepto niegan la naturaleza humana en un intento de crear un mundo artificial, convirtiéndola en un objeto moldeable según los deseos ilimitados del capitalismo «laisser-faire, laisser-passer».
La Pérdida de la Verdad: Posmodernismo y Hegemonía Científica
La ciencia es una guía en la búsqueda de la humanidad por la verdad; sin embargo, a veces esta guía queda eclipsada por tendencias, presiones ideológicas y poderes hegemónicos. Hoy, la retórica escenificada bajo el nombre de «género» es un claro ejemplo de esta hegemonía científica. Sobre las opiniones contrarias se ha establecido una opresión de carácter fascista.
El posmodernismo ha dejado a la humanidad sin lugar, sin dirección y sin rumbo, sumiéndola en un torbellino que la ha llevado a un vértigo incurable. La naturaleza del posmodernismo ha alejado a la humanidad de su búsqueda de sentido, arrojándola a un vacío infinito. Al reducir la realidad a una construcción social, este movimiento ha negado la universalidad de la verdad, ha desplazado los fundamentos y ha quebrado las bases sobre las cuales el ser humano podía sostenerse.
La pierna fija del compás se ha levantado del suelo; el ser humano ya no busca una verdad establecida, sino que está condenado a un constante desplazamiento. Esta corriente, que desafía la verdad, la justicia, la estética y la ética, ha trastornado las formas en que la humanidad conoce, ve y comprende. Su retórica no solo implica la negación de la verdad, sino también la relativización de los valores. Al impedir que la humanidad se reúna en un terreno moral común, ha destruido la cohesión social. Así, las dimensiones universales de la justicia, la estética y la ética se han perdido en los abismos del posmodernismo.
Género: Un Ataque a las Constantes de la Naturaleza
El concepto de género se ha transformado en un instrumento de propaganda que carece de base científica y que socava el orden social. Los grupos que se ocultan detrás de este término niegan la naturaleza humana en un intento de construir un mundo artificial, convirtiendo al individuo en un objeto moldeable según los deseos sin límites del capitalismo «laisser-faire, laisser-passer».
El nihilismo posmoderno, al igual que con todas las grandes narrativas y constantes, ha logrado separar al ser humano de su propio cuerpo. Esta desconexión ha cortado los lazos de la humanidad con su esencia, dejándola vulnerable a la deriva. Sin embargo, no debemos permitir esta deriva.
Los intentos de redefinir la identidad de género en un contexto puramente social se han convertido en una ideología inhumana. Esta ideología, al tiempo que se presenta como científica, ha perdido su conexión con la realidad, y bajo una falsa apariencia de legitimidad, impone un discurso opresivo y dogmático. Ningún otro despotismo ha sabido ocultarse detrás de un velo de legitimidad tan refinado. Las academias, los gobiernos, las ONG, las organizaciones internacionales y los medios de comunicación han pasado a desempeñar el papel de instrumentos de un nuevo tipo de tiranía con apariencia democrática.
Realidad Biológica y Manipulación Social
La identidad de género es una realidad biológica y una parte inseparable de la naturaleza humana; sin embargo, la perspectiva de género rechaza las bases genéticas, hormonales y neurocientíficas, reduciendo por completo las diferencias biológicas entre hombres y mujeres a factores meramente sociales. Esta visión reduccionista socava la interacción entre la naturaleza y la sociedad, impidiendo una comprensión holística de la naturaleza humana.
El discurso de género, al separar de manera dicotómica lo biológico y lo social, genera un terreno de conflicto en el que se ignora la influencia determinante de la naturaleza sobre el ser humano. Esto no solo constituye un error científico, sino también una ilusión social.
Este marco ideológico, que niega la naturaleza y reduce al ser humano a un mero producto social, no solo contradice la evidencia científica, sino que también debilita los lazos sociales. Considerar la naturaleza humana desde una perspectiva tanto biológica como social no solo es un requisito para la honestidad científica, sino también una condición fundamental para que el ser humano comprenda su propia existencia.
La Última Fortaleza de la Naturaleza: La Familia
El objetivo final de la retórica de género es la institución más antigua de la humanidad: la familia. Esta retórica ha desarraigado a la familia bajo el pretexto de la diversidad y, al relativizar sus valores, la ha dejado sin fundamento. Como resultado, la visión de una sociedad centrada en la familia ha sido desmantelada.
El enfoque de género ha manipulado la realidad a través del lenguaje y el discurso; términos fundamentales como «hombre» y «mujer» o «madre» y «padre» han sido sustituidos por expresiones neutras en cuanto al género, rompiendo así el vínculo de las personas con la naturaleza en sus procesos de formación de identidad.
Este discurso, que se presenta bajo la máscara de la libertad, en realidad es una guerra contra la misma libertad. A través de mecanismos de presión autoritarios, silencia de diversas maneras a las voces que se oponen a la corrupción social que ha creado y se arroga el derecho de definir los límites de lo que es científicamente aceptable y legítimo.
Esta guerra descarada y temeraria contra la naturaleza ha causado una destrucción tan profunda y extensa que solo la familia, aunque dañada, sigue en pie. La familia no es solo una institución social, sino también la raíz existencial de la humanidad, el lugar donde el ser humano se desarrolla tanto espiritual como socialmente, donde aprende valores como el amor, la compasión y la responsabilidad.
Por ello, defender la familia no es solo una búsqueda de orden social, sino también un acto de lealtad a la naturaleza humana y a la verdad. Para contrarrestar los efectos destructivos de la retórica de género, es imperativo revalorizar la familia y preservar su papel indispensable en la historia de la humanidad. Si esta última fortaleza de la naturaleza cae, la humanidad corre el riesgo de perder también su esperanza en el futuro. Por ello, defender la familia no es una opción, sino una necesidad.
Palabras Finales: Lealtad a la Naturaleza y a la Verdad
A lo largo de la historia, la humanidad ha existido en armonía con la naturaleza y la verdad. La deriva provocada por el posmodernismo y su producto, la ideología de género, ha desconectado a la humanidad de sus raíces. Podemos resistir esta desconexión. Defendiendo la verdad, la justicia, los valores morales y la estética, podemos reorientar a la humanidad hacia la luz de la verdad. Porque la lealtad a la verdad es la mayor libertad de la humanidad.