La Nueva Rivalidad entre Türkiye e Irán en Medio Oriente después de Asad

febrero 18, 2025
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El gobierno de Teherán considera que la ambiciosa política exterior de Türkiye en Medio Oriente y el Cáucaso amenaza directamente su influencia en estas regiones. En Teherán, crecen las preocupaciones sobre los intentos de Türkiye de aumentar su influencia en Irak, Líbano y el Cáucaso Sur, aprovechando la posición debilitada de Irán. De hecho, el fuerte apoyo de Türkiye a Azerbaiyán durante la Segunda Guerra de Karabaj no solo aseguró la victoria decisiva de Azerbaiyán, sino que también puso de manifiesto la capacidad de Ankara para dar forma a los resultados regionales.

Los acontecimientos en Líbano y Siria, impulsados por el debilitamiento estratégico de Hezbolá a manos de Israel y el colapso del régimen de Asad, han provocado una nueva fractura en el equilibrio geopolítico de Medio Oriente. Aunque la grave crisis (o, según algunos, el colapso) de la llamada «Eje de Resistencia» de Irán podría interpretarse como un factor de reducción de tensiones en la región, la disminución del peso geopolítico de Teherán en el Levante probablemente profundizará la competencia regional. El impacto de esta transformación no se limitará al eje Irán-Israel, sino que también tiene el potencial de reconfigurar otras dinámicas de poder en la región, en particular la rivalidad entre Türkiye e Irán. Desde la perspectiva de Irán, la pérdida de Siria no solo significa la pérdida de una posición regional clave, sino también un duro golpe a su estrategia geopolítica a largo plazo. Siria ha sido un punto de conexión estratégico que permite a Irán mantener su influencia sobre Hezbolá en Líbano y desafiar la presencia de Estados Unidos e Israel en la región. La caída del régimen de Asad ha perturbado esta estructura estratégica, debilitando significativamente la capacidad de Irán para proyectar su influencia. Sin embargo, la preocupación de Irán no se limita únicamente a la pérdida de Siria, sino que también se extiende al creciente protagonismo de Türkiye en la región y el desafío estratégico que esto representa. En este contexto, para analizar la rivalidad Turquía-Irán en la era post-Asad, es necesario responder a algunas preguntas clave.

¿Ha colapsado el «Eje de Resistencia» de Irán?

Si bien en la política de seguridad de Irán se observa una continuidad en sus estrategias de resistencia contra la intervención occidental y guerra asimétrica, factores como la Primavera Árabe, las sanciones de EE.UU. y los Acuerdos de Abraham de 2020 han obligado a Teherán a ajustar algunas de sus políticas. A lo largo de los años, Irán ha demostrado una notable capacidad de respuesta táctica ante los cambios regionales. Sin embargo, la rápida expansión de su red de aliados y las cambiantes dinámicas internas y regionales han dificultado la capacidad de Teherán para responder eficazmente a las amenazas emergentes. En este contexto, la caída del régimen de Asad ha aumentado la vulnerabilidad regional de Irán.

Durante décadas, Siria ha servido como un corredor logístico crítico que conecta a Irán con el Mediterráneo, facilitando el suministro de armas avanzadas y apoyo logístico a Hezbolá. La caída de Asad ha interrumpido esta línea de suministro, aislando a Hezbolá y fracturando la cohesión geográfica del llamado «Eje de Resistencia». Enfrentado a un conflicto prolongado con Israel y habiendo sufrido una significativa reducción de poder, Hezbolá ahora enfrenta un desafío mayor para reconstruir su capacidad operativa debido a la interrupción del apoyo logístico iraní.

Además, la caída del régimen de Asad ha exacerbado las divisiones ideológicas y sectarias entre los aliados de Irán, debilitando aún más la cohesión del «Eje de Resistencia». Mientras que Irán, Hezbolá, las milicias chiitas iraquíes y los hutíes consideran la pérdida de Siria como un revés estratégico, grupos sunitas respaldados por Irán, como Hamás y la Yihad Islámica Palestina, han enviado mensajes de felicitación a Hayat Tahrir al-Sham (HTS) por su victoria contra Asad.

Asimismo, la incapacidad de Irán para llevar a cabo una intervención efectiva y decidida en defensa del régimen de Asad ha generado serias dudas sobre su fiabilidad y determinación estratégica entre sus aliados en Irak y Yemen.

¿Puede Irán Desestabilizar a Siria?

A pesar de los numerosos desafíos a los que se enfrenta, Teherán adopta un enfoque estratégicamente flexible y abierto a ajustes tácticos con el fin de preservar su influencia en Siria y, en un sentido más amplio, en la región del Levante. Uno de estos cambios es la tendencia a colaborar con grupos kurdos sirios que no se oponen directamente al régimen de Asad. Estos grupos en el norte de Siria son considerados por Irán como socios pragmáticos. Antes de la caída de Asad, las fuerzas respaldadas por Irán se retiraron de posiciones estratégicas en el este de Siria, especialmente en Deir Ezzor, cerca de la frontera con Irak, transfiriendo en gran medida el control de estas zonas a elementos del PYD/PKK(El Partido de los Trabajadores de Kurdistán/Partido de la Unión Democrática). Este movimiento representa un intento de Irán por posicionarse como un socio potencial para el PYD/PKK, particularmente en un momento en que los kurdos temen una posible reducción del apoyo estadounidense.

El PYD/PKK está preocupado por la posibilidad de que, en un segundo mandato de Donald Trump, Estados Unidos disminuya su presencia militar en Siria y fortalezca sus relaciones con Turquía. En los últimos días, los medios de comunicación iraníes han comenzado a publicar con mayor frecuencia análisis y comentarios que justifican o apoyan una posible «alianza Irán-PYD/PKK».

Otra estrategia clave de Irán es la formación de alianzas con las minorías chiitas y alauitas en el oeste de Siria. En caso de que Damasco no logre establecer un gobierno central sólido y estable, podrían desencadenarse conflictos más intensos entre los diversos grupos étnicos y religiosos. Además, para los Estados árabes, desde Egipto y Jordania hasta los del Golfo Pérsico, la victoria de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) en Siria se percibe como un eco peligroso de la Primavera Árabe. Estos países están inquietos ante la posibilidad de un resurgimiento de las demandas de democratización, libertad y buena gobernanza que reprimieron durante la Primavera Árabe. Por lo tanto, no favorecerán el establecimiento en Siria de un sistema democrático que pudiera servir de modelo para el mundo árabe.

Estos acontecimientos también pueden reforzar los esfuerzos de Irán para profundizar su influencia en consonancia con su estrategia de aprovechar entornos caóticos. Además, tras la caída de Asad, Israel ha expandido su presencia más allá de los Altos del Golán y ha consolidado su presencia en zonas más profundas de Siria. Sin embargo, una ocupación israelí prolongada podría proporcionar a Irán la oportunidad de revitalizar su agenda antiisraelí en Siria.

Una Nueva Etapa en la Rivalidad entre Türkiye e Irán

La toma de Damasco por parte de los grupos opositores sirios a través de una operación militar no solo representa un punto de inflexión en la guerra civil siria, sino que también tiene un impacto transformador en el statu quo regional. El colapso del régimen de Asad constituye un revés estratégico para sus principales aliados, Irán y Rusia. Mientras tanto, la capacidad de maniobra demostrada por Türkiye en Siria la ha convertido en el actor externo más influyente en la etapa post-Asad. En consecuencia, la caída del régimen sirio no solo ha alterado los equilibrios regionales existentes, sino que también ha acelerado los esfuerzos de Türkiye por establecer un nuevo orden en la región. En este contexto, se prevé que la rivalidad histórica, ideológica y geopolítica entre Türkiye e Irán se intensifique aún más bajo estas nuevas dinámicas. La creciente influencia de Türkiye en Siria, combinada con el debilitamiento de la posición iraní en Líbano e Irak, tiene el potencial de ampliar la competencia regional más allá del Levante.

Desde Teherán, la ambiciosa política exterior de Türkiye en Medio Oriente y el Cáucaso se percibe como una amenaza directa a su influencia en estas regiones. En la capital iraní, aumentan las preocupaciones de que Türkiye pueda fortalecer su presencia en Irak, Líbano y el sur del Cáucaso, aprovechando la debilitada posición de Irán. En particular, durante la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj, el firme apoyo de Türkiye a Azerbaiyán no solo garantizó la victoria decisiva de Bakú, sino que también demostró la capacidad de Ankara para moldear los resultados geopolíticos en la región. Este proceso marginó significativamente a Irán en el sur del Cáucaso, reduciendo su influencia en un área en la que históricamente había intentado ejercer control.

Además, la posibilidad de que Türkiye extienda su proyección de poder en Siria para respaldar a Azerbaiyán—especialmente a través de objetivos estratégicos como la apertura del Corredor de Zangezur—plantea un desafío directo a la estrategia regional de Irán. Un desarrollo de este tipo no solo reforzaría la influencia geopolítica de Türkiye, sino que también aislaría estratégicamente a Irán al cortar sus rutas comerciales y energéticas que lo conectan con el Cáucaso y Europa. En este sentido, la transformación en Siria no solo redefiniría el futuro del Levante, sino que también reconfiguraría la arquitectura geopolítica de Medio Oriente y el Cáucaso.

Asimismo, el posible regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos se perfila como un factor clave en la evolución de los acontecimientos en Irak, Yemen, Siria y la región en general. La política que adopte Trump hacia Irán será crucial en este escenario. Aún no está claro si su enfoque será de negociación o de confrontación directa. Si se inicia un proceso de diálogo, sigue siendo incierto si este se limitará exclusivamente al programa nuclear iraní o si abarcará un marco más amplio, incluyendo las actividades de los grupos respaldados por Teherán en la región. Aunque las políticas de Trump en su primer mandato pueden ofrecer algunas pistas sobre posibles escenarios, no es posible hacer una evaluación definitiva hasta su eventual toma de posesión el 20 de enero. Sus decisiones influirán directamente en la dinámica de la rivalidad entre Türkiye e Irán.

Otro aspecto relevante es que, antes de la operación «Tormenta de Al-Aqsa» lanzada por Hamás el 7 de octubre, Washington había anunciado un ambicioso proyecto de corredor comercial que conectaría India con Europa a través de Medio Oriente, con el objetivo de contrarrestar la creciente influencia de China en la región. El 10 de septiembre de 2023, India, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania y la Unión Europea firmaron un acuerdo preliminar para la construcción de este corredor estratégico (IMEC). Con un posible retorno de Trump a la Casa Blanca, este proyecto y los Acuerdos de Abraham podrían volver a ganar relevancia. Este corredor comercial se percibe como una alternativa a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y su desarrollo facilitaría el acceso de India al Mediterráneo y a los mercados europeos, integrando además a economías clave como la de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

En el futuro, si la estabilidad y la seguridad en Líbano y Siria se restablecen, estos países también podrían ser incorporados al proyecto. Estos desarrollos han incrementado las preocupaciones en Teherán sobre una posible marginación de Irán en la nueva arquitectura económica y comercial de la región. Al no estar incluido en este corredor, Irán enfrenta el riesgo de quedar excluido de las iniciativas de integración económica y comercial.

La estrategia que adoptará Irán frente a esta exclusión y sus efectos en los equilibrios regionales serán cuestiones clave a seguir en el futuro. Por lo tanto, la evolución de este proyecto también será un factor determinante en la rivalidad entre Türkiye e Irán.

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