Türkiye y Ucrania Frente a Rusia: ¿Quién es el Ganador de la Política Exterior?

En la actualidad, Türkiye no solo mantiene buenas relaciones con Rusia sin percibir una amenaza directa, sino que también ha logrado consolidar su perfil como un actor influyente en los asuntos regionales y globales. Estos desarrollos no solo han desacreditado las críticas internas que acusan al gobierno de seguir políticas irracionales, sino que también han invalidado los argumentos de quienes en política exterior defendían que la seguridad de Türkiye debía depender de las garantías occidentales y de una postura de confrontación con Rusia.
marzo 11, 2025
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En la actualidad, Türkiye no solo mantiene buenas relaciones con Rusia sin percibir una amenaza directa, sino que también ha logrado consolidar su perfil como un actor influyente en los asuntos regionales y globales. Estos desarrollos no solo han desacreditado las críticas internas que acusan al gobierno de seguir políticas irracionales, sino que también han invalidado los argumentos de quienes en política exterior defendían que la seguridad de Türkiye debía depender de las garantías occidentales y de una postura de confrontación con Rusia.

El período de casi un cuarto de siglo de gobierno ininterrumpido del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ha sido testigo de importantes transformaciones en la política turca. Uno de los ámbitos donde estos cambios han sido más evidentes es, sin duda, la política exterior. Adoptando un enfoque más proactivo y audaz en comparación con el pasado, Türkiye ha incrementado su implicación en conflictos tanto en su entorno cercano como en regiones más distantes, ha ampliado su ayuda humanitaria y ha diversificado su política exterior, alejándola de un eje estrictamente occidental. Sin embargo, este enfoque más autónomo ha sido objeto de críticas tanto a nivel nacional como internacional. En el ámbito interno, algunos sectores han acusado a la política exterior del AKP de desviarse de la tradición racionalista y de adoptar una orientación utópica, señalando especialmente la gestión de la crisis siria y la política de refugiados como puntos críticos. A nivel externo, han surgido numerosas críticas que sostienen que Türkiye se está distanciando del bloque occidental y de la OTAN.

No obstante, la crisis en Ucrania ha demostrado que la política exterior turca se basa en un fundamento racional y que esta estrategia ha proporcionado importantes ventajas estratégicas al país. A diferencia de Ucrania, Türkiye no se limitó a confiar en las garantías de seguridad ofrecidas por sus aliados occidentales cuando las tensiones con Rusia aumentaron después de 2015. En lugar de asumir un riesgo de confrontación directa, optó por un enfoque de conciliación con Moscú. En una situación similar, Ucrania, confiando en el respaldo de Occidente, adoptó una política más arriesgada frente a Rusia y, como resultado, ha tenido que pagar un alto precio.

El objetivo de este artículo es analizar y comparar las políticas de Türkiye y Ucrania frente a Rusia, dado que ambas son aliadas de Occidente. A través de este análisis, se argumentará que la adhesión al principio de “autoayuda” (self-help), uno de los pilares fundamentales del realismo clásico, ha otorgado a Türkiye una ventaja significativa en términos de política exterior.

Seguridad del Estado: ¿Poder Independiente o Confianza en los Aliados?

Si bien el realismo clásico suele considerarse un enfoque pesimista en las relaciones internacionales, en determinadas circunstancias puede resultar útil para explicar la dinámica entre los Estados. Un claro ejemplo de ello es la reciente discusión ocurrida en la Casa Blanca entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Este episodio ha reavivado los principios fundamentales del realismo clásico, demostrando una vez más su vigencia en la política internacional.

Los teóricos del realismo clásico describen las relaciones internacionales como un ámbito de lucha constante por el poder y el conflicto. Desde esta perspectiva, el sistema internacional carece de una autoridad central, lo que implica que la prioridad fundamental de los Estados es garantizar su supervivencia. Para asegurar su continuidad, los Estados están obligados a fortalecer su capacidad militar y a realizar inversiones constantes en defensa. Según el realismo clásico, dado que en el sistema internacional no existe una entidad superior que garantice la seguridad de los Estados frente a amenazas externas, estos no pueden depender de ningún mecanismo de asistencia externa en caso de peligro.

En este contexto, los realistas clásicos argumentan que ningún Estado puede delegar su seguridad y supervivencia en otro actor. Si un país confía su protección a organizaciones internacionales o a otras potencias, su capacidad de supervivencia a largo plazo se verá gravemente comprometida. Esto se debe a que, en el ámbito de las relaciones internacionales, ningún Estado puede prever con absoluta certeza cómo actuarán otros en el futuro ni garantizar que cumplirán sus compromisos. Los realistas sostienen que los Estados, como actores racionales, priorizan sus propios intereses y, en función de sus necesidades estratégicas, pueden retractarse de sus compromisos previos o incluso denunciar los tratados que han firmado. Por esta razón, cuando se trata de seguridad y supervivencia, la única alternativa viable para los Estados es confiar en sus propias capacidades nacionales.

Si un Estado comete el error de depender de la fuerza militar de otros en lugar de desarrollar sus propias capacidades defensivas, el realismo clásico advierte que ello lo conducirá a una dependencia estratégica que lo debilitará. Esto se debe a que, a pesar de las alianzas y las garantías de seguridad, los Estados siempre priorizan sus intereses nacionales y, cuando estos cambian, reconsideran sus alianzas. A lo largo de la historia, muchos países han pagado un alto precio por confiar demasiado en sus aliados. Un ejemplo emblemático es la falta de apoyo militar a Polonia por parte de sus aliados occidentales en 1939, o el caso de varios Estados que, tras la Guerra Fría, confiaron en las promesas de seguridad de Estados Unidos y descuidaron sus propias capacidades militares.

Desde esta perspectiva, el realismo clásico sostiene que el único garante confiable de la seguridad de un Estado es su propio poder. Solo aquellos países que cuentan con una sólida capacidad militar y que refuerzan su poder de disuasión pueden contener las ambiciones expansionistas de otros Estados y proteger sus intereses nacionales.

La Crisis de Ucrania: La Prueba de Garantía de Occidente y el Cambio en los Equilibrios

A principios de la década de 2000, la crisis entre Rusia y Occidente comenzó a profundizarse, intensificándose aún más con la intervención militar de Rusia en Georgia en 2008 y la anexión de Crimea en 2014. La ineficacia de los mecanismos para reducir la tensión y las políticas de Occidente, que alentaron a Rusia a tomar medidas militares contra Ucrania, culminaron en 2021 con el inicio de una invasión dirigida a las regiones del este de Ucrania con una población predominantemente rusa. Ante esta situación, el gobierno ucraniano reforzó su cooperación con el bloque occidental, llevando a cabo diversas iniciativas diplomáticas con el objetivo de contener a Rusia y recuperar los territorios perdidos.

En consecuencia, el bloque occidental manifestó su pleno respaldo a Ucrania, adoptando una postura firme contra Rusia. Se declaró en los niveles más altos que se brindaría a Ucrania todo tipo de apoyo militar, económico y diplomático con el fin de disuadir a Moscú, obligarlo a retirarse de los territorios ocupados y eliminarlo como una amenaza para Occidente. Estas garantías de seguridad ofrecidas por Occidente generaron en el gobierno de Kiev una sensación de optimismo excesivo. Consciente de que no podía enfrentarse solo a Rusia, pero confiando en extremo en las promesas de sus aliados occidentales, Zelenski optó por iniciar una guerra defensiva a gran escala, que incluyó ataques provocativos contra Rusia.

Cuando un país enfrenta una ocupación territorial y una amenaza militar, su reacción de resistencia es esperada e incluso inevitable. Sin embargo, la excesiva confianza y optimismo del gobierno de Kiev en las promesas de la alianza occidental llevaron a una sobreestimación de sus propias capacidades frente a Rusia y limitaron su flexibilidad en las negociaciones diplomáticas. Esto se evidenció especialmente en las conversaciones de paz de Estambul, mediadas por Turquía, donde se estuvo cerca de alcanzar un acuerdo. No obstante, alentado por las potencias occidentales, el gobierno ucraniano no dio la importancia necesaria a estas negociaciones. En su lugar, optó por continuar la lucha con la convicción de que, gracias al apoyo militar de Occidente y a las sanciones impuestas a Rusia, Moscú podría ser derrotado.

Finalmente, con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, los equilibrios cambiaron. Trump había criticado durante mucho tiempo el apoyo brindado a Ucrania, considerándolo innecesario y argumentando que esas ayudas no generaban ningún beneficio económico para Estados Unidos. Al asumir la presidencia, revisó con meticulosidad contable las políticas previas y exigió el reembolso total e incluso adicional de los fondos destinados a Ucrania. Además, evitó otorgar garantías de seguridad a Kiev frente a Rusia. Como resultado, Ucrania se vio arrastrada a un callejón diplomático en el que, por un lado, corría el riesgo de perder una parte significativa de su territorio ante Rusia y, por otro, enfrentaba la posibilidad de que sus valiosos recursos naturales quedaran en manos de Estados Unidos.

La Política Racional de Türkiye Frente a Rusia: Garantías Occidentales y Equilibrio Estratégico

El enfoque político adoptado por Türkiye frente a Rusia, a diferencia de Ucrania, demuestra una elección sumamente racional, tal como evidencian los acontecimientos actuales y la situación en la que se encuentra Kiev. En 2015, con la intervención militar de Rusia en Siria, Türkiye se vio expuesta al riesgo de un conflicto directo con Moscú. La violación ocasional del espacio aéreo turco por parte de aviones de combate rusos y el derribo de un avión turco por las fuerzas aéreas sirias generaron una serie de tensiones militares significativas para Ankara.

Durante ese período, los aliados de Türkiye en la OTAN reaccionaron con firmeza ante las violaciones rusas, subrayando que el espacio aéreo turco era también parte del espacio aéreo de la OTAN. Advirtieron a Rusia que debía actuar con esta realidad en mente y prometieron a Ankara que, en caso de que Türkiye derribara aviones rusos, la OTAN brindaría su apoyo y garantizaría su defensa. Además, el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte establece que un ataque contra un miembro de la OTAN se considera un ataque contra todos los miembros, lo que implica que todos deben movilizarse para defender al país agredido. Durante este proceso, algunos países de la OTAN desplegaron sistemas de defensa Patriot en Türkiye, y Estados Unidos reiteró en numerosas ocasiones su compromiso con el proyecto F-35 para reforzar la capacidad disuasoria de la fuerza aérea turca.

No obstante, tras el derribo de un avión ruso, los responsables políticos en Türkiye no confiaron plenamente en estas promesas occidentales y, en lugar de escalar la tensión con Rusia, optaron por una vía de conciliación. Paralelamente, Türkiye inició una serie de inversiones estratégicas en su industria de defensa con el fin de equilibrar el poder ruso con sus propios recursos nacionales. En este proceso, algunas voces críticas en el país, así como actores occidentales, acusaron a Türkiye de acercarse demasiado a Rusia, de alejarse de Occidente y de generar fisuras dentro de la OTAN. Durante la guerra en Ucrania, Ankara enfrentó fuertes presiones para endurecer su postura contra Rusia y aumentar las sanciones, pero aun así, Türkiye mantuvo su política de equilibrio y no sucumbió a una dependencia total de las garantías de seguridad occidentales.

Los últimos diez años han demostrado que, cuando un Estado enfrenta una amenaza existencial, debe apoyarse ante todo en sus propios recursos para garantizar su supervivencia. Ucrania, al confiar en las garantías de seguridad occidentales, escaló su enfrentamiento con Rusia y, en el momento más crítico de la crisis, descubrió de manera dolorosa que esas garantías no eran suficientes para proteger su existencia como Estado. En la actualidad, además de enfrentar la amenaza de perder una parte significativa de su territorio ante Rusia, Ucrania también se ve obligada a ceder el control de sus valiosos recursos minerales a Estados Unidos.

Por otro lado, Türkiye no dependió exclusivamente de las garantías de seguridad de Occidente y, consciente de que no podía contener a Rusia en solitario, mantuvo una relación equilibrada con Moscú. Al mismo tiempo, invirtió significativamente en su industria de defensa, reforzando así su propia capacidad de disuasión. Hoy en día, Türkiye no solo mantiene buenas relaciones con Rusia sin percibir una amenaza directa, sino que también ha logrado consolidar su perfil como un actor influyente en los asuntos regionales y globales. Estos logros no solo han desacreditado las críticas internas que acusan al gobierno de seguir políticas irracionales, sino que también han invalidado los argumentos de aquellos que defendían una estrategia de confrontación con Rusia basada en las garantías de seguridad de Occidente.

Necmettin Acar

Dr. Necmettin Acar es presidente del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Artuklu de Mardin. Realizó su licenciatura en la Facultad de Economía de la Universidad de Estambul en Administración Pública, su maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Sakarya y su doctorado en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Yıldız Técnica. Actualmente, trabaja como profesor en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Artuklu. Sus principales áreas de investigación incluyen la política del Medio Oriente, la seguridad energética, la seguridad del Golfo Pérsico y la política exterior de Türkiye en el Medio Oriente. Acar ha publicado numerosos trabajos en estas áreas.
Correo electrónico: [email protected]

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