Problemas en el Paraíso Libertario

El lunes, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que la administración Trump estaba decidida a hacer todo lo necesario para estabilizar Argentina, ante el temor de que se produjera otra espiral inflacionaria. “Todas las opciones están sobre la mesa para garantizar la estabilidad”, señaló Bessent, mencionando entre ellas las líneas de swap, las compras directas de divisas y la adquisición de la deuda denominada en dólares que posee Argentina. Por su parte, el presidente argentino y aliado de Trump, Javier Milei, agradeció a Bessent su “apoyo incondicional”. Al día siguiente, en su encuentro con Milei en las Naciones Unidas, el presidente Trump aceptó ayudar a su homólogo argentino, aunque, probablemente por temor a la reacción de la base MAGA, minimizó la retórica de un eventual paquete de rescate.

El alcance de la ayuda estadounidense sigue siendo incierto, pero hay algo claro: el experimento libertario de Milei, lejos de resolver los problemas de Argentina, ha fracasado en abordar las causas estructurales de la crisis y, paradójicamente, ha generado la necesidad de una intervención extranjera.

Desde que asumió la presidencia en diciembre de 2023, Milei ha sido alabado en los círculos de Wall Street y por comentaristas conservadores por haber contenido la inflación mediante un programa de austeridad fiscal. Sin embargo, en las últimas semanas, el autodenominado “anarcocapitalista” perdió la confianza de los inversores, lo que provocó un verdadero pánico en los mercados. Un escándalo de corrupción que involucra a su hermana, el estancamiento en el Congreso y la dura derrota en las elecciones provinciales de Buenos Aires alimentaron las previsiones de que, en las próximas elecciones legislativas de mitad de mandato, el bloque peronista de izquierda podría imponerse.

En medio de estos acontecimientos, el peso argentino ha perdido casi un tercio de su valor desde agosto. El banco central se vio obligado a vender más de 1.000 millones de dólares de sus escasas reservas internacionales para evitar un nuevo repunte inflacionario. Los mercados y el peso reaccionaron positivamente a las declaraciones de Bessent, aunque el anunciado paquete de rescate de la Casa Blanca probablemente solo logre postergar temporalmente la crisis.

El problema fundamental de Argentina radica en la decisión de ligar el destino de su moneda al dólar estadounidense. Durante décadas, el peso estuvo vinculado en distintos grados al dólar, lo que generó una economía paralela en divisa extranjera y provocó una sobrevaloración crónica de la moneda nacional. Como consecuencia, el peso quedó expuesto a colapsos periódicos en función del tamaño de las reservas del banco central, la confianza de los inversores y el nivel de endeudamiento externo en dólares.

La solución más sensata sería poner fin al régimen de convertibilidad con el dólar. Pero esto implicaría un desplome nominal del peso y, en consecuencia, un repunte inflacionario. Exactamente eso ocurrió cuando Milei asumió el poder. El gobierno lanzó una política radical de recortes del gasto público y de libre flotación del peso. En las últimas semanas, el valor de la moneda volvió a desplomarse. Peor aún, la política de austeridad provocó una crisis devastadora. Finalmente, el presidente libertario recurrió al mismo instrumento al que acudieron muchos de sus predecesores fueran o no peronistas para controlar la inflación: reimplantar un tipo de cambio fijo con el dólar. Como resultado, la inflación, que en 2024 alcanzaba casi el 300% anual, se redujo al 30% actual.

Al igual que sus antecesores, Milei recibió elogios por haber frenado la inflación, aunque no haya resuelto sus causas estructurales. En los primeros meses de su mandato, el peso se recuperó e incluso superó niveles anteriores. Esto produjo un panorama paradójico: mientras la mitad de la población caía en la pobreza a causa de los recortes del gasto público, los argentinos acomodados aprovechaban el tipo de cambio favorable para disfrutar de las playas de Brasil.

El eventual paquete de rescate de Trump implicaría prolongar el funcionamiento de la economía argentina como un esquema piramidal. La fijación del peso al dólar seguirá inflando artificialmente la moneda por encima de su valor real, perpetuando distorsiones económicas y dejando a los argentinos vulnerables ante nuevos episodios de pánico inversor. Temeroso de un repunte inflacionario y de perder la presidencia, Milei continuará recurriendo a inyecciones externas de divisas para sostener al país, negándose a romper la paridad con el dólar. En enero, su gobierno firmó un préstamo de 20.000 millones de dólares con el FMI, gran parte del cual se destinó a defender el peso.

Rescatar a su aliado puede contradecir en apariencia la política de “América Primero” de Trump, pero se ajusta perfectamente a los objetivos geopolíticos neoconservadores cada vez más evidentes de su administración. La Casa Blanca ha hecho todo lo posible por distanciar a socios vitales como India, Brasil y Colombia, los cuales han estrechado sus lazos con Pekín en respuesta. En cambio, Argentina ha buscado deliberadamente congraciarse con Washington, brindando apoyo moral a sus guerras en Europa y Oriente Medio, así como a su agresión militar y económica contra Cuba y Venezuela.

Si los peronistas regresan al poder, es mucho menos probable que ofrezcan un respaldo incondicional a la potencia hegemónica del norte. Por ahora, Milei se ve obligado a mendigar un paquete de rescate “grande y hermoso” de su aliado estadounidense.

Fuente: https://www.compactmag.com/article/trouble-in-libertarian-paradise/