Nicholas Kollerstrom y la “Industria del Holocausto”
Hasta que comenzó a examinar las pruebas químicas relativas al uso de Zyklon B durante la Segunda Guerra Mundial, Kollerstrom era ampliamente citado en la literatura académica[2]. Sin embargo, tras publicar sus conclusiones, se enfrentó a una fuerte reacción profesional. Después de cuestionar públicamente la narrativa oficial del Holocausto mediante argumentos de carácter científico e histórico, todas sus contribuciones fueron retiradas de la enciclopedia.
Un Astrónomo e Historiador de La Ciencia Examina La “Industria del Holocausto”
Entrevista por Jonas E. Alexis
Según los planteamientos del autor, Nicholas Kollerstrom posee una licenciatura en ciencias naturales por la Universidad de Cambridge, con una formación centrada en la historia y la filosofía de la ciencia. Posteriormente obtuvo un doctorado en historia de la astronomía en University College London y trabajó como astrónomo, además de desempeñarse durante un periodo como corresponsal de la BBC. El autor sostiene que Kollerstrom recibió becas de la Royal Astronomical Society por sus estudios sobre el descubrimiento de Neptuno.
De acuerdo con estas afirmaciones, Kollerstrom habría publicado numerosos ensayos técnicos, entre ellos Newton’s Forgotten Lunar Theory (2000) y Astrochemistry and the Metal-Planet Relationship (1993). El texto indica que la Biographical Encyclopedia of Astronomers incluía inicialmente entradas redactadas por él sobre figuras como John Couch Adams, John Flamsteed e Isaac Newton, aunque posteriormente sus contribuciones habrían sido retiradas tras cuestionar públicamente la narrativa histórica aceptada sobre el Holocausto.
El autor señala también que Kollerstrom fue citado con frecuencia en la literatura académica hasta que comenzó a investigar las pruebas químicas relacionadas con el uso de Zyklon B durante la Segunda Guerra Mundial. Tras publicar sus conclusiones controvertidas y rechazadas por la comunidad científica e histórica se encontró, según el texto, con una fuerte reacción profesional. Graham Macklin, del National Archives Research Service, habría refutado públicamente algunas de sus afirmaciones.
Asimismo, el autor hace referencia a observaciones históricas sobre las condiciones en ciertos campos de concentración, citando fragmentos de obras como la de Paul Berben (Dachau: The Official History), que describen actividades culturales, sistemas económicos internos o la existencia de bibliotecas. Estas menciones son presentadas en el texto como elementos que, según la perspectiva del autor, deberían ser considerados en el análisis histórico, sin que ello implique consenso académico.
En el tramo final, el documento introduce preguntas de carácter filosófico inspiradas en Platón, Sócrates, Aristóteles y Kant, con el fin de discutir los límites de la investigación histórica, la libertad académica y el papel de la crítica intelectual en sociedades donde ciertos temas están regulados legal o socialmente. El autor plantea si la imposibilidad de cuestionar determinados relatos afecta la búsqueda de la verdad en el ámbito académico.
Finalmente, se anuncia una entrevista con Kollerstrom sobre estos temas y se menciona su libro The Dark Side of Isaac Newton: A Modern Biography.
JEA señaló, citando una frase del libro Breaking the Spell: The Holocaust Myth & Reality, que según el autor sería suficiente afirmar que se habían estudiado pruebas químicas sobre el uso del Zyklon B durante la Segunda Guerra Mundial para ser expulsado rápidamente de una universidad británica. El autor describía que, tras quince años en su institución, fue apartado de su puesto con un solo día de aviso y sin oportunidad de defenderse, y que su destitución se anunció públicamente sin especificar el motivo. JEA interpretó esta situación como un desafío a los principios de la investigación académica e interrogó si instituciones como University College London no deberían defender la libertad de investigación, especialmente cuando se trata de académicos reconocidos. También preguntó si el estudio del uso histórico de Zyklon B se había llevado a cabo mediante métodos científicos y por qué el entorno académico habría reaccionado de manera tan hostil.
NK, por su parte, respondió que las reacciones excedieron lo que la institución podía asumir. Indicó que él era historiador de la ciencia en el Departamento de Estudios de Ciencia y Tecnología de UCL, una universidad fundada en un marco supuestamente secular en el cual, según su opinión, no deberían cuestionarse las creencias personales del personal académico. Afirmó que, en su percepción, el Holocausto se había convertido en una especie de “creencia intocable” y que cualquier duda crítica generaba sanciones inmediatas. Añadió que sus colegas permanecieron en silencio y que comprendió que ya no podría publicar en revistas académicas.
NK afirmó haber seguido un método científico, comparando dos estudios previos sobre residuos de cianuro en muros de campos de trabajo alemanes, al combinar dos conjuntos de datos similares para obtener una muestra ampliada. Según él, la reacción mediática no se centró en los métodos empleados ni en los resultados, sino en ataques personales.
JEA insistió en que la labor científica requiere examinar datos, formular hipótesis y evaluar explicaciones alternativas. Le preguntó si ciertas personas podrían evitar analizar pruebas que desafían sus presuposiciones o si habría actores que presenten o manipulen hechos según determinadas agendas.
NK respondió que el conflicto reflejaría una tensión entre enfoques científicos y marcos normativos. Desde su perspectiva, señaló que quienes se autodenominan revisionistas pretenderían reconstruir el pasado a través de pruebas empíricas, mientras que otros sectores buscarían proteger narrativas oficiales restringiendo el debate. Expresó su deseo de que existiera un foro donde diversas interpretaciones sobre la Segunda Guerra Mundial pudieran discutirse libremente y afirmó que la ausencia de debate racional supondría un riesgo para la vida intelectual.
JEA planteó que, según un pasaje citado del libro Breaking the Spell, el autor afirmaba que discutir pruebas químicas relacionadas con el Zyklon B y las tecnologías de desinfección anteriores al uso masivo del DDT habría derivado en su expulsión inmediata de una institución británica. Según ese testimonio, cuestiones como el uso histórico de técnicas de desinsectación consideradas en la época como procedimientos higiénicos comunes serían hoy objeto de censura, asociándose a un terreno polémico vinculado al relato sobre las cámaras de gas durante la Segunda Guerra Mundial.
JEA añadió que, en principio, se esperaría de la comunidad científica y académica una actitud de sana sospecha hacia documentos, declaraciones e hipótesis, contrastándolos con múltiples fuentes y verificando su validez. En su formulación, cuando las evidencias plantean contradicciones o desafían entendimientos previos, la reflexión crítica debería prevalecer. Desde esta perspectiva, interrogó por qué según el entrevistado determinadas instituciones serían reacias a reexaminar presupuestos fundamentales del marco interpretativo dominante sobre el Holocausto.
El entrevistador insistió además en que cualquier investigación científica supone aceptar la existencia de hechos objetivos, susceptibles de ser estudiados mediante métodos rigurosos. Preguntó, por tanto, si las instituciones dedicadas al estudio del Holocausto consideran realmente que la verdad empírica es algo verificable o si existen, según el entrevistado, prácticas que podrían interpretarse como selectividad en el manejo de fuentes.
A continuación, JEA relató experiencias personales en las que algunos académicos afirma habrían evitado debatir públicamente ciertas cuestiones por temor a contradecir afirmaciones previas. Citó un caso en el que un investigador habría impedido la publicación de un intercambio epistolar porque dicha correspondencia debilitaría tesis presentadas en un libro editado por University of California Press.
NK, respondiendo a estas cuestiones, sostuvo que en su opinión determinados actores dentro de lo que denomina “instituciones del Holocausto” se aferrarían a la idea de que la verdad coincide con aquello que desean creer. Afirmó que discusiones centradas en hechos históricos serían sustituidas a menudo por acusaciones morales o personales. También mencionó el intento de un colega de establecer un diálogo sobre estas cuestiones con distintas organizaciones vinculadas a la memoria del Holocausto en el Reino Unido, sin obtener respuesta.
NK describió esta situación como una forma de “sumisión intelectual” dentro del ámbito académico. A modo de ejemplo, mencionó una investigación realizada con radar de penetración terrestre en el antiguo campo de Treblinka, interpretando desde su perspectiva que la ausencia de ciertos hallazgos arqueológicos debería haber dado lugar a mayores debates. Añadió consideraciones sobre obras literarias ampliamente difundidas, como Night, de Elie Wiesel, cuestionando según su valoración la coherencia de algunas representaciones. Estas aseveraciones son parte de su argumentación, pero no representan un consenso académico.
JEA mencionó luego un artículo periodístico de Nick Cohen en The Guardian, cuyo título sugería que algunos académicos habrían “perdido el juicio”. Planteó si el hecho de formular preguntas profundas y críticas bastaría realmente, según Cohen, para invalidar la labor intelectual. JEA citó una reflexión de Jeremy Bentham sobre los daños de la censura y sugirió que Bentham podría haberse sorprendido ante cualquier obstáculo a la indagación histórica rigurosa. Preguntó a NK si coincidía con esa interpretación.
NK respondió afirmativamente y sostuvo que, tras su expulsión del colegio donde trabajó quince años, fue objeto de ataques en The Observer, sin derecho a réplica, hasta el punto de ser comparado desfavorablemente con la figura preservada de Bentham exhibida en University College London.
El entrevistador observó que, según la interpretación del autor, el periodista Nick Cohen habría desestimado análisis químicos sobre residuos de cianuro en muros de antiguos campos de trabajo alemanes calificándolos de “teorías conspirativas”. De acuerdo con esta lectura, tal estrategia retórica sustituía un examen racional por una apelación emocional basada en la acusación de odio, lo cual según señala el entrevistado generó hacia él una hostilidad que describió como una experiencia nueva.
JEA citó un pasaje en el que el autor relataba que, tras más de una década de investigación, su vida cambió abruptamente: afirmó haber sido condenado socialmente, excluido de círculos académicos y objeto de críticas periodísticas, al punto de que muchos conocidos se distanciaron. Según su descripción, esta reacción le habría ofrecido la oportunidad de reflexionar sobre la diferencia entre lo real y lo imaginario, y sobre los límites del debate racional en ciertos ámbitos públicos. Añadió que su trabajo la síntesis de estudios químicos sobre residuos de cianuro en muros de campos de trabajo de la Segunda Guerra Mundial no había recibido atención metodológica, pese a que él lo consideraba un ejercicio empírico legítimo.
A partir de ello, JEA preguntó qué tipo de revisión o metodología crítica considerarían aceptable las instituciones dedicadas a la memoria del Holocausto y si el entrevistado había consultado qué pruebas empíricas o procedimientos analíticos serían reconocidos como válidos.
NK, respondiendo en términos filosóficos, recurrió a la alegoría de la caverna de Platón, afirmando que en ella las personas, encadenadas y expuestas únicamente a sombras, reaccionan con hostilidad contra quien intenta mostrarles una realidad distinta. Desde su perspectiva, esto ilustraría tensiones contemporáneas entre narrativas establecidas y el debate racional que implicaría el principio del Logos. Según su planteamiento, las instituciones dedicadas al Holocausto estarían centradas en difundir testimonios de supervivientes y se habría configurado siempre según él un marco institucional que protege interpretaciones dominantes mediante sanciones sociales.
El entrevistado también aludió a programas estatales de compensación a supervivientes como factor que, a su juicio, influiría en la preservación de ciertas memorias colectivas. Sostuvo que dicho contexto explicaría, desde su punto de vista, la resistencia a debates críticos en entornos académicos, argumentando que quienes cuestionan consensos establecidos correrían el riesgo de ser marginados.
NK afirmó que, en un escenario ideal para él, instituciones como UCL habrían promovido discusiones técnicas sobre la interacción del cianuro con materiales de construcción, los procesos químicos implicados en la formación de compuestos ferrocianuros y las posibilidades de aplicar métodos modernos de análisis. Sin embargo, concluyó que tal escenario le parecía más cercano a un ejercicio de especulación teórica que a la realidad académica existente.
Notas:
[1] Véase, por ejemplo:
Nicholas Kollerstrom, “John Herschel on the Discovery of Neptune”, Journal of Astronomical History and Heritage, 9(2), 151–158 (2006);
“Decoding the Antikythera Mechanism”, Astronomy Now, Vol. 21, Nº 3, 32–35, 2007;
“The Case of the Pilfered Planet: Did the British steal Neptune?”, Scientific American, 1 de diciembre de 2004;
“Overview/Neptune Discovery”, Scientific American, 22 de noviembre de 2004.
[2] Véase, por ejemplo:
William L. Harper, Isaac Newton’s Scientific Method: Turning Data into Evidence about Gravity and Cosmology (Nueva York: Oxford University Press, 2011), 65, 162;
Nicholas Campion, A History of Western Astrology, Volume II: The Medieval and Modern Worlds (Nueva York: Bloomsbury Academic, 2009), 310;
James Gleick, Isaac Newton (Nueva York: Vantage Books, 2004), 226;
Roger Hutchins, British University Observatories 1772–1939 (Nueva York: Routledge, 2008), 91, 94, 105, 117, 155, 156, 158, 460, 467.
[3] Nigel Copsey y John E. Richardson (eds.), Cultures of Post-War British Fascism (Nueva York: Routledge, 2015), 190.
[4] Paul Berben, Dachau: The Official History (Londres: Norfolk Press, 1975), 57.
[5] Ibid., 60.
[6] Ibid., 72.
[7] Ibid., 72–73.
[8] Ibid.
[9] Ibid., 73.
[10] Sarah Gordon, Hitler, Germans, and the Jewish Question (Princeton: Princeton University Press, 1984).
[11] Platón, The Republic (Oxford: Oxford University Press, 1993), 116.
[12] Sobre la cuestión del antisemitismo en Kant y otros autores, véase:
Paul Lawrence Rose, Revolutionary Antisemitism in Germany from Kant to Wagner (Princeton: Princeton University Press, 1990).
[13] Nicholas Kollerstrom, Breaking the Spell: The Holocaust—Myth & Reality (Uckfield, Reino Unido: Castle Hill Publishers, 2014), 9.
[14] Véase, por ejemplo:
Peter Lipton, Inference to the Best Explanation (Nueva York: Routledge, 1991);
Susan Haack, Evidence Matters: Science, Proof, and Truth in the Law (Cambridge: Cambridge University Press, 2014);
Christopher Behan McCullagh, Justifying Historical Descriptions (Cambridge: Cambridge University Press, 1984).
[15] Para un análisis detallado, véase:
Daniel J. Flynn, Intellectual Morons: How Ideology Makes Smart People Fall for Stupid Ideas (Nueva York: Crown Forum, 2004).
[16] Sobre estudios académicos relacionados con el antisemitismo, véase, por ejemplo:
Norman Finkelstein, Beyond Chutzpah: On the Misuse of Anti-Semitism and the Abuse of History (Berkeley: University of California Press, 2005 y 2008);
Albert S. Lindemann, Esau’s Tears: Modern Anti-Semitism and the Rise of the Jews (Cambridge: Cambridge University Press, 1997);
Bernard Lazare, Antisemitism: Its History and Causes (Lincoln: University of Nebraska Press, 1995).
[17] Op. cit.
[18] Kollerstrom, Breaking the Spell, 15–16.
[19] Ibid.
[20] Sobre este tema, véase, por ejemplo:
Norman Finkelstein, The Holocaust Industry: Reflections on the Exploitation of Jewish Suffering (Nueva York: Verso, 2000);
véase también: Nir Gontarz, “Israeli Diplomat in Berlin: Maintaining German Guilt About Holocaust Helps Israel”, Haaretz, 25 de junio de 2015.
Fuente:https://www.unz.com/article/astronomer-and-historian-of-science-examines-the-holocaust-industry/