Las Negociaciones Trilaterales entre Siria, Türkiye y Estados Unidos y la Integración de las SDG

La integración de las SDG en el ejército estatal constituye, desde hace tiempo, un desarrollo largamente esperado por parte de Türkiye. Sin embargo, que este arreglo se limite a un mero rebranding y que la estructura armada mantenga su existencia institucional resulta inaceptable para Ankara.

Antes de la prevista reunión Şara–Trump en Washington, se anunció que, debido al papel activo de Ankara en la dinámica siria y regional, el ministro de Asuntos Exteriores de Türkiye, Hakan Fidan, también había sido invitado al encuentro.

En consecuencia, las negociaciones trilaterales entre Siria, Türkiye y Estados Unidos se han convertido en un hito significativo dentro del expediente diplomático de la crisis siria, estancado desde hace más de una década. El tema central de las conversaciones fue la integración de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDG/SDF) en el ejército sirio. Esta cuestión no solo afecta a los equilibrios internos de Siria, sino que ocupa el núcleo de un debate geopolítico de múltiples capas: desde las preocupaciones de seguridad de Türkiye y las estrategias regionales de Estados Unidos, hasta el futuro de los kurdos sirios y la renovada consolidación del poder en Damasco.

Aproximación SDG–Damasco: Acuerdo de Principios y Preguntas Difíciles

Se anunció que entre la administración de Damasco y las SDG se había alcanzado un acuerdo de principios orientado a la integración gradual de los elementos armados de la organización en el ejército sirio y en las instituciones estatales. En este marco, se prevé la creación de un comité, la ampliación de los mecanismos de alto el fuego y el establecimiento de estructuras de seguridad conjuntas en determinadas regiones. Las declaraciones de Mazlum Abdi muestran que, desde la perspectiva de las SDG, el proceso constituye una “búsqueda de legitimidad y garantías”. Según Abdi, el entendimiento con Damasco es un paso inevitable tanto para el futuro de la organización como para la estabilidad regional.

Las cuestiones relativas al estatus político y los derechos de los ciudadanos kurdos de Siria ya ocupan un lugar central en los debates sobre la “Nueva Siria” y deberán configurarse mediante la voluntad común de todos los sirios. Estos asuntos, que afectan directamente al futuro del país, figuran también entre los ejes principales del parlamento provisional recién constituido. Türkiye, como uno de los actores activos del proceso, subraya que los kurdos deben gozar de los mismos derechos que el resto de los ciudadanos sirios. Por ello, considera fundamental que las discusiones sobre el estatus político de los distintos sectores sociales no se pospongan.

La Posición de Türkiye: Una Siria Unitaria y un Solo Ejército

Türkiye sigue el proceso de cerca, y su reacción inicial refleja un equilibrio entre un optimismo prudente y un cálculo estratégico. La integración de las SDG en el ejército estatal constituye, desde hace tiempo, un desarrollo esperado por Ankara. La transformación de la organización de una estructura militar cuasi autónoma en un cuerpo vinculado a la autoridad central del Estado coincide plenamente con la posición que Türkiye ha defendido durante años: una “Siria unitaria” y “un solo ejército”. No obstante, que este arreglo se limite en la práctica a un simple rebranding es decir, un cambio de nombre o estatus y que la estructura armada mantenga su existencia institucional bajo otra forma resulta inaceptable para Türkiye.

En esta línea, Ankara formula tres preguntas esenciales.
Primera: ¿cómo se reestructurará la cadena de mando de las SDG?
Segunda: ¿qué funciones ocuparán dentro del ejército estatal aquellos elementos con antecedentes en las YPG?
Tercera: ¿se establecerán mecanismos concretos capaces de atender las preocupaciones de Türkiye respecto a la seguridad fronteriza?

La participación de Türkiye en las conversaciones de Washington formaba parte de la búsqueda de respuestas a estas cuestiones. Otro motivo de la sensibilidad de Ankara reside en los riesgos derivados de posibles enfrentamientos imprevistos en la región fronteriza. Türkiye no desea enfrentarse a una vulnerabilidad estratégica generada por este tipo de contingencias.

El Papel de Estados Unidos: Mediador y Supervisor

La participación de Estados Unidos en la reunión trilateral evidencia que el proceso no solo redefine las relaciones entre Damasco y las SDG, sino que también reconfigura el equilibrio regional. La presencia de Washington implica tanto supervisar el proceso de integración como construir un contrapeso frente al predominio “ruso-iraní” en Siria. La postura estadounidense apunta simultáneamente a tres objetivos. El primero es contribuir a la re-estatización de Siria mediante la integración de las SDG en el sistema. El segundo es abrir un espacio de distensión en las relaciones con Türkiye. El tercero es evitar la fragmentación de Siria, reduciendo el riesgo de una nueva ola de conflictos.

Un punto relevante es que ciertos sectores dentro de Estados Unidos intentan mantener, bajo un formato distinto, la relación que durante años han construido con las SDG. Esta posibilidad entraña distintos tipos de riesgos. Washington no debería embarcarse en iniciativas que generen nuevas crisis o que desvirtúen su rol autoasignado en Siria como “mediador-supervisor”. De lo contrario, se corre el riesgo de desencadenar una nueva atmósfera de confrontación basada en dinámicas distintas.

Debe recordarse que dentro de Estados Unidos coexisten dos líneas contrapuestas respecto a la política siria: la del Pentágono, partidaria de proseguir con la “cooperación táctica” con las SDG, y la del Departamento de Estado, que defiende una “relación equilibrada con Türkiye e integración de las SDG en el sistema estatal sirio”. Las negociaciones trilaterales pueden interpretarse, en parte, como un intento de reducir esta incompatibilidad interna.

La Perspectiva Kurda

La perspectiva kurda puede leerse sobre dos planos distintos. El primero es la postura favorable al proceso. Este es el punto de vista de la mayoría de los kurdos sirios, quienes consideran que la incorporación de las SDG al ejército estatal permitirá que los kurdos se conviertan en un actor legítimo y estructural dentro de la política siria, interpretando el proceso como una oportunidad en términos de seguridad y reconocimiento a largo plazo.

Por otro lado, ciertos sectores mayoritariamente kurdos no sirios perciben la integración con Damasco como una forma de desmantelamiento de los logros militares y administrativos de las SDG, e incluso algunos la interpretan como un proceso de asimilación. Aquí, lo fundamental no son tanto los aspectos técnicos de la integración como las garantías jurídicas y políticas. La postura expresada públicamente por Ankara respecto a Siria y a los kurdos sirios debería contribuir a disipar dichas inquietudes, pues todas las declaraciones oficiales subrayan la importancia del estatus político y jurídico de todos los grupos que viven en Siria.

Las Realidades del Terreno: ¿Por Qué Es Difícil la Implementación?

En un espacio de conflicto tan fragmentado como Siria, cualquier plan de integración solo puede funcionar si se alinea con tres factores sobre el terreno. El primero son los equilibrios de poder locales, es decir, la coherencia entre la integración y la realidad sociológica. En este sentido, la postura de las tribus, de las milicias locales y de las redes económicas resulta determinante. El segundo factor son las prioridades de los actores externos. Aunque se pueda hablar de Türkiye, Estados Unidos, Rusia e Irán, la clave fundamental es Ankara: comparte una extensa frontera con Siria y mantiene lazos étnicos y sociales con las comunidades de la región. Por ello, su apoyo al proceso de integración tiene un peso crítico.

El tercer factor y probablemente el más importante es la capacidad estatal siria. Esta capacidad depende de la habilidad de Damasco para reconstruir el país, poner en marcha la integración política, incorporar las diferencias sociales y garantizar la seguridad del territorio. En otras palabras, depende de su capacidad de gestionar el proceso. Por ello, aunque las primeras conversaciones constituyan un avance significativo, la transformación de un “acuerdo de principios” en una implementación real tomará tiempo y quedará moldeada por negociaciones complementarias.

En este punto, el papel de Rusia e Irán también es decisivo. Rusia respalda la integración de las SDG al considerar que fortalece la autoridad central de Damasco. Irán, en cambio, adopta una postura más cautelosa ante la posibilidad de que dicho proceso limite la influencia de sus redes milicianas. El éxito de las negociaciones trilaterales está directamente vinculado a las posiciones de ambos actores.

Desde la perspectiva de Moscú, la integración refuerza la presencia territorial del ejército sirio y permite mantener la presencia militar rusa en el país con menor coste. Para Irán, en cambio, la incorporación de las SDG a la estructura estatal podría reducir su capacidad de proyección a través de las milicias, razón por la cual sigue el proceso desde una distancia calculada.

La Realidad Económica: el Determinante Invisible de la Integración

Lo que definirá el destino de la integración entre las SDG y Damasco no serán, en primera instancia, los arreglos militares, sino la cuestión de quién gestionará los recursos y de qué manera. Los campos petroleros, el comercio fronterizo, los ingresos aduaneros y el control de las economías locales convierten este proceso en una lucha por el reparto del poder económico, más que en una simple negociación política.

Damasco necesita estos recursos para reconstruir su capacidad estatal. Bajo condiciones de sanciones y ausencia de financiación externa, resulta extremadamente difícil que un acuerdo político tenga efecto real si no va acompañado de un reordenamiento económico. Por ello, el verdadero determinante de la integración no será la economía en sí, sino el poder político que deriva de la economía.
Los avances en los ámbitos de la seguridad y la política solo podrán consolidarse si este reparto de poder se enmarca en un esquema justo y aplicable. En consecuencia, cualquier progreso en materia de seguridad y gobernanza debe estar respaldado por un marco económico sólido y consensuado.

¿Una Nueva Página para Siria o un Interludio Táctico?

La cuestión esencial es la respuesta a la pregunta: ¿abrirán estas negociaciones una nueva página para Siria, o se tratará simplemente de un periodo táctico? La pregunta es legítima. Sin embargo, la reunión trilateral entre Siria, Türkiye y Estados Unidos marca un acercamiento diplomático poco habitual en el escenario sirio desde hace años. La integración de las SDG en el ejército, si se construyen los mecanismos adecuados, puede representar una importante oportunidad para la estabilidad regional. No obstante, el proceso encierra equilibrios frágiles que deben gestionarse con cautela.

El primer equilibrio delicado se refiere a la gestión de la diversidad social. Es crucial que los derechos de todos los grupos que viven en Siria sean garantizados constitucionalmente y que su representación política se sustente en normas jurídicas claras.

El segundo punto sensible es la gestión adecuada de las preocupaciones de Türkiye sobre la seguridad fronteriza.

El tercer foco de fragilidad es el enfoque centralista de Damasco. Conviene subrayar un matiz importante: evitar que Siria caiga en una crisis de gobernanza similar a la que se produjo en Afganistán e Irak tras las ocupaciones es de vital importancia. Una vez garantizado esto, la gestión del equilibrio entre un enfoque centralista y una administración local fortalecida puede lograrse mediante la voluntad común de los pueblos sirios.

Un elemento adicional es la estrategia estadounidense de reposicionamiento regional. Esta estrategia contempla la reducción de su presencia militar directa en Oriente Medio, la preservación de su capacidad de influir en los procesos político-militares y el redireccionamiento hacia nuevas prioridades geopolíticas (como China y la región Asia-Pacífico). Antes de retirarse por completo del tablero sirio, Estados Unidos busca integrar a las SDG en el sistema sin perderlas, mejorar las relaciones con Türkiye, limitar la influencia ruso-iraní y mantener su peso diplomático. Todo ello puede resumirse como una “búsqueda de bajo coste y alto control”.

En suma, la etapa actual debe entenderse no como un “resultado”, sino como un periodo transitorio en el que comienza a debatirse la nueva arquitectura siria. El equilibrio final dependerá probablemente del éxito de las aplicaciones sobre el terreno, del grado de confianza que las partes logren construir entre sí y de cómo los actores internacionales decidan moldear este proceso.
Lo que sí parece claro es que los actores turcos implicados en Siria tendrán un papel especialmente relevante en esta fase.