La Magnífica Maniobra de Hamás: Estrategia y Resistencia
Gaza, que no ha recibido ni armas ni siquiera un pedazo de pan seco de los 57 países islámicos ni de los casi 200 Estados del mundo, ha protagonizado, sin embargo, una de las mayores gestas de resistencia que la historia haya conocido. En su lucha por la patria y por la independencia, las condiciones extremas la empujaron a buscar un respiro, a acumular fuerzas y a ganar tiempo para nuevas iniciativas.
Con esta decisión, tomada de manera calculada y estratégica, Hamás logró transformar de inmediato su imagen en el escenario internacional, obteniendo además la supremacía psicológica frente a su adversario. No se trata de una victoria ni de una derrota, sino del tránsito hacia una nueva fase en una resistencia que se prolonga desde hace más de un siglo. En adelante, se darán nuevos pasos dentro de este proceso: resistir sin perder territorio, sin quebrantar la dignidad y manteniendo viva la determinación de lucha.
Cuando Trump y Netanyahu comparecieron en rueda de prensa en Estados Unidos y anunciarion el veredicto de muerte para Gaza, el ánimo de todos se desplomó.
Poco después, los repugnantes vídeos que Netanyahu difundió como si hubiese logrado una “victoria” provocaron el horror y la indignación de cualquiera que aún conserve conciencia. Y como si ello fuera poco, Trump amenazó explícitamente: “si Hamás no firma el acuerdo, les haremos vivir el infierno”.
Frente a esos hechos, en el pecho de quienes sufren por Palestina se alzó una mezcla ingente de rabia, pena e indignación. Se respiraba un aire de desesperanza; muchos de nosotros pasamos noches sin poder dormir.
REUNIÓN CRÍTICA EN CATAR
Bajo la coacción que empujaba a Hamás hacia la rendición “o desapareces o firmas este acuerdo” se convocó en Catar una reunión de urgencia con la presencia de autoridades de Turquía, Egipto y Catar.
El jefe de los servicios de inteligencia turcos, İbrahim Kalın, el jefe de inteligencia egipcio y autoridades cataríes se encontraron con miembros de Hamás en condiciones de máxima discreción y seguridad.
Mientras Hamás conversaba con otros grupos de la resistencia en Gaza, en la mesa se discutieron estrategias para salir de ese cerco: cómo romper el aislamiento diplomático, cómo desactivar la presión y, al menos, cómo ganar un respiro temporal para reagruparse.
LA RESISTENCIA DE HAMÁS Y LA CONVERGENCIA DE ACTORES ESTATALES
Hamás mostró una resistencia formidable frente a bloqueos y presiones que había padecido en múltiples ocasiones. No obstante, tras dos años de combate contra algunos de los ejércitos más poderosos del mundo, sus fuerzas se hallaban exhaustas. La resistencia moral persistía, pero el desgaste físico era evidente.
Fue entonces cuando la experiencia acumulada por Hamás se combinó con la capacidad diplomática de varios Estados y se halló una salida. La oferta de Trump no sería aceptada tal cual, pero tampoco sería rechazada de plano: sería un rechazo condicionado. El intento israelí de cercar, aislar y desacreditar a Hamás en la arena internacional quedaría frustrado. De ese modo, Gaza sería, en la medida de lo posible, aliviada; se le devolvería cierto aire para respirar, se le abriría margen de maniobra y se le permitiría reagruparse y reunir fuerzas para la siguiente fase. Ese, en esencia, fue el plan.
EL CAMBIO DE PERSPECTIVA SOBRE LOS REHENES
En la mesa de negociaciones se planteó a Hamás lo siguiente: durante un tiempo, los rehenes israelíes habían constituido un escudo protector, una carta de negociación que reforzaba su posición y un factor que incomodaba a Israel. Sin embargo, la situación ya no era la misma. A pesar de la existencia de rehenes, Israel prosiguió con los bombardeos, las masacres y, finalmente, con la invasión terrestre. De hecho, Netanyahu los había sacrificado desde el principio, utilizándolos como pretexto para justificar la ocupación.
Trump, en todos sus discursos, hacía referencia a los rehenes como motivo para ayudar a Israel, y las declaraciones de los países europeos también giraban en torno a esta cuestión. Entonces surgió la pregunta clave: ¿qué perdería Hamás al liberar a los rehenes?
La reflexión llevó a concluir que los rehenes habían dejado de ser una ventaja o un escudo, para convertirse en un lastre. Su liberación supondría conceder parte de lo que Trump exigía, pero al mismo tiempo neutralizaría la principal carta de Israel, eliminando la justificación de la invasión. De este modo, Hamás dejaría de ser visto como la parte que rechazaba un acuerdo y rompería el cerco narrativo que lo presentaba como una “organización terrorista”. No obstante, el movimiento estratégico residía en no aceptar las demás exigencias de Trump, sino en posponerlas para futuras negociaciones.
NEGOCIACIONES CRÍTICAS
Una vez definidos los ejes principales, se redactó un texto cuidadosamente elaborado, con un lenguaje diplomático calibrado al detalle, incluso teniendo en cuenta el ego de Trump. Tras su redacción, comenzó un intenso tráfico telefónico entre los ministros de Asuntos Exteriores. El canciller turco Hakan Fidan desempeñó un papel clave en esta fase.
Posteriormente, el jefe de la inteligencia turca, Ibrahim Kalın, contactó al enviado especial de Trump, Witkoff, y compartió con él el documento preparado. Ambos coincidieron en que la respuesta de Hamás podía constituir un paso crucial hacia el fin de la guerra. La tarea siguiente consistía en sortear la influencia del lobby israelí y de los sectores proisraelíes en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, para convencer directamente a Trump.
Primero intervino el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, quien conversó telefónicamente con Trump para transmitirle su apoyo al resultado alcanzado en Doha y subrayar que era la salida más razonable. Al día siguiente, el Presidente de la República de Türkiye Recep Tayyip Erdogan habló con Trump, reiterando que la conclusión adoptada por la delegación en Catar representaba la opción más sensata.
Trump, al percibir que la resolución inmediata de la cuestión de los rehenes se presentaba como un triunfo personal y político, aceptó la propuesta.
EL ESFUERZO POR INFLUIR EN TRUMP
Hamás dio a conocer públicamente el texto preparado con gran habilidad. El documento, que muchos leyeron con sorpresa, fue recibido con amplia aceptación.
Netanyahu pensaba que Trump lo rechazaría y así lo comentó a su entorno. Sin embargo, el expresidente estadounidense sorprendió a todos cuando, a través de sus redes sociales, declaró: “Hamás está dispuesto a una paz duradera, los rehenes serán liberados. Israel debe detener inmediatamente los bombardeos”. La Casa Blanca anunció que Trump haría una declaración en video, incluso difundió una fotografía del rodaje.
El retraso en la publicación del video alimentó los rumores: el enviado especial Witkoff, Jared Kushner yerno de Trump y las insistentes llamadas de Netanyahu parecían presionar para un cambio de postura. Se difundieron especulaciones sobre un posible giro. Sin embargo, gracias en gran medida a la influencia de Witkoff, Trump no rectificó su posición y finalmente publicó un breve mensaje audiovisual en el que afirmaba considerar positiva la propuesta de Hamás. Con ello, Hamás había logrado romper el cerco, Gaza obtenía un respiro y de pronto Israel quedaba en una posición de debilidad.
HAMÁS, INTERLOCUTOR LEGÍTIMO
Tanto Trump como el vicepresidente Vance publicaron el texto íntegro de la declaración de Hamás en sus cuentas personales de redes sociales, lo que supuso un auténtico terremoto político: habían reconocido y dado legitimidad a un actor al que Israel había etiquetado como “organización terrorista” y cuyo exterminio pretendía. Diplomáticamente, para Israel esto equivalía a encajar un gol.
Además, al exigir a Israel que detuviera de inmediato los bombardeos, Trump forzó a Netanyahu a retroceder. Aunque, al momento de escribir estas líneas (sábado, 12:00), los ataques continuaban, el gobierno israelí anunció oficialmente que se mantendría fiel al plan de Trump. Eso sí, sin el tono triunfalista que antes lo caracterizaba.
¿POR QUÉ ACEPTÓ TRUMP?
La prensa israelí reaccionó con virulencia, acusándolo de “vender a Israel para ganar el Premio Nobel de la Paz” y difundiendo imágenes que lo caricaturizaban como combatiente de Hamás. En realidad, Trump había conseguido lo esencial: la liberación de los rehenes, que presentaba como un logro personal. Para él, aquello representaba una oportunidad de construir una narrativa de gran éxito político.
Al mismo tiempo, la imagen de Estados Unidos se deterioraba de forma acelerada en medio de una ola de protestas globales sin precedentes, encabezada por la Flotilla Sumud. Catar, Turquía, Arabia Saudí, Egipto y Jordania respaldaron con firmeza la declaración de Hamás, proyectando unidad y determinación. Todo ello mostraba que la situación no era sostenible y que la resistencia popular terminaría por modificar el curso de los acontecimientos.
Los estrategas estadounidenses interpretaron la aceptación condicionada de Hamás como una ventana de oportunidad, y Trump se apresuró a capitalizarla. Tampoco perdió de vista que las candidaturas al Premio Nobel de la Paz se abrirían el 10 de octubre. Ahora espera con expectación qué países propondrán su nombre.
NI VICTORIA NI DERROTA
Aun sin recibir armas ni siquiera un trozo de pan de los 57 países islámicos ni de los cerca de 200 Estados del mundo, Gaza ha protagonizado una de las resistencias más formidables que la historia recuerda. En su lucha por la patria y la independencia, las circunstancias extremas la empujaron a buscar oxígeno, a acumular fuerzas y a ganar tiempo para nuevas iniciativas.
Con esta decisión estratégica, Hamás transformó de inmediato su imagen internacional, conquistó la supremacía psicológica y abrió un nuevo capítulo en una resistencia que supera ya el siglo. No es ni una victoria ni una derrota: es el inicio de una nueva fase. A partir de ahora, se darán nuevos pasos; la resistencia continuará sin perder territorio, sin quebrantar la dignidad y sin renunciar al horizonte de la libertad.
Palestina se ha convertido en una causa universal de emancipación. La victoria será de quienes creen.