La Danza de La Mente Inglesa Global con El Vaquero

La mente inglesa, aunque haya perdido su hegemonía directa, conservó el espíritu imperial gracias a su habilidad para gestionar el caos. Estados Unidos, que determinó el destino del mundo en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, ha terminado fracasando en cada conflicto en que se ha visto involucrado durante los últimos 80 años desde Corea hasta Siria a causa de su propio aliado. Este aliado manipuló el poder financiero a través de los demócratas y el poder militar por medio de los republicanos. En las crisis económicas, así como en las guerras, los triunfadores han sido siempre las élites globales representadas en la figura de los Rothschild que tomaron a Inglaterra como su centro, si bien controlaron también al propio Estado inglés a través de la deuda.

La historia ha demostrado en numerosas ocasiones cómo los grandes imperios sucumbieron ante su ambición desmedida de expansión; Roma, Bizancio, el Imperio otomano, la Rusia zarista y la Unión Soviética son víctimas evidentes de este ciclo. Sin embargo, aunque el Reino Unido (Inglaterra) perdió su dominio global tras la Segunda Guerra Mundial, la mente inglesa consiguió revertir este destino. Durante la Guerra Fría, estableció una solidaridad secreta con la Unión Soviética para empujar a Estados Unidos a varios atolladeros y, de aquella confusión, surgió un renacimiento financiero.

En este artículo se explica cómo, tras la Segunda Guerra Mundial, el Reino, que enfrentaba dificultades para mantener a flote su embarcación, logró recuperarse por medio de sus corsarios; se expone este fenómeno tomando como ejemplos los casos de Kim Philby y Victor Rothschild.

La Estrategia Histórica de la Mente Inglesa:

La Tradición CorsariaLa mente inglesa ha desarrollado, desde la época en que se convirtió en imperio, el arte de gestionar el caos de manera pragmática. Personajes como Francis Drake, dedicados a la piratería, saqueaban el oro español mientras llenaban sus propios bolsillos y, al mismo tiempo, servían a los objetivos estratégicos del Imperio británico. Si los corsarios fracasaban, la derrota era suya; si triunfaban, el éxito pertenecía al imperio. Además, entregaban al monarca una parte del botín. Inglaterra aprendió este método de los otomanos: el lugar de Barbarroja (Barbaros Hayrettin Paşa) lo ocuparían los Francis Drake. Tras la Segunda Guerra Mundial, esta tradición evolucionó: la hegemonía directa dio paso a una influencia indirecta. Inglaterra se vio obligada a ceder su poder global a Estados Unidos y empezó a actuar conjuntamente con él en todos los frentes, pero, tras bambalinas, estableció una alianza secreta con la Unión Soviética, con el propósito de desgastar a Estados Unidos. Uno de los agentes más importantes de esta estrategia, sobre el terreno, fue Kim Philby, mientras que uno de los artífices del beneficio financiero fue el “corsario” Victor Rothschild, quien, desde el puente de mando, lo dirigía.

El Relato de Philby: Preparación

Kim Philby nació el 1 de enero de 1912 en la India británica. Su padre, St. John Philby, era un experto en Oriente Medio al servicio de la administración colonial inglesa; su madre, Dora Johnston, provenía de una familia aristocrática. Su infancia transcurrió a la sombra de la élite británica. Las conexiones de su padre en Arabia (donde forjó una alianza con Ibn Saud y espió contra el Imperio otomano para la inteligencia británica) inculcaron desde muy joven en Philby una visión estratégica. En 1929, con 17 años, ingresó en el Trinity College de Cambridge, donde su padre había estudiado. Aquella institución era una especie de vivero en el que se formaban los futuros “peones” de la mente inglesa.

En Cambridge conoció a Victor Rothschild, dos años mayor que él. Victor, heredero de la famosa familia Rothschild, era una de las figuras más influyentes y populares de la universidad. Philby, junto con Anthony Blunt y Guy Burgess, formó parte del círculo cercano de Rothschild, llegando a frecuentar su casa. Fue en ese entorno que los futuros miembros de la llamada “Cambridge Five” (Donald Maclean, Guy Burgess, Harold “Kim” Philby y Anthony Blunt) establecieron vínculos constantes. Se hablaba de John Cairncross como el quinto integrante. Incluso se acusó a Victor Rothschild de ser ese “quinto hombre”. El delito: haber espiado para la Unión Soviética. ¿Cómo era posible que jóvenes pertenecientes a las familias más distinguidas del Imperio y con estudios en la universidad más prestigiosa del mundo terminaran convertidos en agentes soviéticos?

Primera Misión en Viena

En 1933, recién graduado de Cambridge, Philby fue enviado a Viena con apenas 21 años. Como joven idealista de la élite, se introdujo en los círculos de izquierda en un contexto en el que el fascismo avanzaba en Austria. Por orden del MI6, se acercó a los resistentes comunistas que combatían al régimen pronazi de Dollfuss. En ese período, en 1933, contrajo matrimonio con la activista comunista austriaca Litzi Friedmann. Por entonces, Austria se había convertido en un refugio para los judíos que huían de la Alemania nazi, y Philby les prestaba ayuda junto con Litzi. Gracias a ese matrimonio, Philby recabó información tanto sobre Alemania como sobre los movimientos de izquierda, mientras que Litzi se protegía con la nacionalidad británica. Al incrementarse la represión contra los comunistas, ayudó a muchos opositores a escapar de Austria, utilizando las conexiones de los Rothschild y de su propio padre.

En febrero de 1934, Philby regresó a Londres. Victor Rothschild lo encomendó a una nueva misión dentro de su “nave corsaria”: convertirse en periodista. Comenzó a trabajar como corresponsal en el periódico The Times, propiedad de la familia Astor, cercana a los Rothschild. En 1937, fue enviado a cubrir la Guerra Civil española. Su objetivo consistía en hacerse pasar por partidario de Franco para recabar información de los fascistas. Tanto se ganó la confianza de estos últimos que llegó a recibir una condecoración del propio Franco, al tiempo que transmitía datos sobre las operaciones apoyadas por la Alemania nazi.

Servicio Oficial en Londres

Philby abandonó la tapadera de periodista en 1940 para unirse “oficialmente” al MI6, a recomendación de Victor Rothschild. Fue destinado a la Sección V (contraespionaje), encargada de vigilar la actividad de la inteligencia soviética. Tras la invasión alemana de la URSS en 1941, se iniciaron colaboraciones concretas con los soviéticos; Philby entró en contacto con la Embajada soviética en Londres para intercambiar información sobre los espías nazis, llegando incluso a apoyar indirectamente la defensa de Stalingrado al transmitir a Moscú planes de la Abwehr (inteligencia alemana). Por la misma época, Victor Rothschild trabajaba en el MI5, supervisando operaciones antisabotaje. Sus hallazgos sobre explosivos y planes de sabotaje nazis llegaban a Churchill y eran compartidos, a través de Philby, con los soviéticos.

Nueva Visión, Nueva Misión

La Segunda Guerra Mundial concluyó en 1945 y Estados Unidos irrumpió como el gran protagonista del escenario global. Inglaterra aparecía en la lista de vencedores, pero en realidad había resultado uno de los países más damnificados: su economía estaba en ruinas, había perdido a un gran número de ciudadanos y, sobre todo, había cedido su papel hegemónico a Estados Unidos. Para reconstruirla, el gobierno estadounidense ofreció ayuda sustancial. Mientras Inglaterra se hallaba en escombros, la familia Rothschild continuaba brillando como un diamante entre la ceniza: en términos relativos, poseía más fuerza y riqueza que antes de la guerra, pese a que en el continente americano no había logrado un poder semejante. Para la élite británica, el choque de ya no ser la potencia dominante fue mayúsculo; habían conseguido librarse de Alemania gracias a Estados Unidos, pero no contaban con la permanencia de este nuevo gigante. ¿Habrían escapado de la lluvia para caer en el granizo?

Entonces, Victor Rothschild, Philby y sus colegas (el grupo de Cambridge) emprendieron una misión mayor y más compleja. Su nueva visión consistía en alinearse junto a Estados Unidos mientras, en secreto, se ocupaban de ponerle trabas para evitar que arraigara su hegemonía, al menos hasta que Inglaterra lograra recuperarse. Así, Philby se convirtió en un engranaje clave. Después de la guerra, se incorporó al MI6 para actuar contra los soviéticos, aunque Rothschild pretendía en realidad prolongar discretamente la colaboración con estos últimos. Ese doble juego constituyó la clave de su estrategia. Antes de que comenzara la Guerra Fría, Philby ya tenía experiencia en filtraciones.

Estambul: El Inicio de las Filtraciones

  • Caso Erich Vermehren: Antes de la llegada de Philby a Estambul, en 1945, el agente de la Abwehr (inteligencia alemana), Erich Vermehren, se ofreció a desertar y entregar información sobre la red nazi en Türkiye. Al aceptar el asilo que ofrecía Inglaterra, la Abwehr sufrió una grave pérdida y numerosos espías fueron descubiertos. Los británicos no compartieron toda esa información con los soviéticos; sin embargo, Philby filtró a Moscú la lista de activistas anticomunistas en Alemania, y cuando el Ejército Rojo ocupó ese país, ejecutó a las personas mencionadas. ¿Lo hizo con la aprobación de Victor Rothschild, de Nicholas Elliot o de ambos? Nadie lo sabe con certeza.
  • Caso Konstantin Volkov: En 1945, Konstantin Volkov, oficial de la NKVD en el consulado soviético de Estambul, intentó desertar y ofrecer a los británicos la identidad de varios agentes soviéticos. Cuando Philby se enteró, alertó a Moscú y se ofreció para interrogar a Volkov en nombre del MI6. Antes de que llegara, Volkov fue trasladado a la Unión Soviética y ejecutado.

Entre 1947 y 1948, Philby estuvo destinado en Estambul como oficial del MI6 con el cargo oficial de “Primer Secretario del Consulado del Reino Unido”, pero en realidad coordinaba las operaciones de inteligencia británica en la región. Dada la importancia de Türkiye como puente estratégico en los inicios de la Guerra Fría, Philby dirigía la labor de sabotaje y espionaje contra la URSS, en coordinación con la inteligencia turca (entonces llamada MAH). No obstante, al mismo tiempo favorecía la comunicación anglo-soviética. Filtró, por ejemplo, información sobre los movimientos navales soviéticos en el mar Negro, y transmitió de forma indirecta ciertos datos a Moscú.

En esta etapa, Philby también estaba a cargo de los planes del MI6 para infiltrar el Cáucaso soviético mediante el reclutamiento de grupos opositores en Georgia y Armenia. Pero filtró esos planes al KGB: muchos de esos agentes fueron capturados o ejecutados apenas cruzaban la frontera. Tras su paso por Estambul, regresó a Londres en 1948 y continuó en la sección soviética del MI6, mientras comenzaba a aumentar la colaboración con la recién creada CIA. Las grandes filtraciones estaban por llegar.

Operación Valuable y el Fracaso en Albania (1949-1951)

En 1949, Philby fue asignado a Washington como enlace entre el MI6 y la CIA. Allí supo que la CIA proyectaba la Operación Valuable para desestabilizar al bloque soviético mediante la infiltración de agentes en Albania y derrocar el régimen comunista. Philby comunicó aquellos planes a Moscú, con lo cual la operación fracasó por completo: cientos de agentes fueron apresados o eliminados.

El costo en dólares y recursos fue inmenso, y la credibilidad de la CIA quedó muy afectada. La Unión Soviética detectó con claridad uno de los puntos débiles de Estados Unidos, que se anotó un revés importante en la primera fase de la Guerra Fría.

La Guerra de Corea y la Ceguera Estratégica (1950-1953)

Desde su puesto en Washington, Philby ocultó información crucial a Estados Unidos acerca de los planes de intervención de China en Corea, pero se la transmitió a Moscú. Por su parte, Donald Maclean, otro agente del Círculo de Cambridge, filtraba desde el Departamento de Estado norteamericano datos sobre la estrategia nuclear y los planes militares de Estados Unidos en Corea.

La intervención sorpresa de China obligó a las fuerzas estadounidenses y a sus aliados a replegarse. Con un saldo de 36 mil soldados norteamericanos muertos, la guerra se alargó y costó 67 mil millones de dólares (cientos de miles de millones actuales), generando un gran desgaste económico. El público estadounidense se preguntaba por qué no se conseguía la victoria, desatando divisiones internas. Ese conflicto fue un preludio de lo que ocurriría después en Vietnam.

Los Códigos Venona y el Caos en la Inteligencia (Décadas de 1940-1950)

El Proyecto Venona de Estados Unidos trataba de descifrar los códigos soviéticos para identificar a los espías infiltrados. Philby filtró al KGB los avances de Venona (qué mensajes se estaban descifrando), mientras que Maclean transmitía secretos nucleares (del Proyecto Manhattan) desde el Foreign Office. Así, la Unión Soviética disponía de información privilegiada sobre los movimientos de la inteligencia norteamericana.

Aunque Venona descubrió filtraciones, no consiguió desenmascarar por completo a Philby y sus cómplices. Estados Unidos percibió que en su red de inteligencia había un agujero, pero no logró taparlo. El estallido de la primera bomba atómica soviética en 1949 acabó con la ventaja nuclear exclusiva de Estados Unidos. Ese éxito se debió en parte a las filtraciones de Maclean. La CIA y el FBI se enfrentaron entre sí en un ambiente de paranoia. La presencia de Philby, lejos de fortalecerse, minó los esfuerzos de la inteligencia estadounidense: era un dispositivo perfecto de la estrategia británica para debilitar tanto a Estados Unidos como a la Unión Soviética. Aun así, en el capítulo de espionaje nuclear, la detención de los Rosenberg llegó a ocupar los titulares más importantes en EEUU.

En 1951, los estadounidenses siguieron la pista de la fuente de esas filtraciones hasta Guy Burgess y Donald Maclean, que consiguieron escapar a Moscú. Philby quedó bajo sospecha, pero no se hallaron pruebas suficientes para acusarlo formalmente. Tuvo que dejar el MI6, y en 1955, el canciller británico Harold Macmillan lo “rehabilitó” públicamente. Así se calmó la cólera de Estados Unidos, y su amigo Nicholas Elliott pudo reincorporarlo a “la labor”.

Philby en el Líbano: El Frente de Victor en Oriente Medio

Después de la tormenta en Washington, Philby se trasladó al Líbano en 1956, bajo la protección de Victor Rothschild. Allí ejerció como corresponsal de The Observer y The Economist. Beirut se había convertido en un escenario clave de la Guerra Fría en Oriente Medio. Philby pasó información valiosa a Moscú sobre los planes regionales de Estados Unidos. Por ejemplo, durante la crisis libanesa de 1958, reveló los detalles de la aplicación de la Doctrina Eisenhower, que incluía el envío de 15 mil soldados a la zona. Estas filtraciones afectaron el prestigio de Estados Unidos y malgastaron millones de dólares (hoy serían miles de millones).

Igualmente, entre 1957 y 1958, Philby alertó a la URSS de los planes de la CIA contra Egipto y Siria, así como de la estrategia para respaldar a la monarquía de Irak. Con la revolución iraquí de 1958, la monarquía fue derrocada y Siria se unió a la efímera República Árabe Unida liderada por Nasser. Estados Unidos invirtió enormes recursos sin lograr impedir la creciente influencia soviética en la región. Durante ese periodo, Philby se convirtió en la “mano invisible” que desbarataba la competitividad de Estados Unidos en la Guerra Fría.

La Huida de Philby a Rusia: El Acto Final de Victor

En 1963, Philby escapó de Beirut a Moscú, en un desenlace dramático. Era la última función de la obra en la que Victor Rothschild, desde el puente de mando, orquestaba el juego. El proceso se había iniciado en 1961, cuando el oficial soviético Anatoliy Golitsyn desertó a Occidente e implicó a Philby. En 1962, Flora Solomon (vieja conocida de Victor y activista judía vinculada a los Rothschild) denunció las simpatías comunistas de Philby. A comienzos de 1963, Nicholas Elliott, del MI6, interrogó a Philby en Beirut y le ofreció inmunidad, pero este se negó. En la noche del 23 de enero, Philby embarcó en el puerto de Beirut hacia la Unión Soviética, a bordo del buque Dolmatova, desapareciendo ante los ojos del MI5 como en una representación teatral.

En Moscú fue recibido como héroe, con honores públicos y el rango de coronel en el KGB. Victor Rothschild urdió retrospectivamente un relato que presentaba a Philby como agente soviético desde 1934, y la URSS avaló esa versión. Con ello, Rothschild “sacrificó” a Philby para disipar las sospechas de una estrecha colaboración entre Inglaterra y la URSS. En sus memorias, My Silent War, Philby ocultó ciertos detalles clave. Falleció en Moscú en 1988. La acusación recayó sobre él como chivo expiatorio, mientras en Londres, Victor Rothschild seguía consolidando triunfos desde las sombras. El corsario Rothschild y su familia eran cada vez más ricos, y habían salvado al Reino de un ocaso total. Inglaterra y Estados Unidos, por su parte, se convirtieron en los países con mayor deuda del mundo, y la fortuna corsaria siguió multiplicándose.

Rumbo a Vietnam y un Desgaste de Largo Aliento

Las filtraciones de Philby estimularon la obsesión estadounidense de “sofocar toda amenaza” durante la Guerra Fría. Tras las dificultades en Corea, Estados Unidos ansiaba lograr una victoria rotunda, lo que lo llevó, ya en 1965, a involucrarse en Vietnam. Aquel conflicto costó 168 mil millones de dólares de la época (varios billones actuales), provocando un enorme desgaste económico, inflación y endeudamiento, además de 58 mil bajas estadounidenses. El prestigio de Estados Unidos sufrió un golpe casi irreparable. Cuanto más se extendía, más se hundía en la trampa. Sus deudas crecían, y buena parte del financiamiento provenía de los banqueros de Londres (en particular, de los Rothschild). La guerra absorbía recursos como un pozo sin fondo.

El Rol de los Rothschild: Beneficios en Tiempos de Crisis

La familia Rothschild siempre se caracterizó por convertir los períodos de crisis en oportunidades de ganancia. Mientras Philby contribuía a agotar los recursos de Estados Unidos en diversos “pantanos”, los Rothschild capitalizaban ese caos. Desde su banco N M Rothschild & Sons, se beneficiaron de los fondos del Plan Marshall que fluían hacia Europa, administraron bonos del Estado británico e invirtieron en ferrocarriles, minería y energía. Estados Unidos asumía los gastos de las guerras de Corea y Vietnam mediante la emisión de bonos que adquiría la red financiera de los Rothschild. Cuanto más crecía la deuda estadounidense, más se fortalecía el poder económico de esta familia.

Victor Rothschild: El Arquitecto de la Visión Estratégica

Victor Rothschild no fue solo un banquero, sino también una figura de alto rango en el ámbito de la inteligencia británica. Su labor en el MI5 contra el sabotaje, sus conexiones con el MI6 y su papel como asesor de Margaret Thatcher lo convirtieron en una pieza fundamental de la “mente inglesa”. Su amistad con Philby y con otros miembros de Cambridge se remontaba a los tiempos universitarios. No era casualidad que hubiese apoyado a Blunt en el MI5 o alojado a Burgess en su propia casa. En algún momento se le acusó de ser el “quinto hombre” de la red, pero la primera ministra Thatcher rechazó esas acusaciones por falta de pruebas. Philby era un peón sacrificable; Victor, demasiado valioso para serlo.

Un caso emblemático de piratería financiera contemporánea fue el de George Soros, especulador de alta envergadura que, beneficiándose de la ola neoliberal tras el Consenso de Washington y de la debilidad del Banco de Inglaterra durante el “miércoles negro”, consiguió iniciar su carrera corsaria con una enorme ganancia. Luego, con maniobras especulativas y promoviendo “revoluciones de colores” a través de organizaciones civiles, participó en el derrocamiento de gobiernos de Europa del Este. Al enriquecerse, Soros no solo acrecentaba su fortuna, sino también la influencia de Inglaterra. Cuando perdía, lo hacía a título personal. Así, igual que Kim Philby, Soros era un corsario más al servicio de la Corona, impulsando los intereses británicos durante la globalización.

Conclusión

La historia enseña que los grandes imperios se derrumban a causa de su afán desmedido de expansión; sin embargo, la mente inglesa evitó ese destino perfeccionando el arte de gobernar a través de intermediarios. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Reino, al borde del naufragio, fue reflotado con la visión corsaria de Victor Rothschild. Kim Philby se convirtió en el rostro más notorio de esa estrategia: desde Cambridge a Viena, de España a Líbano, de Estambul a Moscú, tejió en secreto la cooperación anglo-soviética y empujó a Estados Unidos a sumergirse en conflictos Albania, Corea, Vietnam, Oriente Medio costosos en recursos y en reputación. Mientras tanto, en el puente de mando, Rothschild y sus aliados transformaban el caos en un renacimiento financiero. La emisión de bonos del Plan Marshall o la deuda generada por Vietnam, todo contribuía a agrandar la fortuna de los Rothschild. La huida de Philby a Moscú en 1963 fue el acto final de una puesta en escena cuidadosamente diseñada: Victor lo sacrificó para encubrir la solidaridad entre Londres y Moscú. Cuando en 1991 se derrumbó la Unión Soviética, la “mente inglesa” activó a un nuevo corsario: Soros, que se adentró en las antiguas repúblicas soviéticas e incrementó la influencia británica. Aun si hoy Rusia intenta contraatacar bajo el mando de Putin (y, en el fondo, de la KGB), ya ha perdido gran parte de sus zonas de influencia. Desde las correrías de Francis Drake hasta la evolución de la piratería en la Guerra Fría con Philby y Rothschild, el reino evitó su ocaso. Philby murió en Moscú, mientras en Londres la victoria brillaba bajo la sombra de Victor.

Después de la Primera Guerra Mundial, Inglaterra obtuvo el mandato sobre Palestina, pero hasta 1939 pudo haber promovido la fundación del Estado de Israel y no lo hizo. Prefirió apoyar la migración judía pero no la creación del Estado, delegando ese “problema” a Estados Unidos. Cuando, en 1948, EE. UU. impulsó la fundación de Israel, quedó atrapado hasta el día de hoy en las tensiones de Oriente Medio: gasta billones en garantizar la seguridad de Israel, afronta crisis diplomáticas constantes y se ve atrapado en una ciénaga mientras Inglaterra se mantiene en la penumbra.

Con la desintegración de la URSS, Estados Unidos necesitaba un enemigo global y lo encontró en el terrorismo islámico, que fomentó y organizó como justificación de su estrategia. De este modo, la OTAN cambió a su adversario de color rojo a verde. El pantano afgano fue producto de dicha maniobra; y cuando se logró cierta estabilización en Afganistán, surgió el Estado Islámico (DAESH) en Siria e Irak, y Estados Unidos se hundió en otro atolladero. Una vez que la situación se calmó en parte, estalló la guerra de Ucrania, que también implicó un gran coste económico para la potencia norteamericana. Necesitando endeudarse para financiar las operaciones, Estados Unidos se fue desgastando, mientras buscaba un adversario “a su medida”: el capital global llevaba tiempo preparándolo y así llegó el turno de China.

En el siglo XIX, con las Guerras del Opio, Inglaterra redujo a China a una potencia regional. Al devolver Hong Kong en 1997, paradójicamente abrió las puertas para que la nación asiática se volcara al mundo. El capital internacional con los Rothschild a la cabeza se volcó a China, que hoy se ha convertido en el mayor desafío de Estados Unidos. Trump tuvo que enfrentarse a una potencia que el capital global había alimentado.

Aunque Inglaterra ha perdido la hegemonía directa, conserva el espíritu imperial gracias a su pericia en la gestión del caos. Estados Unidos, que definió el destino del mundo en la Primera y Segunda Guerra Mundial, ha terminado por fracasar en cada contienda que ha emprendido en los últimos 80 años desde Corea hasta Siria a causa de su supuesto aliado. Este aliado manipuló el poder financiero a través de los demócratas y el poder militar a través de los republicanos. En todas las crisis económicas y conflictos bélicos, el gran vencedor ha sido siempre la élite global, encarnada en la figura de los Rothschild, con epicentro en Inglaterra, aunque controlan el propio Estado inglés mediante la deuda.

Trump se enfrenta a esta “bestia de siete cabezas”. Habrá que ver quién sale vencedor.

Fuente; https://www.sde.org.tr/analiz/kuresel-ingiliz-aklinin-kovboyla-dansi-analizi-57842?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR4Q98aKBz6zB-gZBAw1evuzYw2yOx_81fwyhDyTyXSIyQlf5EJ4C_BcHxBWAw_aem_3SgTKaSR9RFgyofP7q869A