¿Están Condenados los Uigures a la Indefensión?
Mientras el mundo islámico no renuncie a las luchas internas y a la causa del separatismo, y hasta que no adquiera una conciencia de unidad, no será una profecía afirmar que ni siquiera los musulmanes sinceros podrán aliviar el sufrimiento de los oprimidos. En cuanto a aquellos carentes de sensibilidad, es indiscutible que no hay palabras que puedan dirigirse a ellos.
La persecución que China ha infligido a los turcos uigures, destacada por la existencia de campos de internamiento, ha alcanzado un punto en el que ya no puede ser ocultada ni justificada de ninguna manera.
A pesar de nuestra indiferencia, insensibilidad y actitud meramente contemplativa, los uigures de Turkestán Oriental, junto con los rohinyás en Arakán y los palestinos, sufren crueles injusticias en diversas partes del mundo islámico.
En el pasado, las grandes potencias occidentales y los cristianos ocupaban los territorios islámicos y respondían con brutalidad a la resistencia de los musulmanes. Aunque hoy en día la ocupación y la represión han disminuido en comparación con el pasado, Rusia sigue ejerciendo su influencia, Estados Unidos ha convertido Oriente Medio en un infierno y China y Myanmar han emergido como nuevos perpetradores de la opresión.
Las causas históricas y contemporáneas del sufrimiento de los territorios islámicos son muchas. Sin embargo, ninguna es tan devastadora como la falta de conciencia de unidad. La idea del «Ittihad-ı Islam/ Unidad del Islam», asociada con Cemaleddin Afganí, aunque fue una propuesta tanto de diagnóstico como de solución, no logró una aplicación efectiva debido a diversos factores. Aunque la fuerza nace de la unidad, la historia nos ha enseñado con amargura que en el mundo islámico solo se logra la unidad a través de la fuerza.
China y Rusia, que a veces se presentan como potencias alternativas contra Occidente y Estados Unidos, han demostrado en numerosas ocasiones que pueden actuar con mayor brutalidad cuando se trata de musulmanes o turcos.
Dondequiera que miremos, encontramos injusticia y desesperación. La impotencia que sentimos es tan desgarradora como la insensibilidad y la apatía de nuestra gente.
Si alguna vez la política del «Ittihad-ı Islam/ Unidad del Islam» llevó a una preocupación genuina por el mundo turco, hoy en día incluso hemos olvidado los territorios que constituyen el corazón de nuestro propio Estado. No obstante, los recientes indicios de despertar, por más modestos que sean, no deben ser subestimados.
La conciencia individual y colectiva está estrechamente vinculada a la educación y la formación. La repetición de conocimientos correctos genera conciencia y sensibilidad. Nada está perdido del todo.
Es paradójico que, aunque el «Ittihad-ı Islam/ Unidad del Islam» giraba en torno al Imperio Otomano y el mundo turco en sus primeros años, posteriormente se considerara que centrarse en el mundo turco era sinónimo de nacionalismo y etnicismo. El hecho de que el nacionalismo secular y antropológico turco adoptara una posición «antirreligiosa» reforzó este error fatal. Sin embargo, muchos de los pensadores más influyentes en la ideología del «Ittihad-ı Islam/ Unidad del Islam» eran de origen turco.
Todos los uigures de Turkestán Oriental que he conocido han mostrado una devoción al Islam rayana en el fanatismo. Aunque la religiosidad de toda la región de Turkestán presenta características tradicionales y, en algunos aspectos, problemáticas, su sinceridad es inigualable. Sin embargo, si preguntamos a musulmanes comprometidos sobre los uigures, difícilmente podrán articular tres frases sobre ellos ni mencionar nombres de ciudades como Urumqi, Kashgar, Hotan o Turpan. Esta ignorancia es una vergüenza inexcusable para quienes afirman tener sensibilidad religiosa.
En la era contemporánea, la liberalización se ha manifestado en el mundo islámico a través del énfasis en la identidad étnica y la fragmentación. Al mismo tiempo, la globalización y las políticas de asimilación y homogeneización de las grandes potencias no han perdido su dominio. Históricamente, Rusia incitaba a los eslavos y ortodoxos en los Balcanes a rebelarse contra el Imperio Otomano, al tiempo que ocupaba vastas regiones de Turkestán y sofocaba brutalmente la resistencia. La historia de Inglaterra y Francia no es diferente.
Tanto en Türkiye como en el mundo turco, el discurso étnico y la fragmentación a menudo se presentan como defensa de los derechos humanos y valores universales. Sin embargo, entre los turcos existe una enfermedad ancestral que no tiene justificación: la lucha fratricida por el poder.
La historia de Turkestán Oriental no sigue una línea recta. Sin embargo, incluso cuando el Imperio Otomano mostró interés por la región, la ocupación china fue el resultado de una disputa interna por el trono.
Los informes presentados al Imperio Otomano por Yakup Han Töre, exembajador en Kashgar, y Beğkulu Han, hijo del Khan de Kashgar, son desgarradores.
Tras la muerte de Yakup Han, su hijo y heredero Beğkulu Han ascendió al trono. Sin embargo, el gobernador de Hotan, Niyaz Hakim, se sublevó con la intención de apoderarse de la región, mientras que Hâkim Han Töre, exgobernador de Turpan, también se rebeló. Beğkulu Han inició una campaña militar para restaurar el orden, pero el emperador chino, aprovechando la situación, envió 80.000 soldados a Urumqi y 6.000 tropas ocuparon repentinamente Kashgar sin resistencia.
En su informe, Beğkulu Han lamenta que la discordia y el sectarismo, enfermedades crónicas entre los musulmanes, hayan destruido todo lo que su padre había construido en Kashgar con gran esfuerzo. Reconoce que los conflictos internos y la lucha fratricida debilitaron significativamente a los musulmanes.
Cuando los musulmanes se destruyen entre sí, inevitablemente los chinos aprovechan la situación y, después de la masacre, inician la asimilación. Beğkulu Han escribe: «En tiempos recientes, los chinos han comenzado a reunir a los niños musulmanes para enseñarles su lengua y religión en sus escuelas, llevando a la población musulmana al límite de su paciencia y resistencia».
Si el mundo islámico no abandona su afán de separación y divisiones, y no alcanza una conciencia de unidad, no será una exageración afirmar que ni siquiera los musulmanes sinceros podrán remediar estas heridas. Y para aquellos insensibles a este sufrimiento, simplemente no hay palabras.