El Equilibrio Global De Poder Está Cambiando En La Región Del Mar Rojo

La competencia por la influencia y el control a escala mundial atraviesa una fase de transformación, y uno de los escenarios donde este dinamismo se hace más visible es la región del Mar Rojo, que abarca Egipto, Eritrea, Yibuti, Sudán, Arabia Saudí y Yemen. En este espacio, la rivalidad internacional, las ambiciones regionales y las dinámicas políticas locales chocan y se entrelazan. Federico Donelli, estudioso de estas configuraciones políticas y autor del reciente libro La competencia por el poder en el Mar Rojo, examina los factores que están reforzando la importancia geopolítica de la zona.

¿Por qué La Región Del Mar Rojo Se Ha Convertido En Escenario De Competencia Global?

En la zona no existe una potencia dominante capaz de imponer orden. Ello ha generado un espacio de competencia abierta entre Estados con intereses convergentes.

El Mar Rojo posee un altísimo valor estratégico: es un corredor marítimo que conecta el Mediterráneo con el Indo-Pacífico y constituye una ruta esencial para el comercio y el transporte energético global. Además, limita con Estados frágiles como Sudán, Eritrea y Yemen.

Esta combinación vulnerabilidad institucional por un lado y enorme importancia estratégica por el otro— convierte la región en un imán para la intervención externa.

Estados Unidos y China poseen bases militares en Yibuti; Rusia busca acceder a Port Sudan. Las monarquías del Golfo especialmente Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Catar han ampliado su presencia en el Cuerno de África mediante inversiones en puertos, infraestructura y cooperación militar, particularmente en Sudán, Somalia y Etiopía.

Turquía, Irán e Israel también han tejido vínculos políticos, económicos y de seguridad que conectan el Mar Rojo con el Mediterráneo Oriental y el Golfo Pérsico.

Sin embargo, el motor del cambio no son solo los actores externos.

Desde Etiopía hasta Sudán, Eritrea, Egipto y Somalia, los actores locales utilizan la competencia global para avanzar sus propias agendas estratégicas. Buscan atraer potencias rivales ofreciendo acceso militar a cambio de garantías de seguridad o inversiones en infraestructura estratégica. Del mismo modo, emplean sus relaciones diplomáticas con EE. UU., China, las monarquías del Golfo o Türkiye para reforzar posiciones internas y regionales.

Estas maniobras han generado una compleja red de intereses superpuestos que difumina la línea entre política regional y política global. Tanto gobiernos como actores no estatales cuentan ahora con múltiples posibles patrocinadores externos que pueden utilizar unos contra otros.

Este enfoque de “alianzas múltiples” otorga margen de maniobra a los actores locales, pero también incrementa la volatilidad y la incertidumbre. En la guerra civil sudanesa, por ejemplo, los bandos enfrentados han buscado apoyo de diversos actores externos desde Arabia Saudí hasta Emiratos Árabes Unidos convirtiendo el conflicto interno en una guerra por poderes.

En Somalia, autoridades estatales y clánicas negocian directamente acuerdos de seguridad y económicos con potencias extranjeras como Türkiye y actores del Golfo, a menudo al margen de las instituciones nacionales.

Mientras tanto, la búsqueda de acceso al mar por parte de Etiopía Estado sin litoral ha generado nuevos nudos diplomáticos y de seguridad con Somalilandia, Somalia, Eritrea, Egipto y los países del Golfo.

Todos estos ejemplos muestran cómo la región del Mar Rojo se ha convertido en un microcosmos del orden posliberal: fragmentado, transaccional y profundamente interconectado.

¿Qué Consecuencias y Lecciones Surgen De Esta Reconfiguración?

La región del Mar Rojo refleja una transformación más amplia en la política global.

El debilitamiento de la influencia occidental no ha producido un nuevo equilibrio, sino un sistema más disperso y competitivo.

En este entorno, las regiones funcionan como laboratorios donde se ensayan nuevos modelos de interacción entre potencias globales y locales, Estados y actores no estatales, alianzas formales y asociaciones informales.

Si el orden liberal se definía por normas e instituciones “universales” de origen occidental, el orden posliberal se caracteriza por una participación selectiva, acuerdos bilaterales e intercambios flexibles.

La imagen emergente es la de un mundo definido menos por la cooperación y más por la competencia.

La rivalidad entre grandes potencias ya no se expresa principalmente a través de instituciones internacionales, sino mediante escenarios regionales. La presencia militar, las inversiones en infraestructura y las alianzas políticas se han convertido en instrumentos clave de influencia.

¿A Qué Conclusión Se Llega?

La región del Mar Rojo recuerda a académicos y responsables políticos que el futuro de la política internacional no se decidirá únicamente en Washington, Pekín, Bruselas o Moscú. Ciudades como Port Sudan, Adén y Yibuti también figuran entre los lugares donde se está gestando el nuevo orden mundial.

Las regiones se han convertido en los verdaderos laboratorios del cambio internacional: espacios donde la competencia global se cruza con los conflictos locales y donde emergen nuevas formas de gobernanza e influencia.

Los actores locales estatales y no estatales ya no son receptores pasivos de la intervención externa; son participantes activos en la configuración de sus propios entornos de seguridad.

  • Federico Donelli, profesor asociado de Relaciones Internacionales en la Universidad de Trieste

Fuente:https://theconversation.com/global-power-shifts-are-playing-out-in-the-red-sea-region-why-this-is-where-the-rules-are-changing-268895